Velación de Coicué en Toribío. Foto Jaime Pérez, enviado especial |
Por Javer Alexánder Macías
El Colombiano, 9 de noviembre, 2014.- No tienen miedo a quedarse. Ni el asesinato de los dos comuneros el pasado miércoles a manos de las Farc, ni las balas ni la guerra, podrán expulsar de sus territorios a los indígenas nasa que por años han resistido los embates de una guerra prestada que, según ellos, muchos han comenzado a tomar como propia.
Y así lo cantaron ayer en el funeral de Daniel Coicué. Los tambores acompañados de las kenas y de voces infantiles repitieron una y otra vez: "unidos no nos vencerán. Ni la guerra, ni las armas ni las balas nos vencerán". Un clamor que creció con el llanto de los familiares de los indígenas que permanecían en cámara ardiente, en sus moradas de caña brava, barro y zinc.
Así también lo expresaron en el velorio de Manuel Tumiñá los indígenas que se acercaron para darle un último adiós, aunque ellos aseguran que los dos espíritus seguirán vivos entre sus comunidades "porque los muertos no están muertos, siguen vivos y por eso les venimos a cantar", como expresó el profesor y guardia indígena, Álvaro Armando Escué.
Para ellos, Daniel y Manuel están tan vivos, que bajos los féretros no faltaron un vaso de agua y un pocillo de café, para que el espíritu en su viaje entre el aquí y el allá, pudiera "alguito tomar".
"Acá vamos a seguir. Han sido años y años de lucha desde nuestros ancestros y no nos han sacado. Unidos no nos vencerán", expresó Escué.
Honores por su lealtad
Una calle de honor, bastones en alto y canciones de resistencia, serán el homenaje póstumo a los dos nativos asesinados por las Farc por defender la autonomía de su territorio.
Será una calle larga con los comuneros que al igual que Daniel y Manuel, en vida, insistieron por el derecho a la vida y a una región en paz.
"Ellos no se merecían esto. Siempre estuvieron pendientes de la comunidad, ayudándole en todo lo que más necesitara. Y así murieron, dispuestos siempre a luchar por los pueblos indígenas".
Esas son las palabras de Gerardo Tumiñá, hermano de Manuel. Para este comunero, la calle de honor que harán hoy en el entierro de Tumiñá y Coicué, es solo una muestra de cariño y aprecio de todos los indígenas hacia los compañeros asesinados.
Al levantar los bastones honrarán la memoria de los dos hombres que dieron la existencia por una mejor vida para su comunidad. "Estamos unidos con los deseos de sacar más adelante a nuestras comunidades. Esta situación no nos detendrá y algún día se dará la paz tan anhelada", dijo Gerardo.
Un adiós que los fortalece
Para los nasa, la muerte no es más que otro paso a la verdadera vida; y el dolor, es como un nudo de esos corredizos que se aprietan cuando la adversidad es más fuerte.
Hoy, cuando los féretros de ambos indígenas abandonen para siempre sus hogares, las manos comuneras se unirán para decir: "Estamos aquí".
"No sabemos por qué matan civiles. Por qué este conflicto se ha llevado tantas buenas personas. Pero esto nos sirve para estar más juntos", expresó Nayibe Coicué.
Hoy les darán el último adiós a Daniel y Manuel. Dicen los nasa que la sangre que derramaron los amarró a la tierra. Su viaje entonces no será eterno, se verán en algún recodo del camino, en una lucha que escogieron como bandera.
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Fuente: Publicado el 8 de noviembre por el El Colombiano: http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/U/un_adios_que_fortalece_la_guardia_indigena_del_cauca/un_adios_que_fortalece_la_guardia_indigena_del_cauca.asp
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