Servindi, 31 de marzo, 2011.- Familiares, amigos y allegados dieron ayer en Lima el último adiós al líder indígena ashaninka Miqueas Mishari Mofat y recordaron su entrega y sacrificada labor en defensa de los pueblos y comunidades indígenas amazónicas.
Alberto Pizango Chota, presidente de la Asociación Interétnica de la Selva Peruana (AIDESEP) dijo: “quedamos con la carga que Miqueas nos ha dejado para seguir su camino con orgullo”.
“Quiero aunarme al dolor y a este gran vacío que Miqueas nos deja. Miqueas supo decir primero la territorialidad, que significa la libertad de los pueblos indígenas” expresó durante el velatorio en el local de Aidesep.
Por su parte, Cecilio Soria, del pueblo shipibo, recordó los momentos gratificantes que significó la lucha de los pueblos indígenas y el trabajo que significó la gestación de la AIDESEP como organización nacional junto al recordado líder asháninka Mishari.
Bernardo Silva, otro lider ashaninka de la Organización Indígena Regional de Atalaya (OIRA), recordó con nostalgia los años 88 y 89 en el que se afrontó la violencia política vivida por sus hermanos.
“Lo que Miqueas nos dejó es un ejemplo a seguir, principalmente para los jóvenes dirigentes de la organización indígena. ¡Hasta pronto hermano Miqueas!” expresó.
El sociólogo Roberto Espinoza manifestó que líderes como Ángel Soria, Miqueas Mishari y otros “nos han enseñado a crecer mucho más, quizás que la propia universidad”.
Narró que estuvo con Miqueas cuando ingresaron a las tierras que ocupaban los colonos en Atalaya para tomar fotos y probar que los primeros habitantes eran asháninkas, lo cual significó una experiencia inolvidable.
“Yo estaba muerto de miedo y Miqueas apareció riéndose, de lo más tranquilo, y entonces aprendí que reírse en los momentos más difíciles puede ser gratificante” dijo Espinoza.
Además, narró una anécdota, con permiso de la señora Marta Salazar, viuda de Mishari, sobre cómo Miqueas tomaba su situación económica con humildad y carisma. “Decía siempre: "yo no sé por qué me dicen pobre. Yo no soy pobre... porque todas las noches Marta me dice papito rico”.
En su momento, el padre Jaime Regan reflexionó y afirmó que “Miqueas Mishari dejó muchas enseñanzas. Por ejemplo, cómo vivir en armonía con la naturaleza. Y la mejor manera de recordarlo es siguiendo sus sueños y su trabajo”.
Saúl Puerta Peña, secretario nacional de la AIDESEP, dijo que “el pueblo Awajún lo recordará siempre siguiendo su ejemplo”. Además, añadió que "la Amazonía está de luto" por esta pérdida irreparable.
“Miqueas Mishari siempre fue un impulsor de la unidad de los pueblos, y así llevó sus propuestas ante la OEA y las Naciones Unidas" recordó Puerta Peña.
“Debemos reflexionar los que estamos vivos y reflexionar porque los que se van se van. Por esto, reflexionemos a partir de hoy unidos tanto líderes, estudiantes e intelectuales”, acotó.
"Miqueas siempre me decía: "Mira Lucy, si los ashaninkas fueran como tú no hubiesen resistido tanto tiempo. Así que anda cambiando ese carácter", me decía, haciéndome reflexionar y tomar las cosas con calma, recordó Lucy Trapnel.
La especialista Frederica Barclay también saludó el trabajo que hacía Miqueas Mishari y dijo que lo recordará así siempre.
“Hermano Pizango. Si ahora existen divergencias en las organizaciones indígenas, te pido a nombre de mi esposo que se solucionen pronto estos problemas” pidió Martha Salazar, viuda de Miqueas Mishari.
Quienes lo conocieron y compartieron su día a día, coincidieron en que a pesar de su pobreza Mishari siempre compartió lo poco que tenía y acogió en su domicilio a cuanto hermano amazónico pidió su apoyo.
Asimismo, otros familiares y amigos pidieron a la AIDESEP que se reconozca el ejemplar trabajo que hizo el líder ashaninka porque cuando se encontraba en vida nunca se le reconoció debidamente sus labores y enseñanzas.
En la parte final de la ceremonia un pastor de la Iglesia Adventista resaltó la carrera cumplida por Miqueas Mishari, comparada con la del Apóstol Pablo, y el ambiente se volvió muy sensible avivado por los himnos y cantos de integrantes de la iglesia.
Miqueas Mishari con su hijo, residente en New York
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