Actividades de siembra y cosecha de agua. Foto: ABA
Por Doris Romero*
14 de diciembre, 2012.- Durante más de 10 mil años, las poblaciones de los Andes establecieron un modelo de vida basado en la agricultura y, a pesar de los enormes cambios sociales, económicos y poblacionales de los últimos siglos, los valores de desarrollo en armonía con el medio ambiente y de complementariedad y reciprocidad siguen siendo la base de la cultura andina, en la cual el agua juega un papel central.
Para las comunidades campesinas andinas el agua es un ser vivo y fuente de vida. Por ello viven en armonía con ella y la protegen.
La Asociación Bartolomé Aripaylla (ABA) respalda activamente lo mencionado y trabaja en forma conjunta con las familias campesinas ubicadas en Quispillacta, entre 3500 y más de 4000 msnm, en la provincia de Cangallo, Ayacucho, Perú.
ABA es una institución que se identifica con los problemas y necesidades cotidianas de la zona, pues se encuentra conformada por un equipo de profesionales originarios de Quispillacta y otras comunidades aledañas.
Desde hace más de 20 años trabajan juntos y con una sola visión: contar con agua para su consumo, riego de pastos y para la conservación de los pastos comunales.
Las prácticas ancestrales aún vigentes han ayudado a estas comunidades a proveerse de agua durante todo el año.
¿En qué consiste la siembra y cosecha de agua?
En el marco de la cosmovisión local, el agua al igual que el suelo y otros componentes de la naturaleza, son considerados “personas” que tienen vida (kawsaqmi). Los pobladores mencionan que hay que “llamar”, “almacenar" y “llevar” al agua, a través de cantos ceremoniales.
La siembra y cosecha de agua de lluvia, consta de las siguientes actividades:
- Qucha ruway (almacenamiento de agua de lluvia en vasos naturales u hoyadas).
- Puquio waqaychay (protección y conservación de puquiales emergentes).
- Plantación de plantas que “llaman agua” o “madres del agua” en ojos emergentes y bofedales.
- Lliwas (formación de bofedales o humedales).
- Puquio laqay (mantenimiento festivo de los ojos de agua).
El Qucha ruway consiste en el almacenamiento de agua de lluvia en vasos naturales mediante la construcción de diques de piedra con núcleos de arcilla. La actividad es ceremonial y se realiza con profundo respeto a las deidades del lugar donde se va “fundar” la laguna.
El objetivo es la siembra de agua para que se infiltre a través del suelo y subsuelo, y alimente a los acuíferos que dan origen a manantes, localmente llamados “ojos de agua” o puquios, y a los bofedales o humedales de puna.
El Qucha ruway es una modalidad alternativa de almacenamiento del agua en ‘vasos’ impermeabilizados, por lo que la recuperación de la vegetación circundante para evitar el arrastre de sedimentos finos por la escorrentía superficial hacia el lecho de las lagunas, es otro de sus objetivos. Las lagunas se estabilizan después de varias temporadas de lluvia, lo cual ocurre por el nivel de reposición del agua en la napa freática.
Los nuevos puquios que aparecen como efecto del almacenamiento del agua de lluvia, así como los existentes, son “criados” con plantas que a su vez “crían agua”, y se conocen como yakupa maman (plantas madres del agua) o yaku qayaq (plantas que llaman agua), como son la putaqa (Rumex peruvianus) y otras plantas que tienen las cualidades de hacer brotar agua donde no hay e incrementar el volumen del manante.
Se las protege del daño de los animales con pukutus o pukullus (infraestructuras de protección del manante) de piedra y, además, estas plantas, confieren energía a las lagunas y a los nuevos ojos de agua: “les hacen encanto”.
Las actividades que siguen son la formación y ampliación de los bofedales y el mantenimiento de los puquiales y lagunas en cada año agrícola, lo que significa la limpieza de sedimentos acumulados en los puquiales y la rehabilitación de conductos subterráneos que comunican al puquial madre (maman puquio) con los de uso (puquiales secundarios).
