Los desconocidos del Camisea

Indígenas Nanti. Foto: Ministerio de Salud

Por Milton López Tarabochia

El pueblo Nanti, población originaria en situación de aislamiento y contacto inicial, localizado entre los departamentos de Madre de Dios y Cusco, lleva siglos sufriendo la explotación y las epidemias de los hombres de fuera como también la indiferencia de un Estado, que más se preocupa por aumentar la cifra del PBI nacional con el megaproyecto Camisea. Un primer paso para que esta situación cambie es su reconocimiento como ciudadanos iguales, pero salvaguardando su extrema vulnerabilidad y sus derechos colectivos.  Para esto, es necesario conocerlos. Esta es su historia.

Servindi, 31 de diciembre, 2013.- Su madre los está viendo morir a todos. A todos en los alrededores de los ríos Camisea, Timpía y Ticumpinía, entre las cuencas del Urubamba y el Manu. Y estos ven morir a su madre, la Naturaleza. Ven disminuir su población de un 30 a 50 por ciento desde el primer contacto que tuvieron con la sociedad envolvente, según la antropóloga Christine Beier. El Estado también los ve morir y no hace nada. En cambio, hay otros que sí hacen algo, enseñarles a rezar.

"Ven disminuir su población de un 30 a 50 por ciento desde el primer contacto que tuvieron con la sociedad envolvente, según la antropóloga Christine Beier"

La historia de los pueblos en aislamiento, ignorada de la versión oficial, empieza a construirse a partir de su “descubrimiento”  por las misiones católicas. Los españoles relatan el hecho mediante reportes escritos por los evangelizadores de la época.

En un informe de los últimos años de un misionero de Timpía que se dirige al asentamiento Nanti de Ikonene se demuestra el objetivo y visión de ellos hacia el pueblo aborigen, “El Señor no descuida a sus hijos primitivos y aislados y les va abriendo horizontes de una gozosa esperanza”.

A los “hijos primitivos” la esperanza no es lo que le han traído los hombres occidentales. Sino todo lo contrario: enfermedad y violencia.

Se intuye la historia de los pueblos aislados porque no hay registro escrito de sus orígenes. Al menos no en el caso de los Nanti, los cuales pertenecen a la familia lingüística Arahuac y al grupo humano de los Matsigenkas.

"Sus comienzos no lo recuerdan, pero su dolor sí lo conocen por una santa trinidad: el caucho, la madera y los hidrocarburos"

No tienen historia de sus inicios porque no declaran aquellos acontecimientos de los cuales no han sido testigos de primera mano. Es así que su memoria histórica no pasa de la década del 60 del siglo pasado.

Sus comienzos no lo recuerdan, pero su dolor sí lo conocen por una santa trinidad: el caucho, la madera y los hidrocarburos.

El “descubrimiento” del gas

El contacto entre el consorcio de la empresa Pluspetrol y la población Nanti comenzó en 1998. Aunque el desarrollo del proyecto Camisea ya había comenzado en 1983 con la empresa Shell, la que luego se retiró de la zona.

El consorcio dedicado a la explotación de hidrocarburos vio en la Amazonía un futuro, y, como decía el oficialismo, la panacea para el abastecimiento interno de gas. Luego de dos años de respiro, volvió a reiniciarse en el 2000. Cuando el Perú salía de una dictadura, los Nanti entraban a otra.

La Kompariha, como los pobladores la conocen, es concebida por ellos como un poderoso grupo del mundo río abajo. Y este grupo poderoso iba a demostrar, a la manera de los conquistadores de antaño, su generosidad, a través del obsequio de baratijas y herramientas de metal, estos últimos, objetos que los Nanti desean bastante por su utilidad en sus actividades diarias.

Uno se imagina si dentro de las tantas baratijas que le regalaron a los Nanti estuvo un espejo para que ellos se vean reflejados. Y se asusten. Porque el reconocimiento de uno mismo es, a veces, más fuerte que el del otro. Por alguna razón “Nanti” significa “Yo” en lengua Matsigenka.

