Por Aldo Santos
4 de noviembre, 2010.- Mayor desarrollo, compensaciones justas, mejores condiciones de vida, crecimiento económico, son algunos de los argumentos empleados para justificar los grandes proyectos que se vienen implementando en el Perú y otros países del mundo; proyectos que, más allá de las fronteras geográficas, parecen repetir el mismo libreto.
Y es que el “desarrollo” y el “interés nacional”, se han convertido, para muchos, en una amenaza perversa que lo destruye todo a su paso.
Por lo menos así se ve en Temaca, un poblado cuyos orígenes se remontan al año 1321 cuando Cazcanes y Tecuexes dominaban el territorio. Posteriormente este poblado fue testigo de los principales acontecimientos que dieron forma a la nación mexicana. Hoy sus habitantes se dedican a la agricultura y ganadería, actividades que aún mantienen, pese a la migración de muchos de ellos a ciudades industrializadas como Guadalajara, León, México DF, o a los Estados Unidos.
Las calles de Temaca casi pueden gritar a través de los cientos de carteles y pintas que aparecen en los exteriores de las viviendas: “No a la presa del Zapotillo”, proyecto que inundaría al asentamiento ubicado a 130 kilómetros al noreste de la ciudad de Guadalajara y con él “su historia y la vida del pueblo”, según Abigaíl Agredano, presidenta del Comité “Salvemos Temacapulín, Acasico y Palmarejo”.
El Comité y el conjunto de la comunidad han emprendido, hace poco más de dos años, una lucha sin cuartel en contra de la represa pero las respuestas del gobierno mexicano han sido poco alentadoras; ello sumado a que una minoría de vecinos y vecinas de la comunidad han aceptado los ofrecimientos de la empresa.
No obstante, “Temacapulín no está solo”, añade Teresa Lazo, coordinadora de un Observatorio de Conflictos Ambientales en Colombia que desde hace algunos años viene acompañando al movimiento de afectados por represas en su país y ha podido constatar los graves efectos sociales y ambientales que padecen las cientos de familias desplazadas o reubicadas, luego de la construcción de represas en Colombia y en otros lugares de América Latina.
Temaca también ha recibido el apoyo de artistas, músicos e intelectuales, así como un masivo respaldo de organizaciones y colectivos mexicanos que han difundido la posición de los vecinos y vecinas en las principales ciudades mexicanas.
Los impactos ambientales y sociales negativos que han sido recogidos en un extenso informe de la Comisión Mundial de Represas -que detalla la afectación que ocasiona la construcción de los grandes proyectos de represamiento de agua-, parecen tener un común denominador, que es incrementar el nivel de pobreza de los afectados.
Quizá una de las causas para que miles de kilómetros al sur, las poblaciones asentadas en las márgenes del río Inambari, en Puno, se hayan opuesto radicalmente al megaproyecto hidroeléctrico promovido por el consorcio brasilero EGASUR es por la incertidumbre que genera y por no presentarse como una garantía de desarrollo sostenible y de mejora de su calidad de vida.
Organizaciones como el Movimiento de Afectados por Represas en Brasil, calcula que los impactos se proyectan a las próximas generaciones, ya que las experiencias de reubicación y el no pago de compensaciones justas, sumado a los impactos sobre los ríos, han generado un gran movimiento de rechazo y desconfianza para con este tipo de obras.
Al igual que en Temaca, las respuestas tampoco han sido favorables para el Frente de Defensa de los Intereses de San Gabán, que desde el otorgamiento de la concesión temporal a EGASUR ha emprendido un tortuoso camino de oposición al megaproyecto, cuya objetivo parece ser la satisfacción de la creciente demanda energética brasilera.
En Inambari y Temaca, los proyectos han despertado el miedo de perderlo todo, ya que los afectados no pueden responder con certeza la pregunta de si sería posible cambiar sus vidas y sus actividades económicas de un año a otro, ni tampoco saber de qué manera estos proyectos pueden beneficiarlos. Responder la pregunta sobre cuál es el precio del desarrollo y quién paga los costos del mismo es imprescindible ante la “moda mundial” de los megaproyectos, y ésta no es contestada ni por los Estados ni por las empresas.
Nota: Se agradecen los comentarios de Javier Torres.
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Fuente: Artículo publicado en la revista Cabildo Abierto. Nro 53. Octubre 2010. Puno. Asociación SER. Noticias SER: http://www.noticiasser.pe/03/11/2010/cabildo-abierto/temaca-e-inambari-las-represas-y-el-desarrollo-0
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