Diario ABC. Asunción. Documento recibido de Guillermo Riguera, corresponsal de Prensa Indígena, 20 de noviembre de 2005.- Con humo, danzas, imposición de manos y rezos, acompañaban las marchas indígenas. Por sus venas no corre la sangre del guerrero, sino la vocación a la oración y al ruego, que, a través de sus voces y gestos, llegan al propio Tupã (Dios).
Son los líderes religiosos, a quienes desobedecer o incumplir sus indicaciones es anuncio de calamidades. En la percepción de un "pa’i" u "oporaiva" (líderes religiosos mbya y ava guaraní) "el hombre destruyó su hábitat y está condenado a sufrir los desequilibrios naturales, pero no habrá fin del mundo, sino el fin de cada uno".
Su sabiduría, en su cultura, es la de un doctor. En su cosmovisión, también existe la figura de un gran Dios, creador de todo el universo y del "yvypóra" (hombre). La medicina natural que recomienda, en cambio, contiene el alivio para todos los males físicos y del alma. Pero estas curaciones, así como los deseos y la prosperidad de sus comunidades, se alcanzan solo con su mediación y a través del diálogo directo que protagoniza con Dios.
El protagonismo del líder religioso está bien definido en la comunidad. Mientras la sociedad occidental discute si sus pastores católicos o evangélicos deben acompañar a su pueblo ante los atropellos que sufren, estos naturales son conscientes de que deben estar muy cerca de su comunidad y acompañarlos en las buenas y en las malas. Ellos no son para la guerra, pero, rezando, pueden morir al lado del último guerrero.
Su bendición convierte en verdaderos leones a los nativos. Un caso específico se vio en el nativo mbya Catalino Sosa. El viernes, cuando la marcha fue interceptada por los cascos azules a la altura de Kubitscheck y 25 de Mayo, y ante la amenaza policial de una irracional represión, se paró frente a la muralla de gigantescos efectivos para defender a su pueblo.
La mentira policial de que Mburuvicha Róga y la Embajada de EE. UU. estaban incluidos en la ley del marchódromo no le convenció. Y cuando todo indicaba que iba a ser el primer garroteado, su mediana estatura se revela, y, para satisfacer a los represores, ofreció su cuerpo para que den rienda suelta al gusto de apalear. "Aquí me tienen, golpeen", exclamaba. Su coraje tenían también las mujeres y los niños.
En tanto sus "oporaivas", con gestos de manos, acompañados de cánticos, invitaban a los policías a retirarse. Catalino fue uno los bendecidos antes de la marcha en el ex Seminario Metropolitano. Los líderes espirituales estuvieron en primera fila. Dirigían sus ruegos a Tupã. Sus elementos rituales cambiaban de sonido de acuerdo al momento.
Cuando la tensión subía, tenían otro sonido, como dando a entender que en cualquier momento alguien vendría en ayuda. Por suerte se superó la situación, y la marcha continuaba. La transitada calle Mrcal. López fue luego testigo de varios ritos, que no pasaron inadvertidos a los automovilistas y pasajeros de colectivos, cuyos rostros sorprendidos se divisaban en las ventanillas. Era una manifestación nunca vista.
Mostraba una riqueza cultural, de pueblos autóctonos que se niegan a desaparecer, y que hoy, más que nunca, exigen respeto a sus creencias, tradiciones y reivindicaciones.
Oramos para que el Pueblo Indígena sea respetado: Patricia Vázquez, de la comunidad mbya guaraní Yby Santa Rita, departamento de Caaguazú, es una de las pocas mujeres religiosas que surgieron en las comunidades indígenas.
Durante la presencia de los nativos en el ex Seminario Metropolitano, era la que danzaba, la que imploraba al Dios del oriente y poniente la protección al grupo que llegó para exigir el veto de una ley que, según sus líderes, les perjudicaba.
Dueña de una creencia ancestral, la "kuñakaraiya" (la que reza por la comunidad) realiza bautismo y orienta la espiritualidad del pueblo para que sea respetado. Explica que los niños son bendecidos para que crezcan con salud e inteligencia. Acompaña este rito con varios elementos, como la tacuara y el jya, que, cuando despiden su sonido movidos por las manos, imploran la protección divina.
Vázquez cree que su canto y rezo van directo a Dios y de él se recibe la fuerza para seguir luchando contra los males. "En nuestra creencia, la tierra es lo máximo y oramos para que recupere su riqueza, la que se puso para que todos vivan bien", resaltó.
Actualmente, hay una gran necesidad, indicó al referirse al pedido que hicieron al Ejecutivo para no promulgar la ley, y, en estos casos, sostiene que todos deben orar para salir adelante, "también oramos para que no haya catástrofes que perjudiquen a los indígenas. Dios me escucha, por eso todos los días le rezo", concluyó.
Plegarias que surgen del sueño y son dirigidas al propio Dios: Para Anastacio Caballero, "oporaiva" (líder espiritual) de la comunidad piroy, distrito de Curuguaty, el rezo que dirigen a Dios siempre es escuchado. Estas alabanzas surgen del sueño y, generalmente, hablan de las necesidades de la comunidad.
El nativo es ava guaraní. En el momento de la entrevista lucía los collares que lo identifican como el líder espiritual. Sus orientaciones son muy respetadas. Los caciques comunitarios no actúan sin su consentimiento, por el respeto y temor de contradecir los designios de Dios.
Caballero dijo que el rezo diario es una súplica para tener buena salud en la comunidad. "Oramos para que no ocurran tragedias y que la tierra sea protegida de todo mal", apuntó. El rito de los ava guaraní es una mezcla de canto y oración que se elevan al Dios. "El Creador nos dejó esta tierra y debemos cuidarla. No destruirla. Dios manda en el mundo y nadie es superior a él", resaltó.
El líder religioso afirmó categóricamente que nunca habrá fin del mundo, porque Dios no puede destruir su creación. Lo que pasará es que cada "habitante tendrá su fin si desobedece la voluntad divina". Finalmente, invitó a cada uno a respetarse para que todos tengan su fuente de vida en la tierra.
Fuente: Boletin de noticias Prensa Indígena, 6 de diciembre de 2005
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