Incendios forestales devastan comunidades indígenas

San Javier, departamento de Santa Cruz, arrasado por los incendios de los últimos días. Foto: CEJIS San Javier, departamento de Santa Cruz, arrasado por los incendios de los últimos días. Foto: CEJIS

Bolivia superó la superficie quemada registrada en 2019, cuando se alcanzó la cifra de seis millones de hectáreas a nivel nacional. En este marco, los pueblos indígenas están sufriendo impactos devastadores en sus fuentes de alimentos y acceso al agua, así como afecciones a su salud y hasta desplazamientos forzados. Los incendios forestales son producto del cambio climático, pero también están fomentados por factores políticos y económicos. Ante este panorama, urge abordar esta crisis desde una perspectiva que trascienda la respuesta inmediata.

Por Miguel Vargas Delgado*, Tora Aurora Jensen**

Debates Indígenas, 1 de octubre, 2024.- Según el World Resources Institute (WRI), América Latina enfrenta un aumento alarmante en incendios forestales, reflejando la tendencia global. Desde 2001 hasta 2023, Brasil, Bolivia, México y Argentina se encuentran entre los diez países con mayor pérdida de cobertura arbórea causada por incendios, de acuerdo con datos de Global Forest Watch (GFW). Esta misma fuente revela que, en conjunto, estos países han experimentado un aumento de tres veces y media en la pérdida de cobertura forestal por incendios en la última década, en comparación con la anterior. 

De acuerdo con GFW, Bolivia se clasifica de manera constante como uno de los países de América Latina con mayor pérdida de cobertura arbórea debido a incendios, solo superado por Brasil, con una pérdida anual promedio de 89.700 hectáreas. A su vez, este año ha marcado récords históricos: las alertas de incendios comenzaron a dispararse dramáticamente a mediados de julio, y Bolivia se encuentra, actualmente, entre los países con el mayor número de alertas a nivel mundial. 

A la fecha, los datos sobre la superficie afectada por los incendios no han sido actualizados desde el nivel central del Estado. A nivel departamental, las autoridades de Santa Cruz han cuantificado un impacto en siete millones de hectáreas. Organizaciones de la sociedad civil, como Fundación Tierra y el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS), denuncian que a la fecha la superficie de hectáreas es mayor y superó la superficie quemada en 2019, cuando se quemaron seis millones de hectáreas a nivel nacional. Los departamentos más afectados incluyen Santa Cruz y Beni, donde el bosque seco Chiquitano y el Amazonas están en llamas, afectando reservas forestales, áreas protegidas y territorios indígenas.



En Bolivia, los incendios forestales afectan directamente la vida cotidiana de las comunidades indígenas. Foto: CEJIS


Una amenaza recurrente para la vida indígena

Aunque este año es devastador, no es la primera vez que ONG locales, organizaciones indígenas y el público han buscado llamar la atención global sobre la crisis. La frecuencia de los incendios ha estado aumentando constantemente e impactan profundamente a las comunidades indígenas, poniendo en peligro su integridad física, salud y medios de vida. 

Yirka Mendoza, líder del cuerpo de bomberos voluntarios en su comunidad dentro del territorio indígena Monte Verde, ubicado en el bosque seco chiquitano, comenta: “Tenemos miedo hasta de perder la vida porque La Chiquitania todavía está ardiendo, y no sabemos qué más hacer”. A su vez, explica que estos incendios son una amenaza recurrente e impactan severamente a las personas que viven en su territorio: “Lastimosamente, cada año enfrentamos estos incendios, y temo que seguiremos siendo afectados. En años anteriores, siempre se ha quemado todo el bosque y nuestros cultivos, pero este año el fuego ha sido de gran magnitud como ningún otro, incluso han arrasado nuestras viviendas”. Por otra parte, destaca que muchos en el territorio dependen de la miel y los productos artesanales, de los bosques y la fauna que ahora están siendo destruidos. 

Los incendios también han pasado factura a la salud de la comunidad: el denso humo ha deteriorado significativamente la calidad del aire, dificultando la respiración y causando dolores de cabeza frecuentes e irritación ocular. Además, se suman los impactos negativos sobre las fuentes de agua. Desde hace poco más de una década, los efectos del cambio climático y la deforestación han intensificado el contexto de estrés hídrico en las comunidades del bosque seco chiquitano. En la actualidad, las pocas fuentes de agua se encuentran contaminadas por la presencia de ceniza. Estos riesgos para la salud, el acceso al agua y la integridad física son especialmente preocupantes para grupos vulnerables como niños y ancianos.

