Servindi, 28 de diciembre, 2010.- En Filipinas, la construcción de carreteras en los bosques por parte de las compañías mineras, ha causado una terrible deforestación y erosión de las tierras que socavan las fuentes de sustento de comunidades indígenas y pequeños campesinos.
Además, las tierras indígenas en recomposición orgánica (barbecho), esenciales para la agricultura tradicional de tala y quema, así como áreas de acopio de productos forestales no maderables, son convertidas en plantaciones de palma.
Esta situación ha impactado de manera significativa en las comunidades indígenas y rurales, que dependen de los recursos naturales y recolección de materiales vegetales para la alimentación, construcción de viviendas y medicinas.
En algunos municipios de la provincia de Palawan, las plantaciones de palma ya están compitiendo y llevándose por delante áreas cultivadas destinadas al autoconsumo.
Desde el 2004 que se inició el proceso político de Revitalización de la Minería en Filipinas, se otorgaron concesiones a compañías mineras en los últimos puntos calientes de biodiversidad, incluidos los calificados como zonas restringidas y de máxima protección antes protegidas por la ley.
Ante esta situación, la población ha puesto al tanto de esta situación al presidente Benigno Aquino, pero hasta la fecha no han recibido respuesta por parte del mandatario.
Del mismo modo, organizaciones indígenas junto a varias ONG, demandaron al gobierno filipino para que detenga la expansión de las plantaciones de palma, así como la construcción de carreteras para la minería, y también que se cancelen las concesiones mineras que amenazan las reservas de agua, bosques y comunidades.
Otro de los pedidos es la revocatoria de Decreto Ejecutivo 270, que permitió toda esta actividad industrial en zonas de alto valor ecológico de las que también la población depende para su supervivencia.
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