Este mito del uso y el cuidado del agua está vinculado a los rituales que se celebran en ceremonias y fiestas de gran amplitud como es el Yarqa Aspiy (limpieza de canales) donde la ceremonia central es la ofrenda al Puquio laqay (mantenimiento de puquiales), que se celebra entre mayo y septiembre. También se vincula con un alto nivel de organización comunal, protagonizada por los jóvenes y niños, quienes se encargan de la festividad y la limpieza de todos los puquiales.
La recuperación de todo este conjunto de actividades basado en la cosmovisión propia de los campesinos de Quispillacta, ha sido realizada con el acompañamiento de ABA, pues los campesinos las estaban olvidando debido al consumo de agua entubada y al abandono de las técnicas tradicionales especiales para la regeneración del agua y la naturaleza.
Los que paticipamos en la pasantía hemos constatado la fuerza que tiene la cultura para provocar cambios de actitud en las personas. Donde antes había abandono, desolación y lágrimas, hoy desborda el entusiasmo y respeto entre los comuneros y sus autoridades, traducido también en una mayor disponibilidad de agua para el cultivo, para el “buen vivir” (kausakuy).
Los productores han visto que a partir de condiciones naturalmente más difíciles que las propias, se pueden lograr situaciones de bienestar, que las creencias que les transmitieron sus abuelos están vivas también en otros lugares, y que les dan la fuerza para vivir mejor. “En mi sitio no hay putaqa, es más frío, más húmedo, pero voy a buscar unas parecidas, probarlas, criarlas en silencio. Cuando resulten, recién voy a mostrar a los comuneros”.
Campesinos de Pitumarca durante la pasantía en Quispillacta. Foto: María Fernanda Martínez, ETC Andes El proyecto PitumarcaEs proyecto de apoyo y asesoramiento a los alpaqueros y a las artesanas textiles de las comunidades campesinas del distrito de Pitumarca, ubicado entre los 3.200 y 5.000 metros de altitud, en la provincia de Canchis, al sureste de la ciudad de Cusco. Actualmente los glaciares andinos están siendo afectados por el cambio climático, lo que altera el régimen hidrológico, factor clave para la producción agropecuaria de las comunidades campesinas altoandinas. Ante esta situación, la Asociación Ecología, Tecnología y Cultura en los Andes (ETC Andes), en alianza con el Instituto de Medio Ambiente y Género para el Desarrollo (IMAGEN), y el Centro de Sabidurías Interculturales (CEPR OSI) conducen el proyecto “Contribución al desarrollo económico en el distrito de Pitumarca en zonas sensibles al cambio climático”, el cual realiza la capacitación de los campesinos en temas productivos y de comercialización (manejo de pastos, esquila mejorada, tratamiento posesquila, organización para la producción y la comercialización), en la gestión de riesgos ante el cambio climático, en los procesos de planificación de las organizaciones de base e incidencia política en los gobiernos locales, entre otros temas. Esta contribución es posible gracias al financiamiento que otorga Christian Aid, institución que trabaja con los países en vías de desarrollo que están siendo afectados por el cambio climático. En el marco de este proyecto, un grupo de campesinos del distrito de Pitumarca y algunos técnicos que los asesoran, realizaron una pasantía en la comunidad de Quispillacta, lugar de trabajo de la Asociación Bartolomé Aripaylla (ABA) de Ayacucho, una zona muy árida cuyos pobladores han sido muy golpeados por la violencia vivida en la región Ayacucho en las décadas de 1980 y 1990, la cual afectó seriamente su identidad cultural. Actualmente viven un proceso de recuperación de su identidad que les ha llevado a revalorar sus conocimientos tradicionales y aplicarlos para mejorar sus condiciones de vida. Mirella Gallardo Marticorena Coordinadora del proyecto Convenio Christian Aid-ETC Andes |
Referencia
Siembra y cosecha de agua de lluvia, en Culturas aguafestivas, ABA-Ayacucho.
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*Doris Romero de la Asociación ETC Andes, correo electrónico: romerodo@yahoo.es
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Fuente: Revista Leisa volumen 28 N° 3: http://www.leisa-al.org/web/images/stories/revistapdf/vol28n3.pdf
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