Lo que comes… La diversidad para la imagen y festivales

Por Leonardo Tello Imaina*

25 de julio, 2013.- En la comunidad de San Antonio del Río Marañón, Distrito de Nauta, Provincia de Loreto, vive la Sra. F. Yumbato, a quien le detectaron diabetes no hace mucho. Ella ha venido muchas veces a Nauta para pedir ayuda al Alcalde para gastos de tratamiento, pero el Alcalde de Nauta está siempre ocupado, tiene otras cosas “más importantes que atender”. La salud de la Sra. F. Yumbato se deteriora cada día.

Que la gente no sepa a dónde acudir en estos casos, habla de lo mal que trabaja el Ministerio de Salud y que los discursos del gobierno siempre caen en saco roto. Acudimos al centro de Salud de Nauta para pedir información sobre el número de pacientes diabéticos y el tratamiento que reciben, dado que en los últimos años nos hemos topado a cada paso con personas que padecen este mal, pero el Centro de Salud está paralizado desde hace más de un mes, la persona responsable del área está de vacaciones y la que ha quedado encargada no está autorizada a brindar información.

Doña F. Yumbato, incrementa la estadística de personas con este mal, una enfermedad sistémica que no tiene cura y hay que aprender a prevenir. Le han aconsejado no comer tallarín y arroz juntos, solo uno de los dos y en poca cantidad. O si come yuca no probar el plátano o viceversa. Nada de masato. En pocas palabras, reducir los alimentos con harina y almidón, limitar los niveles de azúcar y evitar, en lo posible, los fritos y las grasas. Muchas personas con este mal que antes estaban gord@s, sanas para los pueblos indígenas, ahora están casi huesos, enfermas para los pueblos indígenas.

Viajando en una lancha que hace la ruta Iquitos – Yurimaguas, un día cualquiera nos encontramos con niños pequeños ‘desayunando’ galletas con gaseosa. Un repaso rápido a los productos que venden en la bodega de la lancha nos da una certera visión: repleta de gaseosas (te dan la comida con el pasaje pero no agua ni otra bebida) y galletas, panchitos…

En otra ocasión viajando por el Marañón en un bote pequeño, me doy cuenta de algo que ocurre cotidianamente; hay más carga que pasajeros a bordo. El 80% de la carga es gaseosa, el 15% galletas y lo demás se completa con golosinas sin registro sanitario, que se va desembarcando en cada comunidad.

Otro día cualquiera, al término del cobro del Programa Juntos quedan regados por el suelo cientos de plásticos de botellas de gaseosa y envolturas de galletas añadiendo un problema más a los ecosistemas amazónicos.

Otro ‘programa’ originado desde el gobierno es la entrega de desayunos a base de leche y galletas soda (vamos a suponer e imaginar que enriquecida con alguna vitamina) y almuerzos consistentes en arroz, tallarín, legumbres y portola (conserva de pescado). “Ya no quiero ni oler esa comida mamita” dice Franquito, un niño de 5 años. Todos los días lo mismo porque la diversidad de la comida peruana queda para los festivales internacionales, sino, pregúntenle a Gastón, pero para dar de comer a los escolares humildes, para ellos, siempre lo mismo.

A ver si nos enteramos bien del asunto: un país tan diverso necesita homogeneizarse a lo blanco, que para eso presumimos de crecimiento económico. Nos ‘enseñan a comer’. De esta manera los estudiantes humildes de lunes a viernes desayunan y almuerzan lo mismo, pero diferente de la comida que ingerirían en sus casas. Ocurre que los niños se acostumbran a este tipo de comida, aunque a muchos de ellos les produzca alergias los mismos enlatados de todos los días.

De lunes a viernes “aprenden” a comer en el colegio, para eso es un lugar de enseñanza, ¿no? (no está claro si es también de aprendizaje dado los pésimos resultados educativos en la provincia de Loreto), y el sábado y domingo comen más sano en sus casas. Enseñando que las comidas indígenas no son del todo comidas, o al menos no las comidas de ‘un peruano de estos tiempos’ extendiendo más la discriminación a las comidas indígenas.

Tal vez el objetivo sea el desprecio por nuestras raíces para ser más volátiles y manipulables. Ya decía el impresentable ex presidente Alan García Pérez, el “salvajismo” de los amazónicos se remedia con educación. Se suma a esto un tipo de alimentos para un prototipo de ciudadanos que sostengan el crecimiento económico como parte del mercado de consumo, no de beneficiarios de este crecimiento. Hoy por la mañana hemos conversado con algunas madres que preparan los alimentos de sus hijos con insumos del programa Qaliwarma. Esto es lo que el programa tiene como insumos y raciones:

Lunes guiso de frejol y conserva de pescado
Martes guiso de arvejas con arroz y conserva de pescado
Miércoles tallarín en salsa de tomate y conserva de pescado
Jueves arroz con frijol y conserva de pescado
Viernes tallarín en salsa de tomate y conserva de pescado

Madres: “esto es lo que recibimos: un poco de arroz, fideos, pescado enlatado y el resto de los ingredientes tenemos que ponerlo nosotras; ah…, también nos dan un poquito de aceite”. Para nosotras que no tenemos como costear los gastos para completar los alimentos, resulta un problema. Nuestros hijos no quieren comer lo mismo y por eso nos vemos obligados a comprar otras cosas…

En muchas escuelas reciben el desayuno y almuerzo juntos entre las 9:30 y 10 de la mañana. Muchos niños no acaban sus alimentos, primero porque están cansados de comer lo mismo y segundo porque la cantidad de carbohidratos y conserva de pescado, produce empacho en los niños (vómitos y rechazo a la comida). ¿Quién se encarga de que se hagan bien las cosas?

