El regreso de los varados: Entre la necesidad y el desbande

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El gobierno está encarando sobre el caballo y de manera desordenada el regreso de los varados y no pocos residentes en Lima que laboraban en el mundo informal. No aprendió del caso de los huancavelicanos que regresaron. Este debió ser el modelo.

El regreso de los varados: Entre la necesidad y el desbande de la cuarentena en el ascenso al "pico" del Covid-19

Por Jaime Antezana Rivera*

23 de abril, 2020.- Empezaron decenas de familias huancavelicanas y algunas familias de Junín y Huánuco. Le siguieron familias de San Martín. Luego de Piura y Cajamarca. Ahora, se ha masificado de otras regiones (Ayacucho, Apurímac, etc.).

¿Que buscan estas familias? 

Regresar caminando por las carreteras a sus regiones de origen o residencia en un contexto de ascenso de la pandemia del covid-19. Ese es su objetivo. Solo quieren regresar. Nada más.

¿Y por qué caminando? Porque no hay medios de transporte y, lo más importante, no tienen con qué pagarlo. ¿Por qué en esas condiciones? Porque no tenían como mantenerse en Lima, ni querían infectarse con el coronavirus.

Ahí radica lo novedoso de ese proceso social en curso. Cabe destacar, que el primer grupo, constituido básicamente por huancavelicanos, no fue organizado, ni planificado. Fue espontaneo, individual y familiar.

Eso se supo cuando la policía los agrupó en Corcona, en Cocachacra, Huarochiri, cuando caminaban, cual peregrinos, por la carretera central rumbo a sus regiones. Además, se supo cuántos eran: más de 500 personas,

Tal era su decisión de regresar que estas familias rechazaron la propuesta de las autoridades: llevarlos al Centro de Huampani, en Chaclacayo, donde los alojarían, les aplicarían pruebas de descarte del covid y asistirían.

Fue allí donde se pudo conocer no solo la dimensión de este grupo de familias sino por quienes estaba conformado: ancianos/as, adultos/as, jóvenes, mujeres embarazadas y niños/as. En suma, plural y de todas las edades.

También se conoció las razones o motivaciones de su presencia en Lima y, sobre todo, porque querían regresar. A grandes rasgos, la mayoría de ellos estaban acá por tres razones: salud, trabajo o visita a familiares.

Sin descartar otras razones, la salud era predominante. La cuarentena e inmovilización social los sorprendió acá. De pronto tuvieron obligados a quedarse más del tiempo que tenían previsto con presupuestos escasos.

En suma, eran personas y familias que se quedaron varadas al inicio del estado de emergencia y la inmovilización obligatoria. Eran personas o familias cobijadas por familiares o en viviendas alquiladas.

Si su precariedad era de por sí real, el paso de casi un mes de cuarentena hizo insostenible su permanencia. Los cobijados dejaron de tener donde vivir y los que llegaron a trabajar, dejaron de tener dinero

Si su precariedad era de por sí real, el paso de casi un mes de cuarentena hizo insostenible su permanenciapara pagar.

Ya no podían, pues, cubrir sus necesidades básicas (vivienda, alimentación, servicios) en una ciudad donde todo cuesta dinero. Menos sin posibilidades de generarse los mínimos ingresos por la cuarentena frente al covid-19.

No podían sobrevivir en Lima. De ahí la desesperación por regresar si o si en plena pandemia y, pese a exponerse a la posibilidad real del contagio, otra razón por la que querían regresar, emprendieron el camino del retorno.

Por eso solo aceptaron ir al estadio de Matucana, ubicado en la ruta a sus regiones. Allí los alojaron en carpas, les aplicaron las pruebas para saber cuántos estaban infectados del Covid-19 y los organizaron para llevarlos a sus destinos

Se detectaron varios casos. Luego fueron transportados a sus regiones. Este caso dejó en evidencia que el estado de emergencia y el aislamiento social obligatorio había sorprendido a centenares de familias provincianas en Lima.

Debido a la cuarentena, el aislamiento social obligatorio el gobierno no podía permitir que este grupo vaya caminando a Huancavelica. Los obligó a quedarse momentáneamente para transportarlos ordenadamente.

En ese sentido, es el regreso a sus regiones de origen de personas y familias que se quedaron varadas en Lima. Allá tienen mejores condiciones para sobrevivir y realizar la cuarentena. Pero no solo regresan los varados.

También hay muchos que radican en Lima y trabajaban como informales e independientes (lustrabotas, venta de cancha, construcción, etc.) pero que la cuarentena les dejó sin esos trabajos e ingresos económicos.

¿Por qué muchos residentes en Lima regresan a sus pueblos de origen? 

Porque en la sierra o la costa tienen vivienda de sus padres o familiares y donde comer. Tienen quien los va acoger y apoyar. Además que la vida en provincia es más barata.

Los otros contingentes de familias que se han volcado a las carreteras para regresar a sus regiones tienen a la base las mismas razones y características: la imposibilidad real de mantenerse en Lima en la situación actual.

Esos grupos de familias que han irrumpido abruptamente las carreteras en plena cuarentena e incremento de infectados del covid-19 son, en cierto modo, un efecto "Huancavelica". Pero, en el fondo, es una problemática social subyacente.

Son centenares de familias varadas. Hay, sin embargo, una diferencia con el primer grupo. La mayoría de estos grupos no son espontáneos. Son promovidos y organizados, Se ha logrado saber, incluso, que se convoca a través de las redes sociales.

Aun así, obviamente, están expresando un problema social real. A esos grupos se unen las familias que, hace semanas, estaban buscando regresar. Y no se puede descartar que haya personas que quieren aprovechar los viajes para visitar a sus familiares.

La irrupción de estos sectores en las carreteras, si bien buscan dejar Lima por necesidad y para no ser infectados por el covid-19, muestran un desbande de la cuarentena: generan aglomeraciones incontrolables en las carreteras.

Sin duda, la inmovilización y la distancia social han sido fracturadas. Han resquebrajado la cuarentena. Esas aglomeraciones se han convertido en focos de propagación del coronavirus. En todos los grupos se han detectados infectados.

El gobierno está encarando sobre el caballo y de manera desordenada el regreso de los varados y no pocos residentes en Lima que laboraban en el mundo informal. No aprendió del caso de los huancavelicanos que regresaron.

Ese debió ser el modelo. En coordinación con los gobiernos regionales debe organizar el regreso sin resquebrajar más la cuarentena y, por lo tanto, sin favorecer la propagación del Covid-19. Los recursos ya han sido destinados .

Finalmente, ¿Es el retorno de estas familias o personas varadas y residentes en Lima una migración de retorno para repoblar las regiones del interior? 

No, no es así. Es el regreso, en su mayoría, de familias que radican en ellas.

Y en el caso de los que ya residen en Lima es un retorno temporal de sobrevivencia. Su presencia allá, como siempre lo hacen, será hasta que pase la pandemia. No hay en las regiones condiciones para absorber a esos sectores sociales.

No es siquiera comparable al retorno de los desplazados por la violencia política post captura de Guzmán, a inicios de los 90. En el periodo de fines de 1992 hasta el 2000, miles de familias retornaron y repoblaron sus pueblos de origen.

A eso habría que propender, pero ya no de los que se desplazaron por la violencia, sino de los migrantes que no tienen mayores posibilidades de desarrollo en Lima u otras grandes ciudades. Eso pasa por una política de Estado.

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*Jaime Antezana Rivera es consultor, investigador social en narcotráfico, terrorismo y conflictos sociales.

 

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