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"Me duele no ver procesados a los responsables de esta masacre"

Servindi, 16 de diciembre, 2014.- El líder amazónico Santiago Manuin Valera recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos "Ángel Escobar Jurado". Compartimos a continuación su aleccionador discurso pronunciado el pasado 10 de diciembre, el cual abordó, entre otros temas, los hechos del denominado Baguazo.

El Premio es entregado cada año por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH).

Como seguramente ya venían suponiendo aquellos que lo conocen, Manuin inició su discurso con una humildad cada vez más difícil de encontrar.

"Yo no soy la persona importante de este Premio, más importante son los que siempre me han acompañado: pienso en mis padres, que me enseñaron a crecer valorando cada rincón del bosque...", refiere con sencillez.

Segundos después aborda lo ocurrido el 5 de junio de 2009. "Por mi parte, yo no me avergüenzo ni arrepiento por el paro que organizamos. Lo volveremos a hacer siempre y cuando veamos amenazado nuestro territorio y cuando no nos hagan ningún caso por la vía legal. Asumo el Paro pacífico, pero no la masacre que siguió", explica.

Y a continuación sentencia: "Más que las balas y mi enfermedad, me duele no ver procesados a los responsables de esta MASACRE".

Como es sabido, el 5 de junio de 2009 se dieron los trágicos hechos del Baguazo, que acabaron con la vida de 34 personas entre policías y civiles.

En otro momento, Manuin reafirma la posición de los pueblos Awajún Wampís de no rechazar el diálogo con el Estado y con quien sea, siempre en cuando el diálogo sea transparente y con representante comprometidos con los intereses de las mayorías.

La entrega del Premio coincide con la fecha en que se celebra el día de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

A continuación el discurso completo de Santiago Manuin.

Discurso de Santiago Manuin Valera, líder indígena Awajún y miembro del Consejo Awajún-Wampis, pronunciado el 10 de diciembre al recibir el Premio Nacional de Derechos Humanos otorgado por la CNDDHH.

Buenas tardes.

Agradezco sinceramente a la Comisión Organizadora y a la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos por considerarme para este Premio Nacional de Derechos Humanos “Ángel Escobar Jurado”.

Sinceramente, si lo acepto es en nombre de mi Pueblo Awajún Wampís, y concretamente en nombre de la Organización del Consejo Permanente de los Pueblos Awajún Wampís – CPPAW. Yo no soy la persona importante de este Premio, más importante son los que siempre me han acompañado: pienso en mis padres, que me enseñaron a crecer valorando cada rincón del bosque, pienso en los jesuitas que me enseñaron a leer y a pensar, pienso en mi esposa que no se cansa de sostenerme cada día en mi enfermedad y en mis hijos que trato de educar, pienso en tantos paisanos míos que me empujan para seguir luchando. Con ellos asumí el servicio que mi Pueblo me ha encomendado. Sinceramente son ellos los que han marcado mi pobre vida y se merecen este Premio.

Aunque lo hago libremente, lo que yo hago es responder a ese pueblo mío que me llama y confía en mí. Y por encima de todo, respondo a nuestro Gran Ajutap, Dios nuestro, que está presente en nuestra lucha, que me llama y acompaña, y en quien confío plenamente. A ellos entrego este Premio.

Uds. ya saben que yo y muchos compañeros estamos siendo procesados por lo que pasó en el “baguazo”. Para mí el Fiscal pide cadena perpetua. Con mucho sufrimiento, paciencia y pérdidas de todo tipo, estamos esperando una justa sentencia. Creo que Uds. también lo esperan, igual que mucha gente del país y del extranjero que conocieron los hechos a fondo. Por mi parte, yo no me avergüenzo ni arrepiento por el paro que organizamos. Lo volveremos a hacer siempre y cuando veamos amenazado nuestro territorio y cuando no nos hagan ningún caso por la vía legal. Asumo el Paro pacífico, pero no la masacre que siguió. Más que las balas y mi enfermedad, me duele no ver procesados a los responsables de esta MASACRE.