Pluspetrol evita ese susto, y no reconoce su naturaleza violenta. Según la antropóloga especialista Beatriz Huertas ellos afirman que los pobladores y expertos exageran los impactos, y que ellos tendrán los cuidados necesarios.

"El pueblo Nanti jamás imaginó que la Kompariha iba a ocupar casi la tercera parte de la Reserva Territorial que comparten con otros pueblos

El pueblo Nanti jamás imaginó que la Kompariha iba a ocupar casi la tercera parte de la Reserva Territorial que comparten con otros pueblos y que las actividades exploratorias y de extracción iban a remecer las entrañas de su hogar, ¿y el Gobierno ha sido ajeno a este problema?

La Defensoría del Pueblo ha confirmado que en los últimos años un 50 por ciento de los conflictos sociales son de carácter socio-ambiental. Naturalmente, el conflicto Camisea es parte de ellos. Sin embargo, el Estado no ha generado un plan de acción contra esto.

Incluso en la Ley N° 28736 para la Protección de los Pueblos Indígenas y Originarios en Situación de Aislamiento y en Situación de Contacto Inicial, el artículo 5, inciso 6 afirma que las Reservas Indígenas creadas a favor de estos pueblos son de carácter intangible excepto en el caso de ubicarse un recurso natural susceptible de aprovechamiento cuya explotación resulte de necesidad pública para el Estado, caso en el que se procederá de acuerdo a Ley.

La cábala del Lote 88

El número 88 es el número cabalístico para el consorcio y una amenaza para el grupo humano Nanti. Aunque quizás ellos no tengan la misma noción de número que nosotros, sin duda saben reconocer que su mundo está sufriendo y esto no es gratuito.

En el 2011 la Dirección General de Asuntos Ambientales Energéticos (DGAAE) del Ministerio de Energía y Minas (MINEM) autorizó a Pluspetrol la elaboración del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) para la ampliación de actividades en el Lote 88, en la locación de San Martín Este.

Mapa que muestra ampliación del lote 88 superpuesto a la reserva territorial. Elaboración: Instituto del Bien Común (IBC)

Pese a una serie de observaciones, que se resolvieron parcialmente, la DGAAE aprobó el EIA junto con la expansión en el mencionado lote. Es así que la actividad extractiva pasa a ocupar la tercera parte de la Reserva Territorial Kogapakori, Nahua, Nanti y otros.

La antropóloga Beatriz Huertas señala que de realizarse la ocupación significaría un gran impacto en la zona ya que “se talaría bosques para abrir caminos para las líneas sísmicas. Luego, se procedería a hacer hoyos y dentro se detonarán explosivos para percibir si hay hidrocarburos en el subsuelo”.

“Imagínate que se tienen que hacer casi 300 Km. para la líneas sísmicas, además del ruido de helicópteros…”. El trabajo afectaría de forma directa e indirecta a los Nanti. Se afectarían zonas de caza, pesca, recolección. En general, todas sus prácticas básicas para la subsistencia.

Un sufrimiento con historia

El área protegida en la que vive la población Nanti comprende la Reserva Territorial Nahua, Nanti y otros; el Santuario Nacional Megantoni y el Parque Nacional del Manu.

Es complicado definir un área específica en la que se localicen, ya que desde tiempos de la colonia española, pasando por el auge del caucho y ahora, el boom de los hidrocarburos, los Nanti han pasado por una serie de diásporas y autoexilios en los que su comunidad se ha ido fragmentando. Es por eso que los diferentes asentamientos se ubican a lo largo de la zona del Alto Timpía, el río Camisea y cabeceras de ríos cercanos.

El nombre de “Nanti” fue acuñado por el misionero evangélico Matsigenka Ángel Díaz. Él se los puso para sustituir el nombre local Kogapakori que quiere decir “los que hacen lo que quieren”. Un nombre considerado despectivo.

"Al igual que Kogapakori, también se les llama “salvajes” o “bravos”. Y es porque los que están “río abajo” se dirigen hacia ellos con una misión civilizadora"

Al igual que Kogapakori, también se les llama “salvajes” o “bravos”. Y es porque los que están “río abajo” se dirigen hacia ellos con una misión civilizadora. Como en los tiempos del siglo XIX con la conquista europea del continente africano.

