Por Eva Torremocha *
La condición del Sáhara Occidental, que Marruecos se anexionó controvertidamente en 1975, es una cuestión delicada a los ojos de las autoridades marroquíes, que continúan mostrando muy poca tolerancia hacia quienes expresan públicamente opiniones en favor de la independencia del territorio; y un conflicto que la comunidad internacional, especialmente la Unión Europea y el Estado español, no parecen muy decididos a abordar.
Como es habitual en este ‘vistazo y muchas aristas’ se recogen y engarzan declaraciones y comentarios que ayudan a desvelar como se vulneran las soberanías [también la soberanía alimentaria] de todo un pueblo por los intereses de unas pocas corporaciones.
A primeras horas del 8 de noviembre se produjeron enfrentamientos violentos al proceder las fuerzas de seguridad marroquíes a desmantelar por la fuerza el campamento de jaimas de Gdim Izik, que la población saharaui había levantado a principios de octubre en el desierto, a unos kilómetros de el Aaiún, para protestar por la marginación de que se sentía objeto y por la falta de trabajo y de vivienda adecuada. Los enfrentamientos extendieron a El Aaiún, donde se incendiaron viviendas, comercios y edificios públicos. Decenas de saharauis fueron detenidos y golpeados o sometidos a tortura y otros malos tratos. (1)
José Luis Rodríguez Zapatero señaló desde Seúl que la respuesta que ha dado el Gobierno a la crisis es «la responsable, la sensata y la prudente para la solución del conflicto y también para los intereses de España». (2)
Los intereses de España en el Sáhara Occidental
La pesca…
Para empezar a entender cuáles son “los intereses de España” en este caso vale la pena echar un vistazo al Acuerdo de Colaboración en el sector pesquero entre la Comunidad Europea y el Reino de Marruecos, firmado en 2006. Este convenio estableció que, durante los cuatro años siguientes a su entrada en vigor (que finalmente se produjo en 2007), la flota comunitaria dispondría de 119 licencias para faenar en “aguas bajo soberanía o jurisdicción de Marruecos”. A cambio, la monarquía alauí recibiría de las arcas de la Unión Europea un montante de 36,1 millones de euros anuales. El caso es que 100 de esas 119 licencias fueron a parar a manos de la flota española, la más beneficiada del acuerdo. El convenio no tendría mayor trascendencia política si no fuese porque buena parte de las llamadas “aguas bajo soberanía o jurisdicción de Marruecos” bañan las costas saharauis. (3)
El Parlamento Europeo (PE) debate el nuevo acuerdo para la liberalización del comercio agrícola entre la UE y Marruecos, mientras espera un informe jurídico que determine si es legal o no por incluir los territorios y los productos del Sáhara Occidental. Por el momento se cuenta con otro informe del servicio jurídico del PE, que determinó que el pacto pesquero no respetaba las leyes internacionales por no beneficiar al pueblo saharaui, pese a que la flota europea faena en las costas del Sáhara occidental. (3)
Los intercambios comerciales en materia agraria…
Respecto al protocolo agrícola, la UE estima que «Marruecos es considerado de facto el poder administrador del Sáhara Occidental, considerado por las Naciones Unidas un territorio sin gobierno», según declararon recientemente fuentes comunitarias. (3)
Este protocolo, no es más que la ratificación del acuerdo de liberalización comercial entre Bruselas y Rabat, hacia el cual COAG ha mostrado su descontento, subrayando que, una vez más, las autoridades comunitarias han actuado con una doble moral, sacrificando el modelo de producción sostenible que demandan los 500 millones de ciudadanos europeos en favor de los intereses comerciales de grandes corporaciones agroexportadoras. (4)
En cuanto a la legalidad del mismo, desde la UE agregan que no es ilegal que el protocolo agrícola incluya los territorios saharauis, siempre que sus poblaciones se beneficien de él. (3)
Los recursos naturales…
Pero la verdad es que en ese territorio donde la población vive al borde de la miseria hay enormes recursos naturales (5). Ahora se ha descubierto que hay petróleo frente al desierto del Sáhara, entre la costa africana y Canarias (6), y lo que ya se sabía, nada menos que unas reservas de 10.000 millones de toneladas de fosfatos. (5)
En 1962 se crea la empresa Empresa Nacional Minera del Sáhara S.A (ENMISA), con el objeto de estudiar y valorar la explotación del fosfato existente en el territorio, entonces llamado Sáhara español, y el resultado es el descubrimiento del yacimiento Bou-Kraa. (5) Desde entonces, varias empresas con sede en España explotan fosfatos, energía solar y áridos en los territorios del Sáhara Occidental. Todo ello, por supuesto, con la connivencia del Estado español. La referencia a “los intereses de España” es, pues, un eufemismo con el que se elude la explicación de los motivos reales de naturaleza económica que están detrás de la tibia reacción del Ejecutivo español ante tan graves acontecimientos. (7)
¿Qué son y para qué sirven los fosfatos?