La escasez crítica de agua y medicinas, combinadas con el humo y el fuego, están obligando a muchos a abandonar sus hogares y territorios, generando un fenómeno de desplazamiento forzoso.

Ante este contexto, los pueblos indígenas en Bolivia a menudo asumen el papel de bomberos: muchas de las comunidades en el territorio de Monte Verde han establecido sus propios cuerpos de bomberos. Después de los devastadores incendios en 2019, los miembros de la comunidad indígena fueron entrenados para combatir incendios forestales de manera más efectiva. Sin embargo, Yirka enfatiza que carecen de herramientas adecuadas. Ella y su equipo de 20 bomberos voluntarios están en primera línea, arriesgando sus vidas en ropa regular mientras intentan proteger sus comunidades y cultivos de los incendios en curso. Sin las herramientas adecuadas o equipos de protección, sus esfuerzos son aún más peligrosos. 

Según el Observatorio de los Derechos de los Pueblos Indígenas de Bolivia (ODPIB), dependiente del CEJIS, los incendios forestales han llevado a pérdidas de cultivos y complicaciones de salud debido a la contaminación del aire en varios territorios indígenas. A su vez, la escasez crítica de agua y medicinas, combinadas con el humo y el fuego, están obligando a muchos a abandonar sus hogares y territorios, generando un fenómeno de desplazamiento forzoso que constituye una violación más a los derechos fundamentales de estas comunidades indígenas. 

De acuerdo al CEJIS, en el Territorio de Monte Verde, al menos 10 comunidades indígenas pertenecientes a la Central Indígena de Comunidades de Concepción (CICC) y la Central Indígena Paikoneca de San Javier se vieron obligadas a abandonar sus casas y refugiarse en los centros urbanos de Concepción y San Javier. Un reporte de Apoyo para el Campesino-Indígena del Oriente Boliviano (APCOB) da cuenta que las comunidades El Regreso, Sagrado Corazón de Jesús, Puerto San Pedro, Makanaté y Monte Verde fueron las más afectadas


Una brigada de bomberos voluntarios lucha contra el fuego en Monte Verde. Foto: CEJIS

Causas subyacentes de los incendios forestales

El World Resources Institute informa que la creciente tendencia de los incendios forestales está estrechamente vinculada con el cambio climático en un bucle de retroalimentación: las condiciones más cálidas y secas alimentan los incendios forestales, que, a su vez, liberan más carbono en la atmósfera, intensificando aún más el cambio climático y aumentando la probabilidad de futuros incendios. Además, el instituto destaca que, mientras el cambio climático hace que los bosques sean más vulnerables, la deforestación impulsada por productos básicos también es un factor importante que contribuye al creciente número de incendios forestales en las regiones tropicales. 

Por otra parte, ONG bolivianas atribuyen el aumento de incendios a políticas gubernamentales que promueven la expansión de tierras agrícolas. En los últimos 40 años, la superficie agrícola en la región de Santa Cruz se ha incrementado más de once veces, pasando de 264.800 hectáreas a más de tres millones. Grandes terratenientes, especialmente los dedicados a la ganadería y la producción de soja, han obtenido beneficios significativos. Esta élite agrícola ejerce una influencia política sustancial y colabora con corporaciones transnacionales como Monsanto y Cargill. Durante la presidencia de Evo Morales, se otorgaron concesiones a la élite agrícola para mantener la estabilidad política, con planes para expandir la frontera agrícola en un millón de hectáreas anualmente hasta 2025. 

A su vez, se suma el sector campesino y colonizador (intercultural), que trabaja la tierra produciendo monocultivos en pequeñas propiedades y busca un cambio en el tamaño de su propiedades para ser consideradas medianas y grandes. De este modo, intentan acceder a recursos financieros y profundizar su modelo de producción que interpela la propiedad colectiva indígena de la tierra por su carácter improductivo. Este sector es el principal responsable del avasallamiento de territorios indígenas, áreas protegidas y tierras fiscales. De manera crítica, un conjunto de normas conocidas como “leyes incendiarias” facilitan la conversión de bosques en tierras agrícolas e incentivan la deforestación bajo el argumento de promover la seguridad alimentaria. 

