Necesitamos otro modelo de Cumbres del Clima más democráticas: mayor peso los países del Sur, de los parlamentos regionales y administraciones locales, y de la sociedad civil.
Por Eva García Sempere
Mundo Obrero, 27 de diciembre, 2022.- Escribía hace un año, al calor de la COP26 de Glasgow que la COP había sido francamente útil para quienes, bajo el disfraz del greenwashing empresarial, llevan años tratando de evitar a toda cosa pactos vinculantes y medidas reales de lucha contra el cambio climático. Como viene sucediendo desde el triste COP de Copenhague, los acuerdos no eran vinculantes ni se los esperaba. Quedaba a merced de los países el adoptar o no medidas y recursos económicos para enfrentar el mayor reto de nuestra civilización.
Dos eran los objetivos más esperados en aquella Cumbre: compromisos de los gobiernos para no superar los 1,5 ºC respecto a los niveles preindustriales y un fondo de 100.000 millones de dólares anuales para ayudar a la transición energética de los países en desarrollo.
¿Qué significó aquel tibio acuerdo? Como recoge Naciones Unidas, la realidad de los planes nacionales de mitigación es que nos dejan en un aumento de temperaturas de 2,7 ºC. Y no hace falta ser muy lista para saber que está bastante lejos del más que necesario, y avalado por la comunidad científica, 1,5ºC de aumento de temperatura.
Respecto al fondo de ayuda a la transición energética, el texto urgía a los estados ricos a doblar (como mínimo) la ayuda a los países en vías de desarrollo con relación a lo aportado en 2019 y hacerlo antes de 2025. Teniendo en cuenta que nunca se cumplieron los compromisos de aportación al fondo y que no aparecía en ningún momento ninguna palabra que indicara obligación, podíamos concluir, igualmente, que este fondo estaría hueco. Y, para sorpresa de nadie, así ha sido.
Finalizada la COP27 podemos concluir que seguimos la senda de acuerdos in extremis que parecen buscar más evitar el desmoronamiento de este espacio de reflexión y trabajo para combatir el cambio climático que acuerdos reales que permitan conseguir el objetivo. En los 15 días que duró finalmente la Cumbre no se ha alcanzado ningún acuerdo concreto que permita afrontar los retos del Acuerdo de París (2015), ni avances reales respecto a los Acuerdos de la COP26.
50 años ha cumplido Los límites al crecimiento, informe publicado por el Club de Roma, que ya alertaba de manera precisa sobre los límites al crecimiento y las consecuencias de seguir por la senda del expolio a los recursos naturales y de no poner freno a la contaminación y las emisiones de gases invernadero. La situación no ha mejorado desde entonces y, desde esta misma plataforma, han publicado recientemente otro informe, Earth for All: una guía de supervivencia para la humanidad donde recoge qué cambio sería necesario para que la humanidad no siga de cabeza y sin freno hacia la catástrofe ecológica y social. Como recogen en dicho informe, estamos extremadamente cerca del escenario “demasiado poco, demasiado tarde”.
Probablemente solo los lobbys de los combustibles fósiles, gas y nuclear hayan salido contentos de esta cumbre. Muy lejos quedan las imágenes de cumbres anteriores donde los líderes se felicitaban y saludaban los acuerdos.
“Ya hemos perdido mucho tiempo. Y nuestra gente y nuestro planeta no tienen más tiempo que perder”, hemos escuchado decir a Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea. «Hemos tratado algunos de los síntomas pero no hemos curado al paciente de la fiebre», señalaba por su parte Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
Ciertamente, la situación podría ser aún peor sin la existencia de estas Cumbres. Visibilizan el problema y obligan a hablar y tratar de llegar a acuerdos internacionales para abordar un problema global.
Pero para lograr el objetivo con el que fueron diseñadas, necesitamos otro modelo de Cumbres del clima: más democráticas, con mayor representación de quienes más sufren las consecuencias del cambio climático y con la implicación vinculante no solo de países sino de las administraciones más cercanas a las personas.
Esto es, más peso de los países del genérico sur, de los parlamentos regionales y las administraciones locales. Y con un papel real en las negociaciones, sobra decirlo, de la sociedad civil.
Son los territorios expoliados tradicionalmente por los países ricos quienes deben poner sobre la mesa las urgencias y las propuestas compensando, aunque sea in extremis y de manera parcial, a quienes más sufren las consecuencias de políticas económicas suicidas y que no les han dejado ninguno de los beneficios conseguidos en el trascurso de décadas de crecimiento.