De esta misma forma se acercan las misiones cristianas, autoridades locales y empresas petroleras. Llevándoles pistas, cemento y una idea de desarrollo en castellano, cuando lo único que necesitan ellos es que los dejen vivir en su propio idioma.

El Convenio 169 de la Organización Internacional de Trabajo como la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, a los cuales está suscrito el Perú, enfatizan el derecho a la libre determinación de los pueblos indígenas. El Gobierno no debe olvidar esto.

Desde finales del siglo XVI ya hubo ciertos contactos con los pueblos aislados, entre ellos, los Nanti. Pero siempre fue con la misión de alcanzarles una modernidad occidental. Si algo llegó a modernizar estas misiones fue su dolor.

Por otro lado, la poca presencia del Estado dentro de la población Nanti ha sido bastante polémica. Como la llegada del profesor bilingüe Silverio Araña Gómez en 1991 a la zona de bajo Urubamba. El cual arribó a la zona enviado por Edgar Barrientos, coordinador de la USE correspondiente.

Él fue duramente criticado por la serie de excesos que cometió contra los Nanti: abuso sexual, laboral, discriminación. Les criticaba a los Nanti su forma de vestir con adornos “sucios” y su “mal hablar”.

Los consideraba inferiores. Es así que Araña no era solo un profesor nuevo, encarnaba una idea de etnocentrismo extremo. Un mal causado por la misma sociedad que se ufana de ser superior.

En el texto “Una breve historia del pueblo Nanti” de los antropólogos Lev Michael y Christine Beier se describe que estos abusos no son obra del azar, ya que Araña también había sufrido de discriminación racial como trabajador en Quillabamba y como estudiante en la ciudad de Pucallpa. Luego de una serie de peripecias y denuncias Araña tuvo que huir de la zona.

Contacto peligroso

"Según la Oficina General de Epidemiología (OGE) del Ministerio de Salud (...) el mayor flagelo que desde hace siglos diezma la población Nanti son las epidemias"

Según la Oficina General de Epidemiología (OGE) del Ministerio de Salud en su informe “Pueblos en situación de extrema vulnerabilidad: El caso de los Nanti de la reserva territorial Kugapakori, Nahua, Nanti y otros” el mayor flagelo que desde hace siglos diezma la población Nanti son las epidemias. Y estas aparecen debido al contacto forzoso que se da con las misiones cristianas, los madereros y las empresas de hidrocarburos.

Entre el 2002 y junio de 2003, la OGE informó de 22 miembros muertos de esta población, la mayoría menores de 5 y mayores de 50 años. No es coincidencia que las víctimas vivieran cerca de grandes concentraciones de trabajadores del proyecto Camisea.

Los Nanti saben de esto, por ello, siempre han huido de los birácocha (gente blanca o mestiza). En los estudios de Michael y Beier también se menciona que incluso ellos aceptan la ropa occidental porque la consideran una especie de armadura contra las enfermedades. Ya que a los birácocha no les pasa nada.

Las enfermedades que afectan con periodicidad a la comunidad Nanti se agrupan en dos  conjuntos según la OGE, las Infecciones Respiratorias Agudas (IRA) y las Enfermedades Diarreicas Agudas (EDA).

A pesar de los esfuerzos por vacunarlos ellos no generan anticuerpos, ya que necesitan de 3 a 5 generaciones (entre 90 y 150 años) para poder generarlos, afirma Huertas.

Existe una tradición entre los Nanti, y es que ellos siempre entierran a sus muertos a medio día o un día de viaje desde sus hogares porque se tiene la creencia de que los muertos se levantan para buscar a sus parientes, y así los acompañen en la muerte.  Si las epidemias continúan y Pluspetrol sigue arrebatándoles su territorio ancestral, los Nanti, poco a poco, estarán más cerca a sus antepasados.

Foto: EPA. Publicada en The Guardian

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