En el sudeste asiático quisieron explotar su capacidad para generar energía eléctrica a través de las represas construidas en uno de los ríos más extensos del mundo. Hoy los pescadores, agricultores y personas que viven en sus riberas, sufren las consecuencias de la reducción en los niveles del agua y la disminución de los peces. ¿Puede ser esta una lección para lo que intentan hacer en los cuatro ríos más importantes de la Amazonía peruana a través de la Hidrovía Amazónica?
Servindi, 15 de diciembre, 2020.- La construcción de represas en el río Mekong, que cruza seis países del sudeste asiático y sustenta a 60 millones de personas, ha significado su devastación.
Desde que los proyectos hidroeléctricos empezaron a funcionar, se ha hecho evidente la disminución de los niveles de agua en uno de los ríos más largos del mundo, lo que ha afectado drásticamente la pesca y la agricultura.
Allí —como viene ocurriendo en Perú con la Hidrovía Amazónica— advirtieron las consecuencias de llevar adelante proyectos tan arriesgados en medio del río; sin embargo, los especialistas no fueron escuchados.
Hoy lo sufren quienes más necesitaban de este río: pescadores, agricultores y la población común y corriente.
La ambición asiática
El río Mekong está ubicado en el sudeste asiático que fluye en dirección sur a través de seis países: China, Birmania, Laos, Tailandia, Camboya y Vietnam.
Con una longitud de 4880 kilómetros, que lo sitúan como el octavo río más largo del mundo —después de los ríos Amazonas, Nilo, entre otros— desemboca en el mar de la China Meridional.
La cuenca del río es el hogar de los recursos de la pesca continentales más grandes del mundo y más de 60 millones de personas dependen de ello para su subsistencia.
Sin embargo, desde que China comenzó a construir presas en el río a principios de este siglo, se ha avistado menos peces, reportó The New York Times en febrero de 2020.
Este cambio fue catalogado por el medio norteamericano como “devastador”, considerando que la población que vive río abajo se alimentaba principalmente de los peces de este río.
El río Mekong es uno de los más largos del mundo y cruza seís países del sudeste asiático.
A China, que al 2019 operaba 11 represas a lo largo del eje central del Mekong, le siguió el gobierno de Laos que se propuso en 2016, ser la “batería del Sudeste Asiático” al 2020.
Para conseguirlo, este pequeño país que apenas supera los siete millones de habitantes, se planteó construir represas —que actúan como fuentes de energía— a lo largo de su territorio.
Exportar la energía excedente —cerca del 90% de la energía que iban a producir—a los países vecinos, sería el mejor negocio para Laos, pensaron sus autoridades.
No era un negocio nuevo, sino que buscaban extenderlo: para mediados del 2018, según la BBC News Mundo, dos terceras partes de su energía hidroeléctrica se comercializaba al extranjero.
En octubre de 2019, las turbinas de la primera presa del bajo Mekong, en el río de Laos, llamada Xayaburi y financiada por el gobierno de Tailandia, empezaron a funcionar.
“El efecto de la presa financiada por el gobierno tailandés fue casi inmediato”, le dijeron meses después residentes que viven en la zona a The New York Times.
Efectos advertidos
Las consecuencias del plan de Laos para intervenir la parte baja del río Mekong y construir más represas, habían sido advertidas por especialistas mucho antes de su ejecución.
Además de activistas medioambientales, en su informe de 2010 la Comisión del Río Mekong, integrada por varios países de la región, emitió una alarma al estudiar tres proyectos de represas en la parte baja del río.
De acuerdo a la BBC News Mundo, si bien la Comisión admitió que estos proyectos aportarían más energía y beneficios económicos a la zona, concluyó que alterarían de manera drástica el flujo del río.
Ello, iba a perjudicar la pesca, la agricultura y la biodiversidad y podría causar la extinción de especies como el pez gato de Mekong y el delfín del río Irawady, cita el medio británico.
Sus efectos empezarían a notarse en unos años, pero antes, en julio de 2018, Laos se robaría la atención del mundo cuando una de sus represas en construcción colapsó.
Colpaso de una represa en Laos generó la inundación de varias aldeas. Foto: Reuters.
