y la democratización de los espacios de deliberación política
Por Ismael Vega*
En las últimas décadas y especialmente en los últimos años el país está asistiendo a una época intensamente marcada por la emergencia de identidades locales o étnicas. Una constatación sobre la que existe cada vez un mayor consenso, es que este proceso resulta particularmente interesante por el protagonismo de los pueblos indígenas de la Amazonía.
Hoy cobra mayor vigencia el famoso concepto de “boundaries” lanzado por Frederick Barth (1969). Cuando los científicos sociales, creían que las identidades eran más evidentes y “puras” en situaciones de aislamiento y de menor contacto con los “otros”, él planteó que las distinciones étnicas no se derivan de las características intrínsecas de los grupos sociales, sino más bien de la existencia de las fronteras socioculturales entre diferentes grupos.
La visibilidad de distinciones étnicas se manifiesta precisamente en esta frontera, en la cual los llamados “marcadores simbólicos” subrayan las diferencias culturales entre grupos. Si hay algo que caracteriza a la globalización que ahora vivimos, es precisamente el incremento de los contactos y de las relaciones entre diferentes colectividades. Ante la inviabilidad de la homogenización cultural, el marco de la globalización genera espacios y tiempos favorables para la diferenciación.
Estamos actualmente en un escenario que resulta propicio para que los pueblos indígenas reivindiquen sus identidades, como parte de una estrategia que expresa la conciencia de un origen y una historia común, cuya línea demarcatoria no debe reducirse a la conservación o pérdida de ciertos rasgos culturales, mucho menos debe analizarse a partir de la incorporación de elementos de otras culturas, sino en la recreación de una adscripción particular distintiva que se remite a la tradición cultural pero que simultáneamente se transforma con la historia vivida.
La identidad étnica, en tiempos de globalización, no sólo puede servir como estrategia para acceder a recursos y beneficios sociales, también puede constituirse en un factor de movilización social, con metas, con liderazgo y como un elemento alrededor del cual puede construirse una agenda política común. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los recursos relacionados con la identidad étnica, si bien pueden servir como estrategia, no funcionarían como tal, si estos no tuvieran su origen en profundas raíces culturales y tradiciones ancestrales que son reproducidas en contextos sociopolíticos determinados.
Estos recursos, relacionados con la identidad étnica, han estado presentes durante todo el proceso de lucha y en la confrontación con el Estado que han protagonizado los pueblos indígenas amazónicos y sus organizaciones en los últimos tiempos. El reconocimiento de su identidad étnica alrededor del territorio, los recursos naturales y el derecho a la consulta entre otros, ha sido su aporte más importante porque ha contribuido a democratizar y descolonizar, los espacios de deliberación política, al hacerlo culturalmente más diverso e inclusivo y poniendo en la agenda nacional la necesidad de un país intercultural. Lo que era una suerte de colonia dominada por una sola racionalidad y forma de entender el país, que avanzaba sin cuestionamientos, ahora debe afrontar una nueva realidad. A diferencia de lo que ha ocurrido en diferentes momentos de la historia, en los que los pueblos indígenas amazónicos se han visto obligados a reinventarse; esta nueva situación obliga a la sociedad y el Estado a replantear sus imaginarios y culturas políticas.
Todo indica que en el futuro no sólo se tendrá que asumir la existencia de otras lógicas y formas de ver los problemas del país, también se tendrá que considerarlas e incluirlas en el proceso de toma de decisiones en el país. No estamos hablando sólo de reconocimiento sino también de la posibilidad de lograr un nivel de interlocución mayor en dicho proceso. Es también una contribución para cuestionar una vez más, pero esta vez, de un modo frontal, la viabilidad del viejo Estado Nación postcolonial construido por los criollos sobre los mismos moldes culturales de la colonia que quisimos dejar de ser, pero que en realidad sigue siendo lo que no nos deja ser. Esta es una tarea pendiente aún, pero sin duda los pueblos indígenas amazónicos han logrado que muchos peruanos y peruanas dejen de ver al modelo monocultural del viejo Estado Nación, como la única vía y a la posibilidad de pluralizarlo para hacerlo multicultural como un proyecto viable.
Lo que viene ocurriendo en los últimos años con los pueblos indígenas amazónicos, ha hecho también que todos veamos que sus problemas también nos involucra a todos, que las violaciones de los derechos de los pueblos indígenas y su consecuente impacto en el medio ambiente y los recursos naturales nos afecta todos y no sólo pone en riesgo el futuro de los indígenas sino de todos los peruanos. Sin duda esto también tiene un impacto importante en la memoria y la conciencia de la existencia de un problema histórico, que a veces pareciera desaparecer por las luces de neón de los megacentros de las ciudades que ciegan y crean la ilusión y la fascinación de un país cada vez más europeizado y homogéneo.
La identidad étnica de los pueblos indígenas amazónicos, aparece claramente en el escenario actual, como un recurso para enfrentar un contexto sociopolítico adverso, especialmente cuando instituciones como el Estado no tienen las capacidades para entender y resolver conflictos en los que están en juego factores culturales y a la vez se resisiten a reconocer e incluir otras identidades. En Latino América, varios países (Ecuador, Bolivia etc.) han vivido procesos sociopolíticos en los que la identidad étnica surge en contextos políticos marcados por fuertes niveles de protesta social. (Fox Starn, 1997; Degregorì, C. 1999). Desde esta perspectiva, las identidades étnicas son el resultado de contextos sociales, un asunto de relaciones sociales que definen un grupo en relación con otros y sus manifestaciones se dan en relación con modelos sociales y políticos en los que pueden convertirse en un estigma o en motivo de reivindicación y solidaridad como viene sucediendo actualmente con los pueblos indígenas amazónicos.
Sin embargo, hay que reconocer que estamos ante un proceso inacabado. No es suficiente la aceptación de la alteridad y de la necesidad de hacerla parte del proceso de deliberación política; a esto se debe añadir la ejecución de los acuerdos que surgen de este proceso para fortalecer la institucionalidad democrática y la construcción de una identidad que incluya la diversidad cultural. Aunque no es posible desarrollar la idea en esta presentación, hay que decir que en este proceso, los partidos políticos han avanzado muy poco y más bien se han mantenido al margen al ser incapaces de incluir dentro de sus espacios de deliberación y de sus propuestas programáticas las propuestas de los pueblos indígenas.
Sin duda, Bagua nos recordó los males históricos del Perú y el fracaso del Estado en su tarea impostergable de construir un país con democracia y con justicia. El proceso de diálogo que se ha desarrollado entre los pueblos indígenas de la Amazonía peruana y el Estado, a partir de la creación del Grupo Nacional de trabajo y la instalación de las cuatro Mesas de Diálogo, constituyó una oportunidad para producir un cambio sustancial en una histórica relación marcada por la exclusión, la discriminación y la confrontación. Sin embargo, todo parece indicar que será muy poco lo que se avanzará luego de un proceso que se fue debilitando por la poca voluntad política del gobierno para llegar a una solución integral.
De todos modos, la sola posibilidad de que el proyecto del Derecho a la Consulta, sea discutido y aprobado en el Congreso de la República, alimenta la posibilidad de lograr un cambio sustancial en las relaciones entre el Estado y la sociedad y de avanzar en la construcción de una sociedad intercultural que reconozca la existencia de otras lógicas y otras formas de entender la realidad, que deben ser parte del proceso de toma de decisiones. Aunque sea poco, nos toca a todos vigilar y exigir que no se pierda lo avanzado.
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* Ismael Vega es consultor del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) y catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) en la Maestría en Estudios Amazónicos.
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