Foto: La mula
Por Javier Ugaz
Servindi, 9 de febrero, 2012.- Cajamarquinos, puneños, ayacuchanos, arequipeños, lambayecanos, cusqueños, loretanos, trujillanos, huancaínos, ancashinos, pasqueños, piuranos, huancavelicanos, en fin, delegaciones de casi todos los departamentos del país marcharán mañana en las calles de Lima por un problema que ha cobrado carácter nacional: el acceso al agua y la protección de las cabeceras de cuenca.
Hoy en horas de la mañana, más de mil pobladores de la parte norte de Lima recibieron con una lluvia de aplausos, música y algarabía a los caminantes de la Marcha del Agua. No se solidarizaban únicamente con el caso de Cajamarca y el proyecto minero Conga, sino que se sumaban como una región más a las demandas para que se declare intangible las nacientes, se prohíba el uso de mercurio y cianuro en minería y se considere el acceso al agua un derecho humano.
Fueron nueve días de marcha por la costa norte del país y un tramo en la sierra de Cajamarca, a la antigua usanza: con alegría, cánticos, pagando la tierra ante las divinidades ancestrales y sin actos de violencia. En cada parada la población expresaba con naturalidad su apoyo con productos tiernos y chichas frescas para los caminantes. Ha sido ciertamente una experiencia única en varias décadas.
Y tras esta experiencia única de haberse coronado una marcha de nueve días por cinco departamentos del país, estamos a vísperas de otra experiencia singular en décadas: la marcha de mañana con delegaciones de la mayoría de regiones y de decenas de organizaciones sociales.
Las veces que apreciábamos algo parecido era cuando el gobierno paseaba residentes de la capital con trajes típicos de sus terruños y, en efecto, delegaciones provinciales traídas en buses alquilados por el Estado. Eso hacía el Indepa en la época de Alan García, por ejemplo.
Lo de ahora se llama voluntad. Libre albedrío para designar una comitiva que venga a Lima y marchar por su comunidad. Libre determinación para decir presente en una marcha que busca incidir en mejorar las políticas ambientales e hídricas.
No hay cabezas visibles en la marcha, mejor dicho, hay demasiadas cabezas. No hay necesidad de que el Gobierno y el aparato oficialista politice este reclamo. Se trata de propuestas técnicas de los ciudadanos para vivir en un medio ambiente sano. La población espera que el Gobierno emita un gesto de buena fe, respeto y apertura.
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