El proyecto geotérmico que pretende desarrollar la empresa ENG en las cercanías de El Tatio, en Calama, continúa generando reacciones de rechazo. Julio Ramos, presidente de las comunidades originarias de la zona, representa a un sector que no está dispuesto a que se lleve adelante, y para eso entrega sus argumentos, basados en lo que consideran ellos, preservación del patrimonio, además del cuidado y respeto por el medio ambiente, además de velar por el futuro de los habitantes del interior que se puedan ver afectados.
La gente del interior manifiesta que desea mayor participación en las determinaciones que se tomen en torno a este sensible tema.
Impacto
Parte del argumento del dirigente lo centra en el impacto que puede provocar el proyecto ante la comunidad. "Existe una situación que parte por el no respeto partiendo desde las mineras.
Además se está pensando en un proyecto geotérmico en una zona que tiene dos características, un lugar declarado de gran interés turístico, además en una zona donde existe pastoreo, y aún así el proyecto se instala y se dice que va a concluir. Por eso, desde nuestro punto de vista, existe una clara violación a los derechos humanos de los indígenas".
Otro de los puntos en los que Julio Ramos no concuerda es relacionado con los empleos y beneficios. Para el dirigente, por la característica del proyecto y posible funcionamiento, debe contar con gente especializada y capacitada, la que llegará desde otras zonas del país.
Además, dice que si se analiza de manera muy simple nos podríamos dar cuenta que los beneficios para la comunidad loína y atacameña no llegarán, porque la energía que se logre y las ganancias que se capten con la venta de la misma irán a otros objetivos, como la industria minera. "No nos oponemos al desarrollo, que eso quede muy claro, pero hacia dónde apunta esto, quién gana con esto. Hasta el momento, El Tatio como se encuentra, está entregando beneficios a las comunidades y la zona, por su atractivo turístico.
Más participación
En relación al estudio de impacto ambiental, cree que es fundamental que exista una participación conjunta de todos los actores que se involucran en este proyecto. Con esto quiere decir que a ellos, como originarios, no se les ha considerado de manera propositiva, sólo para explicarles el funcionamiento que se aplicará en la instalación y funcionamiento de la planta.
Dice que ellos pueden aportar mucho en relación a los efectos que esto puede provocar, y le llama la atención que no toman en cuenta el clamor de las comunidades, cual es su sentir frente al proyecto, y eso ha generado rechazo.
Ramos cree que existe un procedimiento que debe ser cumplido y que se puede simplemente apegarse al protocolo, "no puede ser que se diga, ¿usted cumplió y participó en las jornadas informativas? Y que de ser positiva la respuesta se dé por zanjado y cerrado".
También expresa la molestia hacia la empresa geotérmica a cargo del proyecto, porque dice que en Antofagasta han realizado convocatorias con las autoridades, comunidad y con invitación a los representantes de la empresa responsable, pero alga que se excusan de no ir y eso no les ha permitido poder entablar un diálogo permanente.
Molestia
El sentir de la comunidad, según Ramos, es de preocupación, malestar y dolor, porque están convencidos que puede haber un daño catastrófico en la zona. El mismo Julio Ramos se ha encargado de averiguar e interiorizarse de otros proyectos por el mundo y ha podido concluir que muchos de ellos han resultado invasivos para el medio ambiente: "existe una cara y un sello.
Existen proyectos que han resultado exitosos, pero otros han sido devastadores. Por eso nosotros estamos preocupados, porque aquí no se ha sido claro, con pruebas, en decir que aquí no va a pasar nada, que no habrá efectos negativos".
El agua y poco apoyo
La crítica la extiende a los particulares y las autoridades. De los primeros, cree que existen personas que se han dedicado a explorar y lograr ubicar aguas subterráneas con el único propósito de ofrecerlas al mejor postor, principalmente para el uso industrial.
Aquello, recalca, está provocando un gran daño a la supervivencia de las personas que realmente necesitan el elemento para sus actividades diarias, principalmente la agricultura, "el negocio del agua se ha transformado en el mejor de todos".
Lo otro, está agradecido del apoyo y participación de las autoridades. En la zona destaca la disposición de la gobernadora provincial Sandra Pastenes, del concejo municipal y del alcalde de Calama, Arturo Molina. Cree que hay que hacer mucho más, pero para eso otros actores deberían participar.
Aquí apunta los dardos a los parlamentarios, principalmente a los diputados, a quienes considera actores ausentes de este tema que involucra el orgullo y el futuro de las comunidades originarias del interior. "Por parte de la gobernación no he escuchado el respaldo o rechazo al proyecto, pero sí hay interés, al igual que el alcalde, están sensibles al tema y eso es importante. Pero de los parlamentarios, nada".
El dirigente llama a tomar conciencia y a evaluar bien lo que está sucediendo y lo que creen ellos, a estar atentos al daño que se puede provocar. Argumenta que ya es hora que toda la comunidad se dé cuenta que esta zona, durante años, ha cargado la pesada mochila de la responsabilidad país, esto por la minería, y que si no se respeta esa posición, los efectos negativos pueden ser irreversibles. Por eso pide que se solidarice y se apoye la causa, por el bien de todos los que viven en la zona.
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Fuente: mercuriocalama
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