Lo que sale en la TV de lo bonito del programa QALI WARMA está preparado para los medios de comunicación, para aquellos que se someten a los boletines y editoriales y las leen sin preocuparse quien las escribe o en conocer la verdad de los pueblos ¿beneficiarios?

Cuando alguno de los chef peruanos de moda, Gastón Acurio o cualquier otro, llegan a Iquitos lo primero que miran son los ingredientes. Ningún cocinero de renombre admitiría comer todos los días lo mismo, y menos tantas harinas y almidones (por eso de la diabetes de la que estamos hablando y otras enfermedades…).

Si de comer sano se trata son las comidas indígenas las más sanas. La cocina de nuestros pueblos se basa fundamentalmente en cocidos (pango), asados, al vapor (envueltos en hoja), pocas frituras excepto la época de la taricaya y en que los peces tienen harta grasa para cocinarlos con ella (en muchas ocasiones asado). Poco aceite, aunque con la entrada del dinero en las comunidades, una realidad con apenas 50 años, se ve a los niños acudir a la bodega y regresar con una bolsa de S/. 0.50 de aceite, y sal, abundante sal y azúcar, para evitar la deshidratación pero que contribuye a la hipertensión. Los doctores del Ministerio de Salud lo saben, pero no tienen conciencia como para comunicárselo a la gente más humilde. La inclusión social es una coladera.

Si el Ministerio de Educación tuviera más respeto por el Perú, primero aprendería de los pueblos indígenas, y sus comidas. En estos tiempos de comidas sanas, los conocimientos culinarios de los pueblos indígenas adquieren una importancia vital. Ya quisieran en Estados Unidos tener la posibilidad de comer tan sano como la tradición indígena para evitar problemas posteriores de salud. Ya quisieran.

Ya lo hemos dicho en otra ocasión, y lo volvemos a repetir: una campaña de revalorización de las comidas indígenas para desterrar la discriminación, a cargo de uno o varios cocineros peruanos de esos que se pasean por el mundo como triunfadores, tipo Gastón Acurio. Nos ahorraríamos de paso un montón de dinero del Ministerio de Salud en atender a diabéticos… y se come rico, muy rico.

Un asado o un envuelto en hoja son uno de los manjares más exquisitos que se puede uno permitir. Ya quisiera la ministra de Educación poder darse el gustazo de una patarashca, por decir, o un buen masato, de esos hecho con el líquido del corazón, como se hace en el pueblo kukama y en muchos otros pueblos indígenas de la Amazonía.

Echemos una mirada a la biblia. En Corinto los humildes pasaban hambre mientras los ricos gozaban de todos los manjares. Pablo recrimina esta conducta como impropia de cristianos. ¿Cómo celebrar la eucaristía en un momento de fuerte cambio alimentario en los pueblos indígenas? ¿Qué implicaciones para los pueblos indígenas, y para la Iglesia? Quien levantará la voz como el profeta: “¡Atención, sedientos!, acudan por agua, también los que no tienen dinero: vengan, compren trigo, coman sin pagar, vino y leche de balde”. Isaías 55, 1.  Desde el pueblo kukama planteamos una reflexión profunda de estos temas.

No es nuestra intención interpretar a los pueblos indígenas, siendo indígena, a partir del pensamiento occidental, sino de horadar, interrogar, a la filosofía, al pensamiento occidental con las preguntas que nos planteamos desde el mundo indígena. De igual modo, tratamos de interrogar a la biblia a partir de los pueblos indígenas.

Y qué puede decir cada uno desde sus tradiciones al cambio alimentario para acompañar en estos momentos a los pueblos indígenas. La alimentación de las personas y sobre todo de los pueblos indígenas no puede depender de nadie más que de los pueblos indígenas con el consiguiente respeto de la misma. Ejemplos claros que no deben ocurrir la “MONSANTO”, el Grupo Romero, entre otras.

Desconocemos lo que cocinaba Rut, la moabita, lo que comiera Pablo en sus viajes por el mundo conocido entonces, o lo que comiera José en Egipto o Jeremías en Babilonia. ¿Qué habría estado cocinando la samaritana el día que se encontró con Jesús en el pozo? ¿Qué habría estado cocinando mi tátara, tátara, tátara, tátara, abuela para comer en aquellos aaaaaaños en la Amazonía? Más preguntas podemos hacernos y me encantaría saber la respuesta. Podrían arrojar luz al cambio alimentario.

El sociodrama de QALI WARMA (por poner un ejemplo)

(Marzo 2013 en Nauta)

Actores:

1.Supervisores del programa “Qali Warma”

2.Niños de las escuelas

3.Madre de familia

Luces, cámaras y mentiras…, perdón, es acción.

QW: hola niños

Niños: holaaaaa

QW: comen bien?

Niños: __silencio___

QW: digan sisisi, para que les vean en la TV

Niños: siiiiiiii

Mamá (salida de la escuela, fuera de cámaras): Señor, a los niños les gusta la comida, pero no son los alimentos que da Qali Warma.

QW: ja,ja,ja,ja

Se hacen los cojudos y se van. Esa es la historia que veremos en la TV y esa será la justificación de millones de soles en gastos, para un gobierno que no tiene ni idea de lo que significa “Inclusión social”

Siempre será mejor la comida indígena si nos la dejan de contaminar…

__

* Leonardo Tello Imaina es comunicador de Radio Ucamara en Loreto.

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