Por Gil Inoach Shawit*
Hay dos procesos que en el mundo dieron lugar el desarrollo del concepto socialista: el socialismo utópico y el socialismo científico (parto con esta premisa porque es la corriente del que la derecha se vale para acusar de violentista a los indígenas).
El socialismo utópico surge de las ideas progresistas del siglo XVIII y de intelectuales que sostenían que tanto como la clase proletaria como la burguesa coincidían en los profundos intereses de cambio social, pero que tal proyecto nunca pudo ser realizable por intereses opuestos en los que primaba la propiedad.
Fracasado el socialismo utópico, Carlos Marx y Federico Engels ensayan una teoría basada en los principios de la contradicción como una secuencia gestora de transformación producto de lucha constante entre los medios de producción y la clase obrera, concepto difundido en el "Manifiesto Comunista", publicado en 1848 en Londres y ampliamente explicada en "El Capital". Carlos Marx, sostenía que el socialismo es el paso previo al comunismo que sería la cúspide final de la justicia social que busca la humanidad.
Algunos de los partidarios de Carlos Marx aclararían que el socialismo era más gestado desde la burguesía y el comunismo por el proletariado, ambos irreconciliables por la forma de enfoque que más dependía de las condiciones socio económico de sus protagonistas que de postulados universales.
Ambas teorías no forman parte del proyecto ni del pensamiento indígena. La filosofía del movimiento indígena está fundada en la existencia misma de la humanidad y su derecho a la vida en un espacio determinado con amplio sentido de pertenencia cultural e histórica.
Su reclamo ante el Estado es el reconocimiento de este derecho que fuera arrebatado por un sistema de dominio con negación a su existencia, lo cual es totalmente distinta al enfoque de los activistas que fundamentan sus ideales en el proletariado. El proletariado es una forma social de vida supeditada al sistema de enganche industrial que se reduce al reclamo salarial y mejora de las condiciones de vida ciudadanos. No es una reivindicación embrionaria que busca el movimiento indígena respecto a su territorio.
Esta posición no es ninguna barrabasada como así lo quiere entender el poder de facto, sino un derecho reconocido por el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas. Los pueblos indígenas amazónicos defendemos nuestros recursos naturales y luchamos porque estos sean aprovechados en bien de la colectividad bajo un precepto de gobernabilidad y productividad definida en autonomía.
Si la amazonía la defendimos antes del nacimiento de los estados y cuando estos se gestaron tras la independencia los indígenas hemos quedado dentro de las figuras republicanas, es porque así lo hemos expresado desde nuestro corazón de respetar y hacer respetar la soberanía a cambio de recibir protección del estado moderno. Lo que el estado "moderno" y los gobernantes deben saber es que nunca hemos extendido un cheque en blanco para que nuestro destino como pueblos dependa de las buenas voluntades de los gobernantes de turno y jamás hemos pensado que ser parte del Perú seria una amenaza constantes de despojo de nuestro territorio y de nuestra existencia milenaria.
Lo que los indígenas queremos es que nos dejen desarrollarnos como culturas, con las innovaciones que nos ofrece la globalización en nuestros territorios ancestrales, pero de ninguna manera queremos ser forzados e introducidos al sistema de enganche que llevó al occidente a la explosión social, cuya consecuencia desbordó en la división y lucha de clases sociales.
La herencia ideológica que convulsionó Europa y Asia protagonizada por grandes pensadores sociales de ese entonces ha sido calcada en América Latina por sus pensadores como idearios de lucha del proletariado colonizado en respuesta a los modelos que reprimen sus aspiraciones de justicia y de progreso. Muchos políticos que nunca se han actualizado de la realidad indígena, por decir en el caso peruano, están manoseando la movilización amazónica usándola como trampolín para sus propósitos caudillistas y politiqueros, lamentablemente pretendiendo capitalizar el logro indígena, para provecho personal y electoral, lo cual no compartimos y rechazamos tajantemente.
A los políticos y a los congresistas de centro y derecha también se les ha colgado el sarcasmo del criollismo de no atender a tiempo los reclamos indígenas para evitar que otros grupos pretendan subirse al coche de la movilización amazónica. Fue una idea tonta que el oficialismo haya cerrado filas con sus aliados de no atender la demanda indígena con la excusa errónea de creer que la movilización venía digitada por el nacionalismo: "si derogamos la ley, le daremos el gusto al nacionalismo", fue una posición nefasta que creó la ley de embudo. El resultado ya sabemos; peruanos indígenas y policías muertos.
¡Cuidado! Hay que tener mucho cuidado que la demanda indígena no sea utilizada por aprovechadores de coyuntura. Si es preciso sacrificarnos, haáamoslo defendiendo nuestros propios principios, caminando en aquella ruta por la que nuestros viejos y lideres labraron una filosofía propia, de la cual no debemos desprendernos, no dejando que terceros mezclen el romanticismo del comunismo en nuestros pueblos ni de ensayos trasnochados de la derecha que no son propias de nuestra expectativa al derecho de la libre determinación.
La juventud indígena debe comulgar en el suelo de sus ancestros, las organizaciones indígenas deben promover encuentros de reflexión colectivas, los líderes indígenas deben propiciar un clima de fraternidad para hacer de ella una fuerza colectiva de alianza entre pueblos para renovar y consolidar la agenda indígena. Nuestro camino no es aquella ensayada por filósofos occidentales, para los indígenas no existe el socialismo utópico ni el socialismo científico, solo creemos en las bondades que nos ofrece la vida mientras seamos más solidarios y recíprocos.
Cada pueblo debe memorizar el mandato de sus ancestros y guiarse de acuerdo al precepto de sus profetas y filósofos sociales, como en el caso del pueblo Jíbaro, será Etsa nuestro guía.
PD.
Etsa, es un personaje mitológico que nació del huevo de batú, como cuenta la leyenda, vivió entre la gente para proteger a la población contra las amenazas de Iwa, enseñar los preceptos de vida, transmitir conocimientos básicos para la sobre vivencia y señalar las reglas morales del hombre y la mujer. Etsa gozaba de un poder divino que con sus conjuros determinaba el futuro de la humanidad con sólo escupir (kusuiii), maldiciendo o bendiciendo según los actos individuales o colectivos que él mismo lo experimentaba en carne propia. Creaba, modificaba y transformaba el curso de la naturaleza para favorecer y desfavorecer a toda criatura viviente procurando que todo respondiera de acuerdo a su comportamiento, dejando para el hombre obstáculos de prueba para incentivar su perfeccionamiento.
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*Gil Inoach Shawit, es indígena del pueblo Awajun y se desempeñó como Presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) durante dos periodos, de 1996 al 2002.
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