Protestas de prostitutas francesas a favor de la legalización “Sin clientes, buscan puestos en el gobierno” foto: Thomas Samson
- Conversación con Eshoe Aghatise.
Por Gisella Evangelisti*
6 de diciembre, 2013.- Conozco a Eshoe en un congreso de 800 mujeres italianas feministas, y algunos hombres de buena voluntad. La suya es la única cara morena, en un mar de caras blancas. Estamos en Paestum, una ciudad cerca de Nápoles, fundada por los antiguos griegos, donde resisten a los siglos unos templos dedicados a la diosa de la fertilidad.
En una pausa de las actividades vamos a tomar un café, (justo quiero hacerte un par de preguntas, ¿tienes un tiempito para responderme?) pero la conversación con Esohe sigue hasta la noche, llena de sorpresas, y el tiempo se queda corto.
Esohe ha nacido en un país definido “emergente”, con 510 lenguas vivas, una población numerosa, joven y fértil, de la cual la mitad reza Allah, otra parte reza el Dios de la Biblia o del Evangelio, otros más veneran Ogún y los dioses Yoruba, unos cuantos todos a la vez ( por si caso); tiene un trono de oro en el palacio de gobierno, sus políticos ganan más que Obama; uno de sus escritores recibió el Premio Nobel de la Literatura, y tiene una industria cinematográfica con más títulos al año que Hollywood. ¿Cuál será?
Además, tiene el delta más grande del mundo, tierra de manglares, pantanos y selvas…de donde salen ríos de petróleo, que parecen inagotables. Todo, casi como en un folleto para el turista: “Nigeria, cuna de las más antiguas culturas humanas, se proyecta hacia un futuro esperanzador, gracias al oro negro”.
Shell en el Delta del Niger. foto: bibliotecaverde.wikieco.org
Pero Esohe Aghatise, una mujer ágil y naturalmente elegante, no está por slogans. Su padre, un profesor, le enseñó a tener pensamiento propio: “No tomes nada por descontado, hija”, le dijo de niña, “averigua, averigua”. Una vez abogada, y docente en derecho del petróleo, vino a Italia con una beca para especializarse en economía y comercio internacional, y pudo conocer algo más de la fachada turística del Bel País. A pesar de ser importantes partners comerciales, la gente de los dos países se desconoce. Si preguntas: “¿Qué sabes de Nigeria?”, podrás escuchar en Italia un: “Allá viven todos en barracas”, “tienen un equipo de futbol bastante fuerte”, “tienen hábiles estafadores, que saben mil trucos para fregarte dinero”, “han venido muchas prostitutas nigerianas, ¿por qué será?”. ¿Y, qué conocen de Italia en Nigeria? “Tiene Juventus, Milan, y buenos equipos. Ciudades como Roma y Florencia”, te responderán.” Allá deben ser todos ricos, ¿viste que carrazos hay en las teleseries?”, “Los italianos son buenos clientes para las prostitutas. ¿Por qué será?”
Ya. Giramos la pregunta a Esohe. ¿Por qué tantas prostitutas nigerianas, entre las africanas en Italia? Esohe suspira. Para ellas, ha dejado de ocuparse de comercio de mercaderías, concentrándose en el comercio, sucio y doloroso, del cuerpo de las mujeres nigerianas obligadas a venderse. Para entender el problema, debe contarme algo de su país.
Eshoe Ahatise, fundadora de Iroko (State Dept)
Un país con la maldición del petróleo
Nigeria es el país más poblado país de África, con más de 174 millones de habitantes que fácilmente podrían llegar a ser 402 millones en 2050, pero la mayoría de ellos vive con menos de un dólar al día, y tiene una esperanza de vida de 52 años…. Su maldición, el petróleo, asegura el premio Nobel de la Literatura, Wole Soyinka, (dicho el “Mandela nigeriano”). El famoso “oro negro” descubierto en el Delta del Niger, y explotado por compañías extranjeras como Shell, Chevron, Agip, ha traído un progreso distorsionado al país. Las compañías tienen alojamientos confortables para sus trabajadores, hasta de lujo para sus dirigentes, pero la pesca y agricultura del Delta han sido destruidas, enfermedades y miseria se expanden.
Los primeros años del boom petrolífero, en los 70, han dado al país como una borrachera, opina Soyinka. ¡Dinero fácil, lujo, ¡en buena hora! El petróleo ha barrido todo, la gente ha perdido la costumbre de producir los medios de subsistencia, abandonando campos y pequeñas industrias, para correr a la ciudad. Pero las ganancias del petróleo se han quedado en manos de los gobiernos militares que se han sucedido en el país, uno tras otro, sin beneficiar a la población. El actual presidente Obasanjo ha prometido traer electricidad para todos…¡en 2056! (pues, por ahora, es más rentable el negocio de los generadores). Lagos, la ciudad más poblada de África, con un área metropolitana de 21 millones de habitantes y una criminalidad altísima, huele a gasolina, por tener oleoductos que traviesan los barrios. La gente agujerea las tuberías para revender el petróleo. Salió a la calle en los años ochenta cuando Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial impusieron recortes a los gastos sociales, por la crisis financiera: el ejército respondió con masacres. Salió a la calle el año pasado, cuando fue suprimido un subsidio al consumo de petróleo. Los ricos se van del país por motivos de seguridad, los intelectuales, por falta de oportunidad, cuando habría recursos suficientes para permitir una vida digna para todos. La guerrilla lucha desde 15 años en el Delta contra las compañías, secuestrando de vez en cuando trabajadores, pero no ha conseguido cambios, opina Eshoe, por divisionismo interno.