En este foro de los DD.HH., quiero recalcar que nuestra lucha por los DD.HH. no es la del “perro del hortelano”. Nosotros no estamos en contra de las ayudas del Estado ni de las inversiones. Simplemente queremos estudios a fondo y que nos consulten de verdad. Tenemos sabiduría que da una experiencia de cientos de años en este territorio. Es triste decirlo, pero la selva es un cementerio de proyectos, mal diseñados y peor ejecutados. Hay excepciones, pero así es. Nosotros reclamamos con razón, porque somos nosotros los que después cargamos con el fracaso cuando los inversionistas y sus técnicos se retiran… Nosotros, repito, sí queremos apoyos para mejorar nuestra educación, nuestra salud, nuestra producción, eso es verdad; pero exigimos que se haga a partir de lo que somos y tenemos, sobre todo que se respete nuestro territorio, porque ése es nuestra gran escuela, nuestro supermercado, nuestra farmacia natural, nuestro templo que no tiene paredes pero está lleno de seres vivos.

No rechazamos el diálogo con el Estado y con quien sea, pero diálogo transparente con representante comprometidos con los intereses de las mayorías. ¿Por qué? Porque somos como una gran familia repartida en un solo territorio, y todo lo que se hace en un rincón, repercute en todos los demás.

Pero que quede claro: no somos fanáticos de nuestra cultura como si fuera la única y la mejor; no estamos rechazando el desarrollo como dicen algunos… Fíjense que yo no traigo corona ni vestimenta para recalcar orgullosamente mis derechos como awajún, y aunque no domino el castellano, yo no les hablo en mi idioma pidiendo un intérprete como podría ser también mi derecho. No. Sabemos apreciar, aprender, acomodarnos a otras culturas. Creemos en la interculturalidad en este mundo globalizado. Esto tiene que quedar claro para todos los que no nos conocen o no quieren conocernos como somos.

Pero más claro tiene que quedar nuestra lucha por los derechos humanos y colectivos de nuestro Pueblo Awajún Wampís. Nuestra historia es una historia de luchas para poder vivir tranquilamente en nuestro territorio; nunca hemos luchado por conquistar terrenos, ni robar oro ni plata de nadie. Nuestra vida en la selva nos impone muchos deberes sociales para convivir y estrategias de producción. ¡Sí, somos productivos! ¡Ni ociosos ni ignorantes! Y por eso hemos vivido de tal manera, que nunca hemos sido ni queremos ser mendigos ni una carga para el Estado. Nuestro Pueblo unido ha sabido rechazar a los narco- terroristas y bandas de delincuentes; para eso no hemos necesitado ni ejército ni policías, aunque son bienvenidos. En el conflicto con nuestro hermano Ecuador, hemos apoyado a nuestro hermano Perú. Todo esto forma parte de nuestra lucha por los derechos humanos individuales y colectivos. Me siento orgulloso recibiendo este Premio en nombre de mis hermanos Awajun y Wampis.

Esto no quita que queremos progresar también, no pensamos quedarnos en nuestro pasado glorioso. El mundo cambia y nuestras necesidades también. Pero queremos hacerlo a nuestro modo, cuidando nuestra cultura y cuidando nuestro territorio originario. Eso seguirá siendo nuestra lucha por los DD.HH., no lo duden!

Ahora mi gran preocupación es: ¿Cómo hacerlo entender al Estado que nos quiere ayudar, a las Empresas que necesitan nuestros recursos, a todos nuestros amigos colonos que comparten nuestro futuro?

Quizás valgan dos cuentos que aprendí en la escuela de niño. Con eso quiero terminar lo que quiero decir, porque a “buen entendedor, pocas palabras”.

Un cuento es el de la “gallina de los huevos de oro”. Para nosotros la gallina es nuestro bosque con todas sus plumas; los huevos de oro son los recursos innumerables y maravillosos que produce nuestra gallina. Pero ¿qué pasa si matamos la gallina por codiciar su oro, sin cuidar de que siga viviendo para todos, de generación en generación? Cuando luchamos por los derechos de un bosque sano, no contaminado, sostenible, piensen que estamos luchando por la gallina de los huevos de oro!

El otro cuento es muy corto y se refiere a lo que somos como personas, a nuestra cultura de fondo, a nuestro modo de trabajar, de comer, de relacionarnos materialmente y espiritualmente: algo por lo que siempre hemos luchado y seguiremos luchando, y que ahora llamamos DD.HH.

Es el cuento del mono que llegó a un gran río, no era su hábitat, y vio a un alegre pez nadando, y queriendo salvarlo de las aguas, lo sacó del río con mucho trabajo y lo tenía orgulloso en sus manos… Ya imaginan ustedes lo que le pasó al pobre pez por culpa del estúpido mono.

¡Dios nos libre de las buenas intenciones de los que no nos conocen, ni a nosotros, ni al bosque que nos mantiene!

Muchas gracias.

10 de diciembre de 2014

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Texto del discurso tomado del sitio web de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH).

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