Por segunda vez en los últimos días, el jefe del Frente de Protección Etno-Ambiental Río Envira, y director substituto de la Coordinación General de Indios Aislados (CGII), de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), José Carlos dos Reis Meirelles, alerta sobre la inminente movilización de madereros peruanos en las cabeceras del río Envira, en la cercanías de la frontera Brasil-Perú. En el lado brasileño, las primeras evidencias de esa actividad fueron detectadas por el Frente de la FUNAI en noviembre y se repitieron en los últimos meses. Lo que era una fuerte sospecha se convirtió, ahora, en constatación segura, con la aparición, después de fuertes lluvias, de una cantidad significativa de tablones flotando en el río Envira, debidamente marcados por sus "propietarios".
Debe destacarse inicialmente la ilegalidad de esa actividad, realizada en territorio tradicional de los indígenas en aislamiento "voluntario" Mashco Piro, localizado en el interior del Parque Nacional Alto Purús y de la Reserva Territorial Mascho Piro, incorporada en ese Parque desde 2004.
Las actividades de madereros en esa región no son recientes. Desde fines de los años 90, hay datos confirmados de la creciente penetración de madereros en las Reservas Territoriales Murunahua y Mashco Piro, con trágicas consecuencias para los indígenas en aislamiento voluntario que ahí habitan: "correrías", enfermedades, desplazamientos forzados, conflictos interétnicos, enganche por deudas y esclavitud. Estos procesos fueron nuevamente destacados, en marzo de 2005, en el estudio "Trabajo Forzoso en la Extracción de la Madera en la Amazonía Peruana", publicado por el Programa de Acción Especial para Combatir el Trabajo Forzoso, de la Organización Internacional de Trabajo.
Del lado brasileño, las consecuencias de esa extracción ilegal fueron significativas en los últimos años. Los daños socioambientales causados por la penetración de madereros peruanos fueron inmensos en tierras indígenas y unidades de conservación localizados a lo largo de la frontera internacional. Por otro lado, tres nuevos conjuntos de malocas de "aislados", como esos indígenas son calificados por la FUNAI, fueron identificados, a partir de 2003, por grupos de trabajo del órgano indigenista en diferentes afluentes del río Envira. Ese aumento considerable de los asentamientos de habitación permanente y de la población de indígenas "aislados" en el Estado (Provincia) de Acre fue consecuencia directa de la explotación de maderas del lado peruano, así como de la actuación de misioneros norteamericanos en el río Curanja, afluente del alto río Purús.
Para el pueblo de Acre, y principalmente para sus pueblos indígenas, es una profunda satisfacción recibir a esas poblaciones "aisladas", portadoras de culturas y formas de vida únicas en el planeta, y todos los esfuerzos serán realizados, por los gobiernos federal y estadual, para garantizarles protección. Fue esa la intención de ambos gobiernos en las últimas tres décadas, cuando poco más de dos millones de hectáreas, distribuidas en nueve tierras indígenas y un parque estadual, fueron creados para albergar a indígenas "aislados". Es bastante triste, por otro lado, constatar que la entrada de esos pueblos, como los Mashco Piro, a Acre es resultado de procesos genocidas llevados a cabo por madereros y de la sistemática omisión de las autoridades indigenistas, ambientales y policiales del país vecino. Y, más aún, que su establecimiento permanente o sus desplazamientos en territorios habitados por los pueblos Kaxinawá, Ashaninka y Manchineri y por otros grupos de indígenas "aislados", Pano, algunos hace pocos años llegados del Perú, puede resultar en nuevos enfrentamientos y muertes.
La nueva alerta de Meirelles, por tanto, llega en momento oportuno. Nuevamente está en pleno desarrollo la actividad maderera en el lado peruano del río Envira. En medio de la estación lluviosa los madereros están penetrando territorios tradicionales de indios "aislados", una reserva territorial y un área natural protegida, para explotar caoba y transformarla en tablones, una serie de actividades ilícitas y crímenes previstos en la legislación. ¿Estaría esta madera destinada a ser trasladada por Puerto Esperanza, en el Purús, o por el río Ucayali?
Un sobrevuelo en esa región, con la participación de representantes de los gobiernos brasileño y peruano, es un primer paso necesario para constatar la obvia actuación de los madereros, mapear el lugar exacto de la extracción e identificar a los autores y a sus patrones. Pero otras medidas también son necesarias. La protección de los indígenas aislados y sus territorios, el efectivo control sobre las áreas naturales protegidas y la interrupción de las actividades ilegales de los madereros en la región de frontera entre Brasil y Perú son prioridades urgentes y atribuciones legales del gobierno peruano.
Meirelles llama la atención, y esta no es la primera vez en los últimos años, para abordar otro aspecto igualmente crucial: la necesidad de una actuación articulada entre los gobiernos de ambos países, para asegurar la integridad de los pueblos "aislados", sus territorios, bien como la biodiversidad existente en esa rica región fronteriza, donde nacen ocho importantes ríos que penetran el Estado de Acre. Eso también es integración: esta, vale la pena destacar, no se realiza apenas construyendo carreteras binacionales, como la Transoceánica, o planeando otras, como la Pucallpa-Cruzeiro do Sul.
* Marcelo Piedrafita es antropólogo brasileño
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