La represa formaba parte del proyecto de energía hidroeléctrica de los ríos Xe-Pian y Xe-Namnoy y su derrumbe inundó varias aldeas, dejó 26 personas muertas, más de un centenar de desaparecidos y más de 6.000 personas desplazadas.
Ya en febrero de 2020, el reportaje de The New York Times citado al inicio de este informe, daba cuenta de las consecuencias devastadoras de la primera represa construida en el bajo río Mekong.
Ríos con pocos peces, fluctuaciones del agua producto de la represa que afectan a los agricultores aledaños y un nivel del agua reducido aún más por los efectos de una sequía de un mes.
La reducción del nivel del agua, en efecto, hacía ver partes del río ya no como cauces, sino como “un desierto de plantas muertas y crustáceos deshidratados”, señaló el reporte.
Un año antes, National Geographic había alertado sobre esta situación en un informe que tituló certeramente “El río Mekong en su nivel más bajo en 100 años: una amenaza para el suministro de alimentos”.
Los bajos niveles del río Mekong, cerca de Sangkhom, dejan a la vista las huellas de los pescadores en un banco de arena cubierto de algas. Foto: The New York Times
El informe de una de las organizaciones más influyentes del mundo sobre educación y ciencia, recogió la preocupación de expertos sobre lo que consideraban la caída más baja del nivel del agua del río Mekong en un siglo.
Ellos, señalaron como los causantes de este dramático registro a los fenómenos del clima y a las represas de energía hidroeléctrica, en China y Laos, que retenían el agua para sus propios fines.
Brian Eyler, director del programa del sudeste asiático en el Centro Stimson de Washington, DC, le advirtió a National Geographic la seriedad del asunto.
“Gracias a la realización de más represas dominantes y a los efectos acumulados del cambio climático, ese punto crítico [en el que el Mekong ya no sea capaz de soportar estos cambios] se está acercando”, dijo.
Lecciones para la Hidrovía Amazónica
La experiencia de la intervención de uno de los ríos más importantes del sudeste asiático, bien podría ser considerada de este lado del mundo, y más precisamente, en Perú.
En este país, desde hace varios años el gobierno promueve un megaproyecto que busca crear un extenso canal de navegación en los cuatro ríos más importantes de la Amazonía.
Para cumplir con esta obra, denominada Hidrovía Amazónica, los ríos Huallaga, Ucayali, Marañón y Amazonas necesitan ser dragados, lo que implica su intervención para remover sedimentos del fondo del agua.
El problema con este megaproyecto es que, a pesar de haber sido concesionado en 2017 a Cohidro, este consorcio no ha podido demostrar hasta la fecha los impactos que realmente generaría la Hidrovía Amazónica.
El Estudio de Impacto Ambiental-detallado (EIA-d) de este proyecto fue devuelto en dos ocasiones por las autoridades peruanas; la última vez, a fines de 2019, con más de 500 observaciones.
En imagen una máquina para dragar ríos, herramienta que se utilizaría para lograr la construcción de la Hidrovía Amazónica.
Los expertos —como en el caso de las represas y el río Mekong— vienen advirtiendo los graves impactos que podría ocasionar el dragado de los ríos sin los estudios previos adecuados.
Advierten que el dragado podría generar la modificación y alteración del hábitat y dinámica de los ríos y el incremento de su turbidez, con posibles consecuencias para la pesca.
La Hidrovía Amazónica atraviesa por lo menos 410 comunidades nativas pertenecientes a 14 pueblos indígenas de Loreto y Ucayali; sin embargo, estos pueblos sienten que su relación con el río es ignorada por quienes promueven este proyecto.
Aparentemente, el proyecto se encuentra paralizado luego de que, en diciembre de 2019, el consorcio Cohidro desistiera del proceso en el que le correspondía levantar las observaciones del EIA-d.
No obstante, el gobierno no ha mostrado su interés en cancelar el proyecto y las organizaciones indígenas han denunciado recientemente que existe un intento por ampliar los puntos que serían dragados en los ríos.
Observar las experiencias en otros países y "entender el ecosistema antes de hacer un proyecto", como sugiere el científico peruano Jorge Abad, podrían evitar que se genere una futura catástrofe en los ríos amazónicos de Perú.
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