Cómo influye la cultura en la agrobiodiversidad

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Por Joshua Sprenger

Servindi, 14 de octubre, 2024.- Perú se encuentra entre los diez países más diversos del mundo, siendo clasificado como un “país megadiverso”. No obstante, otros países también presentan una alta variedad de especies. ¿Qué hace de Perú un país único en términos de agrobiodiversidad?

Un papel clave lo desempeña la cultura de las comunidades altoandinas, la cual está intrínsecamente relacionada con el concepto de agrobioversidad.

Sobre este tema, conversamos con Tulio Medina, ingeniero agrónomo y especialista en recursos genéticos para la agrobiodiversidad y bioseguridad en el Ministerio del Ambiente, quien cuenta con más de veinticinco años de experiencia en el tema.

Aquí compartimos la conversación con Tulio Medina.


Tulio Medina en Lambayeque. Fuente de la imagen: Privado

- El concepto de la agrobiodiversidad tiene tres dimensiones: la económica, la social y la cultural. ¿Qué son estas dimensiones y cuáles son sus características?

El punto interesante del concepto de la agrobiodiversidad es que sitúa como eje a la persona humana. Pero esta no viene sola, viene con un conjunto de relaciones sociales, una cultura, y todo esto se moviliza a través de su economía.

La agrobiodiversidad está vinculada a la diversidad biológica relacionada con los alimentos, y los recursos genéticos o la diversidad que está más al alcance de la persona y de nuestra economía es precisamente la agrobiodiversidad.

Por ejemplo, los cultivos de orden global, como la papa, el maíz, el tomate, los frijoles, todos esos mueven una economía global impresionante. Estas relaciones económicas tienen un fuerte impacto.

También la parte cultural es clave. Ahora, las preferencias alimentarias están cambiando hacia estándares globales. Cada vez más se consume comida rápida, el fast food, mientras que la gastronomía tradicional, que requiere más conocimiento y tiempo para su preparación, está quedando de lado.

La gente quiere papas que se cocinen rápido, en 20 minutos. Antes, mi abuela empezaba a cocinar a las 10 de la mañana para que el almuerzo estuviera listo al mediodía. Era un proceso que tomaba dos horas, pero ahora, incluso en la Amazonía y los Andes, las mujeres se dedican a otras cosas y no solo a preparar alimentos. La modernidad ha cambiado esos patrones culturales.

La dimensión social es crucial. Las relaciones sociales y la seguridad alimentaria están profundamente conectadas con la agrobiodiversidad. Por ejemplo, durante mi trabajo logramos establecer bancos comunales de semillas, donde los agricultores pueden pedir prestadas semillas cuando las necesitan y devolver el doble o triple tras la cosecha. Estos bancos funcionan de manera autónoma, sin subsidios del Estado. La comunidad juega un papel importante en mantener esta diversidad.

- ¿El concepto de agrobiodiversidad ya existía cuando usted estudiaba en la universidad?

No, de hecho, es un concepto bastante reciente, que surge a partir del año 2000. Antes de eso, en la década de 1990, se hablaba más sobre los recursos genéticos. Sin embargo, con la firma del Convenio sobre la Diversidad Biológica en 1992 se introdujo un tratado clave: el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos. En el marco de estos dos instrumentos internacionales es donde comienza a surgir el concepto de agrobiodiversidad.

- ¿Dicho concepto ha cambiado y evolucionado, o siempre ha sido entendido de la misma forma como hoy?

No ha habido un cambio sustancial en el concepto, pero sí una profundización. El convenio original vinculaba la agrobiodiversidad no solo a las plantas y animales, sino también a los microorganismos y componentes abióticos, como el clima o la geografía.

A partir de ahí, el concepto se ha ido profundizando. También ha habido estudios sobre los recursos zoogenéticos, y desde 2010 se ha empezado a estudiar el rol de los microorganismos vinculados a este concepto.

"En esta región del mundo no solo se han domesticado plantas y animales, sino también el propio ambiente"

- Como Perú es un país megadiverso, también lo son otros países, pero ¿qué hace de Perú un país único en términos de agrobiodiversidad? ¿Qué papel desempeña en eso la cultura de las comunidades altoandinas?

La cultura es definitiva y crucial en este aspecto. En esta región del mundo no solo se han domesticado plantas y animales, sino también el propio ambiente. Un ejemplo claro de esto son los andenes y los sistemas de riego, que son pruebas contundentes de esta domesticación del entorno.

En Sudamérica, y particularmente en Perú, no solo surgió la agricultura, sino que también se domesticaron diversas especies. Las evidencias arqueológicas más antiguas, como las encontradas en Huaca Prieta, en el norte de Perú, muestran que hace más de diez mil años ya se cultivaban alimentos como frijoles y maíz. Esto confirma que en Perú se dio un proceso de domesticación independiente que originó la agricultura.

Este proceso no es un evento aislado, como se pensaba antes. A menudo se habla de la domesticación de la papa o el maíz como momentos únicos, pero nuestras investigaciones actuales nos revelan que se trata de un proceso continuo, que aún persiste en diversas culturas tradicionales en Perú, como los lamistas en San Martín. Estas comunidades siguen domesticando especies, lo que demuestra que la domesticación sigue siendo una realidad viva.

"Más del 90% de los agricultores tradicionales en Perú (..,) se ubican en la categoría de subsistencia, es decir, cultivan principalmente para sobrevivir"

- ¿Cuál es la diferencia entre los agricultores y los agricultores tradicionales?

La agricultura tradicional que practican las comunidades originarias se denomina agricultura familiar, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Dentro de esta clasificación, hay tres tipos: agricultura familiar consolidada, en transición y de subsistencia. Más del 90% de los agricultores tradicionales en Perú, según el Censo Agropecuario de 2012, se ubican en la categoría de subsistencia, es decir, cultivan principalmente para sobrevivir.

