El Capitolio, donde funcionan ámbas camaras en Estados Unidos. Imagen: Wikimedia
Servindi, 11 de agosto, 2013.- El 5 de agosto apareció un aviso a toda página en el diario Washington Post con un mensaje dirigido a la Cámara y al Senado de Estados Unidos. El portavoz de los pueblos amazónicos de Ecuador clama por una reparación justa a las comunidades afectadas por la actividad petrolera y podemos leer el comunicado gracias a la gentil traducción de nuestra colaboradora Gisella Evangelisti.
“No invitado, un portavoz de los pueblos Amazónicos del Ecuador se dirige a Cámara y Senado de los Estados Unidos”.
Solo personas muy importantes se dirigen a las dos instancias legislativas del Congreso, Presidentes, Primeros Ministros, estadistas. Pero no, quizás, tan genuinamente importantes como un pequeño hombre, alguien diría un hombre insignificante, que ha sido testigo de la injusticia que ha sufrido su pueblo de parte de una enorme compañía, y que sabe que solo pidiendo audiencia a la gente más poderosa de América podrá ser justamente escuchado en su reclamo sobre la naturaleza de la injusticia. Y en esta escucha está la esperanza que el sentido común, y el sentido de decencia puedan prevalecer.
Esta petición trata de petróleo y dinero. Grandes reservas de petróleo fueron descubiertas en el norte de la Amazonia ecuatoriana hace muchos años. Este hecho, por un lado favorecía el PBI del estado, por otra parte implicaba el problema de cómo extraer el petróleo, preservando a la vez el ambiente y las comunidades donde las operaciones se iban a realizar. Inteligentemente, el gobierno de ese entonces proporcionó a las grandes compañías la expertise apropiada para ayudarles a explorar y desarrollar los lotes petroleros; esto, suponiendo que ni el gobierno ni la compañía petrolera pudieran tolerar daños prolongados a los ecosistemas de estas áreas del planeta, tan frágiles y con tanta importancia ambiental.
La mayoría eran grandes compañías petroleras de los Estados Unidos, donde los estandares, establecidos por el Instituto Americano por el Petróleo 50 años atrás, definían cómo el territorio tenía que ser protegido durante y después de la extracción de petróleo. Esos estándares eran estrictamente impuestos y observados a lo largo de los Estados Unidos. Sin embargo, no han sido aplicados en Ecuador. De hecho, han sido sistemáticamente ignorados.
Así que, en vez de respetar las reglas estadounidenses, internacionalmente reconocidas, en materia de eliminación de residuos tóxicos resultantes de la explotación de petróleo, una compañía petrolera, la Texaco, produjo residuos superando 100 veces los niveles de toxicidad permitidos en Estados Unidos, en los ríos, suelos y arroyos de remotas regiones de la Amazonia ecuatoriana. Con efectos terribles a largo plazo sobre sus pueblos. El agua que toman está contaminada. Los ríos donde se bañan y pescan están contaminados.
Enteras áreas donde vivían han sido llenadas de residuos tóxicos fangosos. Enteras comunidades han sido en la practica, destruidas.
En el 2011, una Corte afirmó que había una “razonable probabilidad médica” que los problemas de salud padecidos por los pobladores de estas áreas habían sido causados por la contaminación petrolera. La evidencia es real, no imaginaria.
Sin embargo, la disputa sobre las reparaciones entre los pueblos amazónicos de Ecuador y Chevron, la compañía que adquirió Texaco y sus deudas y obligaciones, está durando ya 20 años.
¿Veinte años negando los hechos? No, La evidencia está allí, visible hasta por ellos. Y Chevron de hecho ha gastado sumas considerables de dinero en reparaciones, pero no ha enfrentado la totalidad de los problemas causados.
¿20 años defendiendo la eliminación de residuos tóxicos a través de métodos que violan las leyes estadounidenses e internacionales? Sí, a pesar de que en otros lotes petroleros la misma Chevron respeta estas reglas.
¿20 años gastando millones de dólares en abogados en vez que en la búsqueda de un acuerdo equitativo? Temo que sí.
Así que, señoras y señores de las dos Cámaras del Congreso Estadounidense, el caso de la reparación no debería ser objeto de debate. Los pueblos ecuatorianos de la Amazonía han sufrido y siguen sufriendo hasta el día de hoy.
Las comunidades, el ambiente, los niños nacidos malformados, las víctimas de un error de juicio, o de una intención maligna, son visibles para todos.
Los perpetradores de este crimen deberían, en nombre de la humanidad y de la decencia común, cumplir con sus obligaciones. Gentilmente y con la integridad que compete a la tercera compañía más grande en los Estados Unidos.
Por favor, pidan a vuestra propia Constitución que defienda los derechos del pequeño hombre, para garantizar que el poder no equivalga automáticamente al derecho, que la justicia no sea servida mirando al otro lado sin hacer nada.
Gracias.
Justiceforecuador.com
Emitido por el Gobierno de Ecuador
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