Falta crear un sentido de identidad nacional en la mareas de etnías, y religiones diferentes del país: al contrario, se multiplican los episodios de intolerancia y violencia religiosa. Hasta en el pueblo más perdido hay alguna iglesia de confesiones importadas, como las anglicanas y pentecostales, pero millones de personas siguen también las creencias tradicionales, venerando las divinidades del agua, del hierro (guerra, sangre) de las lluvias y del tiempo; en muchas casas se mantienen un altar con símbolos religiosos, y hasta hay un rincón escondido para el Diablo, para que no fastidie.
La migración
¿Dónde encontrar motivos de esperanza? Las mujeres, a pesar de la carga de la tradición, que las ven básicamente como esposas y madres, constituyen, o pueden constituir, si reciben educación, una gran fuerza de cambio. Pues, aun en condiciones difíciles, luchan para mejorar su condición, por ejemplo practicando, l’osusu, un préstamo rotativo en un grupo de 10 mujeres, para costear bodas o funerales. Tradicionalmente, entre los Ibo (una sociedad con ciudades -estado) no mandaba un rey, sino un consejo de ancianos y ancianas reconocidas socialmente por su actividad comercial o agrícola. La poligamia servía para aumentar los brazos útiles en familia, y daba prestigio al hombre: ahora es pura irresponsabilidad poner al mundo tantos hijos, si no sabes cómo mantenerlos, opina Eshoe. Muchas mujeres están dispuestas a migrar para beneficio de la familia, l’ayeru, o familia extensa, que es todo para ellas. Comenzaron a ir a Europa en los años ochenta. Unos vivarachos prepararon las trampas. “Anda a Italia a cuidar ancianos o niños, hala, ¡que pagan bien!”, decían a la más animada. “Antes, debes hacer un ritual para no olvidarte pagar la deuda del viaje, cuando estarás bien forrada de dinero. ¿Cuánto? Te diré después, hay tiempo para eso”.
Al lado de la carretera. Foto: www.taringa.net
Acto seguido, dan a la mujer un brebaje asqueroso con líquidos orgánicos y aguas de lavado de cadáveres, para que se quede psicológicamente sujeta. Cuando llega a Italia, es obligada con la violencia a prostituirse. Ansiedad por estar sin documentos, largas noches en las calles al frío, hacinamiento, represión policial, violaciones, palizas y explotación por su “dueño”, ostracismo social, abortos clandestinos, obligación a viajar constantemente a otras ciudades de Italia o Europa para pasar desapercibida… esta es su vida. Cuando la pillan sin documentos, la expulsión es inmediata, mientras su explotador saldrá de la cárcel después de una breve pena, (mucho menos severa que en su país), para seguir delinquiendo. Paradojas de la burocracia. Así, muchas mujeres siguen llegando a Europa a probar la suerte, aun cuando esa dura realidad es más conocida. Quizás, cada una piensa: “Yo seré más fuerte que eso. Yo tendré más suerte”. Unas cuantas se vuelven “madame”, llegando a explotar las nuevas llegadas.
Eshoe no podía quedarse mirando lo que veía alrededor, en su ciudad, Turín, como si fuera una película. Así, decidió fundar en la asociación “Iroko”, para tratar de prevenir enfermedades de transmisión sexual, y ofrecer alternativas para las prostitutas que quieren salir de la calle (en muchos casos, arriesgando su vida o la de algún familiar en patria). A nivel internacional participa en organizaciones como CATW (Coalition Against Traffiking in Women), contra el tráfico de mujeres, con investigaciones e iniciativas como una película que circula en Nigeria para informar a las que quieren migrar.
Mientras tanto, con la caída del Muro de Berlín, ha llegado desde los países del Este europeo al Occidente una marea de mujeres altas, rubias, instruidas, apostando a periodos de trabajos temporales para mejorar las flacas economías locales. Muchas cayeron en las garras de las mafias rusas o albanesas, que no usan brebajes con sus víctimas potenciales, sino, a veces, cortejos y palabras de amor, para terminar con un cínico: “Prostitúyete para mi si me quieres de veras, mi cielo…, ¡no es fácil, lo ves, conseguir un trabajo!”. Muchas aceptan por ingenuidad, otras por temor; otras, ni imaginan que su destino podría ser diferente.