Una Internacional Ecologista que acabe con el capitalismo y garantice la redistribución de los recursos
Las fuerzas de izquierdas y quienes tienen claro que la justicia climática es una herramienta indispensable para la propia vida de quienes están hoy aquí y allí, y de quienes estarán mañana, debemos luchar por poner en pie un nuevo marco de negociación. Y, desde nuestro espacio de lucha, impulsar una suerte de Internacional Ecologista que recoja lo mejor de la tradición de lucha obrera (“nativa o extranjera, la misma clase obrera” seguimos cantando con énfasis en las movilizaciones) y le dé un nuevo significado a la luz de lo que llevamos años sufriendo. Un marco de lucha global que nos permita tejer alianzas entre los países para garantizar que las empresas y los gobiernos negacionistas no imponen su agenda: una agenda de declive continuo de quienes cada vez tienen menos, de expolio de los recursos y expulsión de la gente de sus territorios para mantener la ficción de que no pasa nada y podemos seguir produciendo y consumiendo como hasta ahora.
Porque no olvidemos que el capital y los grandes lobbys de presión de los combustibles fósiles tienen muy claro que estamos en un contexto de pérdida de recursos. La cuestión es quién, cuánto y cómo se decrece, y quién lo decide. Su agenda se resume en el ecofascismo: expulsar a la gente del sistema para seguir acaparando sus recursos y su territorio. Lo que han hecho siempre, pero con una vuelta de tuerca mayor basada en la violencia. Necesitamos, por tanto, una Internacional Ecologista que acabe con el capitalismo y construya un modelo político, social y económico cuyo corazón y líneas rectoras sean los límites biofísicos del planeta, para redistribuir los recursos y garantizar que todas las personas son libres, iguales y con derecho a una vida digna.
Análisis de lo acordado en Egipto
1. Fondo para las pérdidas y los daños
Sin duda, el principal y más celebrado resultado: un fondo para financiar pérdidas y daños en países en desarrollo «particularmente vulnerables» a los efectos del cambio climático. Se trata de una demanda histórica de las naciones más amenazadas y una de las cuestiones sobre la que, desde el activismo climático, más hincapié se hizo a lo largo de este último año. La falta de acuerdo sobre este punto nos ha dejado una sensación agridulce: se incluye el Fondo en el acuerdo, que habrá de ser dotado por parte de los países que más han contribuido históricamente al cambio climático, pero se traslada a un comité de transición la definición del proceso para la financiación del fondo y los criterios para la selección de proyectos que podrían acogerse a esa financiación.
2. Mitigación
El Plan de Implementación aprobado en la Cumbre insta a los países a “reducir progresivamente la generación de energía a partir del carbón —en plantas que no cuenten con tecnologías de captura de carbono— y a abandonar gradualmente los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles”. Tristemente, la mitigación es la gran perdedora de esta COP. La petición que aparece reflejada en el texto final es un corta y pega del texto de Glasgow. Nada nuevo. Perdimos este último año y perdemos el siguiente.
No solo no se ha conseguido consensuar un texto potente que plantee el fin de los combustibles fósiles, el acceso a las energías renovables especialmente en los países más vulnerables y empobrecidos ni la necesidad de reducir el consumo energético con objetivos y horizontes valientes y redistributivos, sino que incluyen una mención a “energías con bajas emisiones” (nuclear, gas) equiparándolas a las energías renovables. Una pésima noticia.
En el Acuerdo de París, en 2015, se recogía la necesidad de que el incremento máximo de la temperatura estuviera entre 2 y 1,5 ºC. Sin embargo, la comunidad científica ya alertó que estos objetivos no eran suficientes y había de mantenerse por debajo de 1,5ºC, así como revisar anualmente los objetivos para mantenerse por debajo de esta cifra. El bloqueo de distintos países, con Arabia Saudí a la cabeza, eliminó toda posibilidad de recogerlo en la sección de energía del documento.
Volviendo a las palabras de Timmerman, en rigor no se bloquea alcanzar ese límite de 1,5ºC, pero «pone barreras innecesarias en el camino y permite a las partes rehuir de sus responsabilidades”
3. Adaptación y financiación
¿Se acuerdan de los 100.000 millones de dólares del Fondo Verde para el Clima? ¿Esos que, lamentablemente, siguen esperando su salida al terreno de juego? Pues en esta cumbre no han logrado ponerse de acuerdo con la nueva cifra (ya es difícil, si igualmente no están dispuestos a cumplirla) y abren la puerta a la financiación privada. La colaboración público-privada que tan “buenos” resultados ha dado siempre salta a la palestra en la lucha contra el cambio climático. Otra pésima noticia.
Pero es que en esta COP, además, se ha aprobado otro fondo para adaptación. Que es una buena nueva, pero no permite ser demasiado optimista en cuanto a los resultados reales habida cuenta de los éxitos del Fondo Verde para el Clima.
4. Derechos humanos
La presión de la sociedad civil ha conseguido que aparezcan los derechos humanos en el texto. Por desgracia solo en el preámbulo. Nada sorprendente en una cumbre en la que desde organizaciones como Ecologista en Acción han denunciado la falta de libertades y la represión del Gobierno de Abdelfatah El-Sisi.
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Fuente: Publicado en Mundo Obrero el 23 de diciembre de 2022 y reproducido en Servindi respetando sus condiciones: https://bit.ly/3FPM99i
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Foto: Pepe Mateos / Télam.
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