
Servindi, 8 de enero, 2023.- “Cuando las papas queman” es una crónica de lucha escrita por José Luis Aliaga Pereira que se refiere al periodo en el que Pedro Castillo era dirigente sindical de los maestros del Perú.
El texto rememora el sentimiento que se incuba en un grupo de maestros de Cajamarca que llegan para manifestarse pacíficamente en la Plaza de Armas de la capital limeña, frente al Palacio de Gobierno, y hacer conocer sus demandas.
La crónica viene acompañada de un vídeo que registra instantes de la manifestación custodiada por miembros de la Policía Nacional y en el que aparece Pedro Castillo en un rol dirigencial muy distinto al que luego la vida lo llevó a desempeñar en el país.
Por José Luis Aliaga Pereira*
8 de enero, 2023.- La delegación de profesores, había llegado desde Cajamarca, no conocían la capital limeña; es decir sus callejones, sus calles, sus avenidas, barrios y peor distritos. De muchos era su primera noche en esta ciudad. Desde el terminal terrestre hasta la Plaza Dos de Mayo demoraron en trasladarse casi hora y media. Lipa, el Secretario General del Sindicato llevaba una mochila y dentro de esta una bolsa de dormir color azul, además de un pantalón Jean de muda y en su billetera cien nuevos soles. El resto de compas, algo parecido. En el local que se hospedaron fueron recibidos por el administrador y por sus compañeros de otras provincias cajamarquinas que se adelantaron. Todos se conocían. Esa noche no durmieron hasta que sonó las doce en el celular de uno de los amautas, que después se volvió el despertador del grupo ya que su timbre parecía repique de campana de iglesia de pueblo serrano; antes, chaccharon coca fresca que trajeron desde Mendan, un lugar muy cercano al río Marañón. Descansaron después de las respectivas coordinaciones.
Al día siguiente salieron del alojamiento, un pequeño pasadizo del local, a las ocho de la mañana. Era una prueba de fuego la que los esperaba.
- Nos toca la Plaza de Armas —dijo Lipa, señalando un pequeño plano que parecía garabatos de adolescente—. Vamos a ingresar por el callejón en el que fusilaron a Samuel Olaya.
El almanaque marcaba con rojo: 29 de julio de 2019. Desayunaron en el mercado La Aurora y subieron por Jr. Huancavelica cruzando la Av. Tacna con dirección a lo que los deparara el destino ese día; en el trayecto compraron dos palos de escoba los mismos que forraron con bufandas hechas con hilos con colores patrios: rojo, blanco y rojo. Éran diez feligreses y caminaban uno tras de otro.
Cerca a la antes llamada "Casa de Pizarro", observaron que, cordones de efectivos policiales, vigilaban el ingreso y salida a la plaza limeña. Todas las entradas estaban cubiertas. En efecto, optaron por ingresar por la calle paralela al Jr. de La Unión. Habían dado en el clavo al envolver los palos de escoba con los colores que luce la bandera nacional. La policía estaba advertida: Llegaban los Amautas, los profesores, para defender su pliego de reclamos por lo que estaban atentos a quienes ingresaban a la plaza principal. Ese mismo día se realizaba el acostumbrado desfile militar por fiestas Patrias, en la avenida Brasil.
Como en un opaco espejo, por culpa de la niebla, veíase el palacio de gobierno. El sol sufría para prodigar su luz.
Cuando estuvieron en la plaza, caminaron distanciados, como si se tratara de turistas que llegan de diferentes partes del país.
De pronto se escuchó la señal frente al edificio municipal. Al Palacio de gobierno en Lima, acompaña el edificio municipal. Un profesor alzando el abrazo comenzó las arengas, señal convenida, y el resto respondía con el nombre del sindicato que, en esa fecha, aún llevaba el nombre de SUTEP pero que ahora es FENATEPERU.
¡Contra las concesiones mineras!
¡SUTEP!
¡Solución al sector Educación!
¡SUTEP!
¡No podrán! ¡No podrán! ¡Nuestra lucha silenciar!
Los profesores que daban vueltas por la plaza se unieron corriendo al profesor que gritaba las arengas.
Un policía con uniforme verde y casco les intervino acercándose al grupo e invitándolos a retirarse.
Más abajo, cerca al Jr. Unión, el compañero Lipa, que llevaba los palos de escoba, rápidamente, inició el armado de la bandera celendina para lucirla flameando. Los policías, al darse cuenta de esta actitud, corrieron para arrebatarla.
En esos momentos, por la avenida Brasil, se iniciaba el desfile militar. El jefe policial que estaba presenciando la llamada parada militar recibió una llamada y, al instante, se dirigió al Presidente para informarle al oído, lo que sucedía en la plaza de Armas, frente a Palacio de gobierno.
Desde la 22 comandancia de asalto, ubicada en la avenida Abancay, a pocas cuadras de la plaza, bajaron corriendo grupos de policías que, por sus fachas, se podía adivinar que habían estado descansando y que fueron despertados para "bajar a defender las calles de la presencia de manifestantes".
Mientras tanto entre Jr. Unión y Huallaga, un policía arrebató a Lipa parte de la bandera celendina y corrió, junto a sus colegas, hasta los alares del parque de la municipalidad. El profesor quedó mirándolo cuando este se alejaba con el retazo de tela en la mano. Lipa, no quedó tranquilo y, de pronto, al ver al policía descuidado, lo sorprende con su inesperada reacción y arrebata la tela preciada. El amauta regresa contento y corre en dirección al Jr. Junín. Tres policías lo siguen. Por su parte, el resto del grupo de profesores, es empujado cuesta abajo por el Jr. de la Unión.
En la Plaza de Armas Lipa estaba a punto de ser alcanzado por los policías que, molestos, lo perseguían. Para suerte del profesor celendino, aparece, por el Jr. Junín, el segundo grupo de manifestantes que tenía la orden de ingresar a esa hora y por ese lugar. Eran los de Puno. Los policías al ver a los profesores puneños avanzar, regresaron despavoridos a donde estaban sus colegas.
Fue una lucha de fuerzas cuerpo a cuerpo. La orden había sido resistir y ceder, resistir y ceder.
Más abajo, con el puño en alto, se lo vio a Pedro Castillo, el Presidente Nacional del Sindicato "Frente Nacional de Trabajadores en la Educación", FENATEPERU.
Así, en los tres días de lucha de aquel mes y año, el escurridizo DIRIGENTE sindical Pedro Castillo, aparecía y desaparecía; unas veces iba con chullo y otras sin esta prenda; pero, eso sí, siempre, con el puño en alto.
Video:
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* José Luis Aliaga Pereira (1959) nació en Sucre, provincia de Celendin, región Cajamarca, y escribe con el seudónimo literario Palujo. Tiene publicados un libro de cuentos titulado «Grama Arisca» y «El milagroso Taita Ishico» (cuento largo). Fue coautor con Olindo Aliaga, un historiador sucreño de Celendin, del vocero Karuacushma. También es uno de los editores de las revistas Fuscán y Resistencia Celendina. Prepara su segundo libro titulado: «Amagos de amor y de lucha».
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