En las tierras bajas bolivianas, es común usar fuego para despejar tierras para nuevos pastos o campos agrícolas. Sin embargo, durante períodos de sequía, estos fuegos intencionados pueden descontrolarse fácilmente y expandirse rápidamente.

De acuerdo al Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), para el 2023, las cicatrices de quema se presentan de la siguiente manera: 37% propiedades empresariales y medianas, 18% en propiedades comunales y pequeñas, 16% en Territorios Indígenas, 10% en Tierras Fiscales Disponibles y 17% en Tierras Fiscales no Disponibles. En octubre de 2023, la Procuraduría General del Estado realizó una investigación sobre los responsables de los incendios generados durante esta gestión, identificando a 41 entidades agrarias y ganaderas en los departamentos de Santa Cruz, La Paz y Beni como responsables.

 Según el monitoreo realizado por el Centro de Planificación Territorial Autonómica (CPTA), dependiente del CEJIS, hasta el 20 de septiembre de este año la superficie quemada afectó a los territorios indígenas de la siguiente manera en el departamento de Santa Cruz: 56% Monte Verde, 41% Zapocó, 41% Guarayos y 70% Pantanal. A su vez, una investigación realizada por el CEJIS en 2021 cuantificó que, entre 2010 y 2020, el 58 % del total de la superficie titulada en condición de TCOs a favor de 34 pueblos indígenas fue afectada por incendios.

En las tierras bajas bolivianas, es común usar fuego para despejar tierras para nuevos pastos o campos agrícolas. Sin embargo, durante períodos de sequía, estos fuegos intencionados pueden descontrolarse fácilmente y expandirse rápidamente. Muchas ONG consideran esta práctica una de las principales razones para el incremento de los incendios forestales en Bolivia. A medida que los incentivos para despejar tierras crecen, los fuegos utilizados para este propósito se escapan más frecuentemente. Una vez que estas áreas están quemadas, los daños causados al bosque a menudo son irreversibles.


De acuerdo al INRA, un 16% de la superficie quemada pertenece a Territorios Indígenas. Foto: CEJIS

Cambio climático y la deforestación: una crisis que exige acciones

Mientras los pueblos indígenas enfrentan el impacto devastador de los incendios forestales, es crucial ampliar nuestra perspectiva más allá de la crisis inmediata y considerar el papel de los actores en las cadenas de suministro de soja y ganado. En Bolivia, los incendios no son solo un resultado del cambio climático; también están impulsados por factores políticos y económicos que se arraigan en una demanda global que se extiende mucho más allá de las fronteras del país. Las corporaciones multinacionales e importadores de soja y ganado son contribuyentes significativos a esta crisis, ya que continúan incentivando la expansión agrícola en áreas forestadas, provocando una mayor deforestación. 

Si bien el apoyo inmediato es urgentemente necesario —como proporcionar mejores equipos para las brigadas de bomberos voluntarios y asegurar el acceso a agua y medicación—, estas medidas solo ofrecerán alivio temporal. El problema no se resolverá hasta que se aborden las cuestiones más amplias: el cambio climático y los sistemas económicos que promueven la deforestación. 

Esta crisis no es nueva. Aunque este año puede ser particularmente severo en Bolivia, el problema ha estado escalando durante años. Sin un cambio en las políticas y prácticas globales, así como un esfuerzo genuino por abordar el cambio climático, la deforestación y las fuerzas que impulsan la expansión agrícola, es probable que los incendios forestales continúen devastando Bolivia y otras regiones tropicales alrededor del mundo.

---

*Miguel Vargas Delgado es Director Ejecutivo del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS), Bolivia.
**Tora Aurora Jensen es estudiante de máster en antropología en la Universidad de Copenhague, Dinamarca. En 2023, realizó un trabajo de campo en la TCO Monte Verde, Bolivia, centrado en el impacto de los incendios forestales en las prácticas de quema agrícola de los chiquitanos. Actualmente, es pasante en el Grupo de Trabajo Internacional sobre Asuntos Indígenas (IWGIA).

----

Fuente: Publicado en Debates Indígenas el 1 de octubre de 2024 y reproducido en Servindi respetando sus condiciones: https://debatesindigenas.org/2024/10/01/incendios-forestales-devastan-comunidades-indigenas-en-bolivia/

Escucha nuestro podcast


AÑADE UN COMENTARIO
CAPTCHA
This question is for testing whether or not you are a human visitor and to prevent automated spam submissions.