
Servindi, 8 de agosto, 2021.- Esta semana compartimos "Los regalos del viejo Eraclio", un cuento de José Luis Aliaga Pereira que nos trae a colación un viejo, pero siempre actual tema: la discriminación y la violencia de género.
"A pesar que la violencia contra la mujer no es un fenómeno nuevo, su reconocimiento, visualización y el pasar de ser una cuestión privada a un problema social, sí es relativamente reciente".
Así lo indica el texto: "Violencia contra la mujer: Una infamia desde la prehistoria hasta hoy" publicado en 2016 por el portal web Mujer Coomeva (ver: https://www.coomeva.com.co/en_equidad/publicaciones/51474/violencia-contra-la-mujer-una-infamia-desde-la-prehistoria-hasta-hoy/).
"En 2009 la arqueóloga española y conservadora del Museo de Prehistoria de Valencia, María Jesús de Pedro, encontró tres cráneos de mujeres fechados en la Edad del Cobre o Calcolítico (año 3.000 antes de Cristo) que presentaban fisuras óseas por heridas sin cerrar, probablemente por "agresiones" que "les causaron la muerte", y que por las características, debieron ser propinadas por otro humano y no por un animal".
"Muchos sitúan el origen de la violencia de género o del “machismo” en la antigua Roma, donde el padre de familia tenía la autoridad sobre todas las personas con quienes convivía; la mujer era inferior y por tanto, podía venderla, castigarla o matarla según sus deseos".
"Para el escritor y dirigente socialdemocráta alemán, August Bebel, este tipo de violencia representó la primera forma de explotación existente (...)"
"Son muchos y antiguos los ejemplos de desigualdades y discriminaciones hacia la mujer (...)" prosigue el texto de Coomeva y nos presenta algunos ejemplos.
"En la India si un esposo moría, su mujer era quemada viva junto al cadáver, siendo esto una de sus obligaciones como esposa. Además eran motivo de repudio las mujeres que no podían tener hijos".
"Según las normas islámicas, la mujer casada es propiedad privada del marido. El Corán estipula como deber del hombre pegarle a la esposa rebelde, así como el encierro perpetuo de las infieles en la casa. Se exonera de responsabilidad penal al esposo cuya mujer falleciere como resultado de una golpiza con fines “educativos”.
"En la Edad Media se afianzaron muchas de las ideas de desigualdad de las mujeres que aún siguen vigentes. Los nobles golpeaban a sus esposas con la misma regularidad que a sus sirvientes. En Inglaterra esta práctica se llamó “Regla del Dedo Pulgar“, pues el esposo tenía derecho a golpear a su pareja con una vara no más gruesa que el dedo pulgar, para someterla a su obediencia.
"En Francia, en 1359, se estableció que cuando un hombre mataba a su esposa en un exceso de cólera no era castigado, siempre y cuando se arrepintiera mediante juramento."
Luego de este preámbulo lo invitamos a leer y compartir el cuento de José Luis Aliaga Pereira, publicado en el libro Grama Arisca, editado por el Grupo Editorial Arteidea EIRL, en abril de 2013.
Los regalos del viejo Eraclio
Por José Luis Aliaga Pereira*
DON ERACLIO ERA MUY BUENA GENTE cuando las cosas andaban de maravillas, sobre ruedas, como él decía; pero vaya usted a verlo cuando alguien cometía un error o torpeza: ¡no se salvaba de un castigo!
Su esposa lo sabía, por ello el día que olvidó de colocar la cuchara junto al fiambre que le preparaba para su viaje como arriero, se preguntó preocupada:
—¿Y ahora cómo reaccionará este demonio?
Era cierto. Don Eraclio al desenvolver los siete manteles con los que su mujer envolvía el fiambre se dio cuenta que faltaba la cuchara.
—¡Carajo! —exclamó el viejo—. ¡Yo ya no tengo mujer! —y, al instante, empezó a comer las papas “paradas” y el arroz, con las dos manos.
Sus peones, al verlo comer así, lo miraban de reojo, temerosos. Hasta que uno, el más lisonjero, le dijo:
—Patroncito, le prestara pue’ mi cuchara.
—¡Noo! —gritó don Eraclio—. ¿Es que no te das cuenta que ya no tengo mujer?
El viejo estaba seguro que antes que cante el gallo, el peón que le ofreció su cuchara iba a contarle a su mujer todo lo que había visto.
Esa noche, de regreso a casa, don Eraclio, ingresó empujando la puerta con el pie.
—¡En esta casa no hay marido, carajo! —gritó el viejo al mismo tiempo que echaba sobre la mesa seis docenas de cucharas que traía en una bolsa que había comprado antes de llegar a su casa.
La señora lo miró pensativa. No le pidió perdón como siempre hacía. No le dijo nada.
“Pero, ¿qué le pasa a ésta?” —pensó el viejo.
—Así que no hay marido, ¿no? —preguntó la señora alzando la voz, después de ligero silencio.
—¡No hay! —contestó don Eraclio gritando más fuerte que su mujer y moviendo con violencia las cucharas que estaban amontonadas sobre la mesa.
—Es verdad, tienes razón —respondió con firmeza la señora.
—¿Qué te pasa, carajo? —gritó otra vez el viejo levantando la mano, como queriendo propinarle un golpe.
—¡No hay marido, carajo! —dijo la señora y, de pronto, levantó su falda y mostró un diminuto calzón que don Eraclio, hacía mucho tiempo, le había obsequiado haciéndole una promesa que jamás cumplió:
—¡Póntelo! —le había dicho—, que te lo voy a arrancar cuando regrese.
El viejo, desconcertado, miró las cucharas y solo atinó a decir:
—¡Guárdalas ques pal regalo del Julián, que se nos casa!
La señora miró, largo rato, pensativa, a don Eraclio y descubrió el lado bueno del demonio.
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* José Luis Aliaga Pereira (1959) nació en Sucre, provincia de Celendín, región Cajamarca, y escribe con el seudónimo literario Palujo. Tiene publicados un libro de cuentos titulado «Grama Arisca» y «El milagroso Taita Ishico» (cuento largo). Fue coautor con Olindo Aliaga, un historiador sucreño de Celendin, del vocero Karuacushma. También es uno de los editores de las revistas Fuscán y Resistencia Celendina. Prepara su segundo libro titulado: «Amagos de amor y de lucha».
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Fuente: Grama Arisca, editado por el Grupo Editorial Arteidea EIRL, en abril de 2013. Páginas 17, 18 y 19.
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