Un problema cultural y social
El problema es social, opina Eshoe, no solo de unas cuantas Ong. Si no hubiera demanda, no hubiera explotación de mujeres y niños en redes internacionales. Por eso en 2004 enfrentó la ardua tarea de convocar alcaldes, sindicatos, parlamentarios y representantes de la CATW para discutir el tema en Alba, una ciudad cerca de Turín. Y no se fue por las ramas. “Hay que dirigirse a los potenciales clientes, dijo, y atacar el mito de la “necesidad del hombre” que debe ser satisfecha como sea, donde sea, con quien sea, sin preguntarse en qué condiciones ejerce este trabajo la mujer que tienes de frente. ¿Cuán arraigada es, en los varones, la división de la feminidad en tres: la madre, “santa” de puro amor incondicional; la esposa, para el hogar, los hijos y la misa dominical; la “puta”, para instinto y fantasías sin fronteras?”
Es más. Eshoe explicó a los sorprendidos asistentes que en una investigación desarrollada en 5 países europeos, a la pregunta “¿por qué pides el servicio de una prostituta?”, la respuesta de muchos varones no fue “obviamente, por sexo”, sino “por el poder de sentirme hombre, sin tener que dar explicaciones a nadie, sin tener que esforzarme en cortejos”, o también “por poder expresar todo el desprecio hacia mi jefe, mi mujer, o quien sea, que en lo cotidiano no puedo expresar”. En fin, la prostituta como válvula de escape por las malas relaciones sociales, al par del alcohol o las drogas. ¿No valdría la pena, entonces, mejorar estas relaciones?
“Hay que distinguir entre la prostitución libre y voluntaria (minoritaria) y la prostitución por necesidad económica, falta de oportunidades, esclavitud encubierta”, comentó alguien en la reunión. En Europa hay aproximadamente un millón de prostitutas, y medio millón cada año está sometido a trata. (datos de la Organización Internacional de las Migraciones), mientras en el mundo son 4 millones las mujeres y niños obligados a prostituirse, generando un movimiento de 10.000 millones de dólares. Cifras escalofriantes.
En Italia un sindicato de trabajadoras sexuales locales pide simplemente mejores garantías para ejercer en seguridad. ¿Y las demás? Claro, la abolición de la prostitución es una utopía. Lo fue también, en su tiempo, la abolición de la esclavitud de los africanos en las plantaciones de algodón del Sur de Estados Unidos, las “que el viento se llevó”. Alguien debe imaginarlo, antes de que exista, un mundo donde los sexos se expresan y encuentran en libertad y respeto, sin necesidad de compraventa, opina Eshoe.
“Suecia, Noruega, Islandia, han apostado a abolir la prostitución, y los traficantes ya no prosperan con ella. En Noruega, hablando con los jóvenes, en los pequeños pueblos, entendí como se puede apostar a otra forma de sociedad. El adolescente que es conducido por el padre, (a veces hasta forzado si es homosexual), a iniciarse en su virilidad con una prostituta, es parte de una sociedad patriarcal que podemos superar.”
También Francia ha decidido intentarlo, aprobando en estos días una ley que podría dar un paso adelante en la lucha contra la trata de mujeres, según la Ministra de Derechos Humanos, Nijat Vallaud- Belkacem, una joven franco-marroquí. Prevé multar los clientes de las prostitutas, y con esas multas alimentar un fondo de apoyo a las prostitutas que quieren dejar la calle, juntos con un permiso de estadía de 6 meses para las inmigrantes. En vez o además que pagar las multas, los clientes deberán asistir a uno stage donde serán sensibilizados sobre los problemas creados por la prostitución.
La aprobación en el Parlamento de la ley ha levantado una gran polvareda en la sociedad. En el Bois de Boulogne en París las prostitutas que ejercen por su propia voluntad, o costumbre, han organizado manifestaciones en contra, amparadas por un manifiesto de 343 intelectuales, el “Manifiesto de los cabrones” que proclama: “¡No me toquen mi puta!”. Definen la ley como hipócrita y totalitaria.
Que si, que no, que ni. El debate seguirá encarnizado, más aún cuando, (según Médicos del Mundo), la prostitución se queda como última opción para amas de casa o estudiantes que deben pagar alquiler o estudios. Y todas las leyes se quedarán cortas si la gente de a pie, y sobre todo los hombres, no se cuestionarán sobre la “normalidad” de roles y comportamientos sexuales que hieren la dignidad de las personas más vulnerables, en contextos de crisis.
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*Gisella Evangelisti es escritora y antropóloga italiana. Nació en Cerdeña, Italia, estudió letras en Pisa, antropología en Lima y mediación de conflictos en Barcelona. Trabajó veinte años en la Cooperación Internacional en el Perú, como representante de oenegés italianas y consultora del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, en inglés) en países latinoamericanos. Es autora de la novela “Mariposas Rojas”.
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