Por otro lado, los agricultores no tradicionales, que no entran en esta clasificación, suelen estar en proyectos de irrigación como Majes en Arequipa o Chavimochic en Trujillo. Estos se enfocan en la agroexportación, con cultivos como páprica y mango, y tienen un enfoque más comercial y menos orientado a la seguridad alimentaria.

- ¿Cómo influye la globalización en la cultura de estos agricultores tradicionales cuando cada vez más gente se traslada a la ciudad?

Así es. Lo que es evidente es que necesitamos crear oportunidades en las comunidades locales. Para esto, existe la Política Nacional de Agricultura Familiar, impulsada por el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), con apoyo de otros sectores como el Ministerio del Ambiente y el Ministerio de Cultura. Se han identificado ocho zonas piloto en el país para llevar a cabo modelos de intervención estatal, que buscan mejorar la seguridad alimentaria respetando la diversidad local.

Un gran desafío es el envejecimiento de los agricultores. Según el último censo agropecuario de 2012, el promedio de edad está entre los 50 y 60 años. Esto refleja una tendencia global: cada vez menos personas jóvenes quieren dedicarse a la agricultura, en parte porque la agricultura a pequeña escala no es suficientemente rentable.

A pesar de esto, en esas pequeñas parcelas florece una gran diversidad de cultivos. Por ejemplo, en una parcela de un tercio de hectárea puede haber hasta 60 variedades de papa.

Además, la agricultura familiar no es la única actividad de estos agricultores. Muchos también se dedican al comercio, la artesanía o la docencia. El desafío está en cómo, desde la política pública, podemos generar oportunidades y mejorar las condiciones para que esta diversidad agrícola siga existiendo.

- En una conferencia que pronunció en la Gran Biblioteca Pública de Lima, mencionó que el cambio climático no es sólo una amenaza, sino también una oportunidad para la agrobiodiversidad. ¿Qué quiere decir con esto?

Es un punto muy interesante. La agrobiodiversidad, así como la diversidad en general, ofrece múltiples alternativas para adaptarnos al cambio climático. En Perú, podemos encontrar recursos genéticos que han desarrollado un gran potencial de adaptación a las nuevas condiciones que trae el cambio climático. Un claro ejemplo lo encontramos en la aridez del norte del país, en regiones como La Libertad, Lambayeque y Piura, donde crecen especies silvestres de tomate adaptadas a condiciones de bajo consumo de agua.

Este tipo de adaptación también se ve en otros cultivos. En Tacna, el Centro Internacional de la Papa desarrolló en los años noventa tres cultivares de papa que prosperan en zonas áridas, como Tacna e Ica. Una de esas variedades, llamada "Única", se creó en colaboración con la Universidad Nacional de Ica. Ahora, esas papas se cultivan en zonas áridas de África, donde escasea el agua y la hambruna es un problema crítico. Esto muestra el enorme potencial de los recursos genéticos peruanos para ayudar en la adaptación al cambio climático.

"Creo que lo fundamental es que los científicos sociales y los de las ciencias naturales trabajen de manera más conjunta"

- ¿Qué medidas son necesarias para utilizar y seguir desarrollando estos mecanismos que existen en la agrobiodiversidad?

Bueno, creo que lo fundamental es que los científicos sociales y los de las ciencias naturales trabajen de manera más conjunta. En el Perú, estos dos grupos suelen avanzar en paralelo, sin unirse lo suficiente. En el Ministerio del Ambiente estamos haciendo grandes esfuerzos para juntar estas dos corrientes de investigación, ya que nos queda claro que la tecnología depende de la sociedad.

La agrobiodiversidad no es solo un fenómeno de las ciencias naturales, también tiene una dimensión social, donde incluso la lingüística puede jugar un rol clave para entender mejor esta diversidad.

Por ejemplo, muchas veces los nombres locales en quechua, aymara o ashaninka contienen información sobre las propiedades de ciertas plantas o alimentos. Un nombre puede indicar que una planta es resistente o crece rápido, pero si no conocemos el idioma, perdemos esa pista valiosa.

Los lingüistas han estado trabajando en esto desde hace tiempo, y ahora nosotros nos estamos dando cuenta de su relevancia. El objetivo ahora es unir este conocimiento social con el científico para encontrar alternativas al cambio climático de manera más eficiente.

- ¿Qué espera de la próxima COP16? ¿Cómo podría influir en Perú?

El Perú, siendo un país megadiverso, ha demostrado un liderazgo en las diferentes COPs, y ésta en particular genera grandes expectativas. Por primera vez, llevaremos una delegación nutrida, con más de 100 personas, incluidos especialistas y funcionarios de varios sectores, además de representantes de pueblos indígenas.

La expectativa es mayor porque hemos propuesto el "Pabellón Perú", un espacio dentro de la COP donde se llevarán a cabo diversas reuniones. En este contexto, el 23 de octubre, abordaremos el tema de la agrobiodiversidad, mostrando los avances del país a la comunidad internacional presente en la COP. Invitamos a indígenas, jóvenes y representantes de otras instituciones públicas y privadas a participar en los eventos del pabellón.

Uno de los eventos estará a cargo de César Sotomayor, donde presentaremos un proyecto de agrobiodiversidad que ya ha concluido. Mostraremos avances en áreas como la restauración de agroecosistemas, que son fundamentales para garantizar servicios ecosistémicos, especialmente la provisión de agua. En muchas áreas donde hemos intervenido, antes había escasez de agua, pero gracias a actividades de reforestación y revegetación, ahora hay mayor disponibilidad de recursos hídricos.

- Muchas gracias por la entrevista.

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