El fósforo es un elemento altamente reactivo, de manera que en la naturaleza nunca se encuentra libre, sino en forma de fosfatos, que a su vez forman rocas. Casi todo el fósforo se extrae de los fosfatos minerales y este recurso no es ni mucho menos ilimitado. De hecho, se suele decir que el fósforo es el recurso limitante (o cuello de botella) de la agricultura [industrial, la agroecología sabe cuidar la tierra sin recursos exógenos] y, por tanto, de la seguridad alimentaria mundial. Dependiendo de quién y con qué datos se hagan los cálculos, y teniendo en cuenta el crecimiento estimado de la población, la duración de las reservas oscilaría entre 50 y 125 años. Los problemas con los recursos naturales, como muy bien podemos comprobar con el petróleo, no comienzan cuando la producción se acaba, si no cuando alcanza su pico. (8)
El fósforo es un nutriente esencial para todas las plantas y animales, de los que nos alimentamos los seres humanos. Es uno de los tres componente principales (junto con el nitrógeno y el potasio) de los fertilizantes, y, por lo tanto, es crucial para el abastecimiento del sistema agroalimentario industrializado. En unas pocas décadas, el desarrollo económico global podría estar limitado, no solo por el abastecimiento en petróleo, también por el abastecimiento de fosfatos ya que el suministro mundial de alimentos depende del fósforo y de las reservas de roca fosfórica que es la principal fuente de fósforo utilizado en fertilizantes. Y estas reservas se están agotando, por lo que las repercusiones pueden ser enormes. (8)
El 70% de las reservas de fosfatos, comercialmente explotables, está en manos de 4 países: EEUU (el mayor productor, consumidor y exportador), China, Rusia y Marruecos (que tiene casi un 45% de las reservas mundiales). Al ritmo actual de extracción, las reservas mundiales pueden durar de 75 a 100 años más, pero EEUU agotará sus reservas en unos 30 años. A partir de entonces, EEUU tendrá más demanda que oferta de éstos y será dependiente de sus proveedores si no controla las reservas. (8)
Los métodos actuales de conversión de mineral a fertilizante desperdician entre el 40% y el 60% del fosfato Los agricultores de todo el mundo utilizan los fosfatos a discreción, para no quedarse cortos…total, como es barato… Gran parte de estos fosfatos acaban llegando a ríos, acuíferos y mares, provocando explosiones de algas que acaban con el oxígeno de las aguas. (8)
En 2008 el precio del fosfato se quintuplicó -el fosfato marroquí subió en 547% – debido al aumento del precio del petróleo y a la demanda creciente de India y China. En 2008, los precios de los alimentos experimentaron un aumento que mandó a 100 millones de personas más a vivir en la extrema pobreza. (9) En el mismo año, y en plena crisis alimentaria, las tres empresas mundiales más grandes de fertilizantes, Potash, Mosaic, y Yara, incrementaron sus beneficios ¡con un 164%, 403% y 131%, respectivamente! (12)
Al día de hoy no hay muchas alternativas al abastecimiento en fosfatos para la agricultura industrial, ya que fabricar fosfatos es imposible, aunque sí se puede recuperar de residuos humanos, animales y orgánicos en general para su reutilización, pero son pocas las iniciativas que fomentan su reciclaje (8). Los métodos agroecológicos de producción de alimentos establecen técnicas de manejo que permiten eludir la dependencia de insumos externos, aumentando así la autonomía de las personas productoras y su poder de decisión y actuación.
Así, la situación actual del Sáhara es confusa ya que se entrecruzan diversos fenómenos que tienen su base económica en el intento de controlar una de las mayores reservas mundiales de fosfatos. ¿Tendrán algo que ver las minas de fosfatos del Sáhara Occidental con la imposibilidad que experimenta la ONU para convocar un referéndum sobre la autodeterminación del pueblo saharaui? (8)
La soberanía alimentaria del pueblo saharaui
La soberanía alimentaria saharaui se sustenta en un sector agrario de tipo oasis, basado principalmente en la producción animal de pastoreo asociada a actividades productivas de irrigación en los oasis.
Así, se calcula que la superficie agrícola de la región (de los territorios ocupados) es de 7.500 hectáreas, de las que 50 hectáreas son de regadío, y otras 1.000 son regables (potencialmente sujetas a instalar sistemas de riego). Las superficies regadas se destinan esencialmente a la producción de alfalfa y de cultivos leguminosos. Las superficies regadas son las más importantes plantaciones agrícolas. Las superficies cultivadas conocen importantes vaivenes, de modo que la superficie puede reducirse excepcionalmente en periodo de sequía a 300 – 400 hectáreas, y en periodos lluviosos suele subir y alcanzar las 7.000 hectáreas.
Si pensamos en los campamentos de refugiados, como señala Salek Baba (Ministro de Cooperación de la República Árabe Saharaui Democrática- RASD) «nuestra soberanía alimentaria, depende totalmente de la ayuda internacional. Esto ha subordinado el desarrollo de otros ámbitos para el gobierno saharaui. No obstante, se han hecho esfuerzos para mejorar la dieta especialmente en mujeres y niños, aportando leche, huevos y carne fresca. Nuestro pueblo depende de la ayuda humanitaria para poder subsistir en un territorio que no es el suyo, pues este está ocupado. La cooperación internacional sólo cubre una parte mínima de nuestras necesidades que nos desborda cada año, estamos hablando de que cada año queda niveles sin cubrir. Además de la insuficiencia hay otros problemas: incertidumbre en la ayuda, falta de cumplimiento de los compromisos adquiridos y reducción de la ayuda de las agencias de la NNUU. (11)
Quizás así se desprende aún mejor la demagogia que encierran las declaraciones de la responsable de la diplomacia española, sobre la importancia estratégica del vínculo Madrid-Rabat y en los intereses de España. «Es una relación esencial que debemos preservar por razones de seguridad, de combate contra el terrorismo, de control de los flujos de inmigración y del narcotráfico, y por las relaciones comerciales y económicas», afirmó Jiménez. (2)
No nos dejemos engañar, pues. “Los intereses de España” en los que se ampara el Gobierno para evitar condenar los sucesos de El Aaiún son intereses de mercado que benefician a un reducido sector de la población y que, a la postre, violan la legalidad internacional (7). Y quizás así se entienda por qué se puede sostener firmemente la rotunda afirmación de que “España no es el valiente defensor de un pueblo oprimido -en alusión al Sáhara Occidental-, sino un cazador furtivo de sus riquezas”(10).
(*) Eva Torremocha. Agroecóloga
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