Nuestra Wiphala, sigue flameando en nuestras principales fiestas, en las ceremonias rituales, en los actos cívicos e históricos del pueblo, en la transmisión de mando de las autoridades, en los trabajos agrícolas, y hoy, nos están acompañando en nuestras luchas y justas reivindicaciones.
Por Wilman Caichihua Robles*
5 de febrero, 2023.- El congresista Juan Lizarzaburu de Fuerza Popular comparó a la Wiphala con un “mantel de chifa”, menoscabando el símbolo de nuestra resistencia cultural de los pueblos originarios. Sólo diría esto, una mente enajenada, ignorante y fachista con profundo odio hacia la cultura andina.
No es casual lo que dijo, tiene su intencionalidad, es parte de la narrativa de lo que están construyendo los grupos de la ultraderecha de América Latina y es, además, la continuación histórica del desprecio de los Sepúlvedas y Areches contra nuestros pueblos originarios.
Cornelio De Paw ciego seguidor de Sepúlveda decía: “Los animales vulgarmente llamados indios del Nuevo Mundo son siervos por naturaleza, por su condición de sub hombres” y el visitador José Antonio de Areche antes de asesinar a Tupac Amaru y su familia, entre otras cosas, sentenció no hablar el quechua y dejar de lado las vestiduras de sus gentiles reyes y sus insignias.
¿Sub hombres? Nosotros, los pueblos originarios, 8 mil años antes de Cristo, cultivamos el algodón y logramos 190 tonalidades en nuestros tejidos, dominamos la fuerza radiactiva con que roímos la roca, en los Andes hicimos terraplenes y sembramos veinte millones de hectáreas, la mitad de los alimentos con que hoy se nutre la humanidad nosotros lo creamos.
Nos prohibieron hablar el quechua, pero hoy está vivo y no pudieron desaparecerlo, nos sentenciaron a muerte si usáramos nuestras insignias, cientos de años después, los guerreros del Arcoíris están emergiendo haciendo flamear sus Wiphalas y sus Unanchas.
Como les da miedo las profecías de nuestros antepasados, como los de la cultura Hopi que vaticinaron que cuando el mundo esté en desequilibrios de convivencia llegarán desde todas las culturas, los guerreros del Arcoíris quienes restaurarán la antigua belleza de la Madre Tierra.
Los Cheroqui profetizaron, que desde el sur llegarán los guerreros del Arcoíris trayendo grandes cambios y transformaciones en la manera de vivir en armonía con la naturaleza y los seres humanos, también los Mayas tienen una profecía que nos dice que las semillas de las cuatro direcciones se mezclarán para crear los primeros hijos del Arcoíris.
La Wiphala tiene su origen en las cuatro estrellas que forman la Chakana o la Cruz cuadrada y sus colores provienen del Arcoíris, que se presenta en 49 cuadrados en degradación que terminan en una fila de color blanco dispuesta diagonalmente.
Desde tiempos inmemoriales, los Qichwa-Aymaras, lo consideramos como uno de nuestros emblemas sagradas e importantes, compuesto de los siete colores del arcoíris. El investigador Carlos Urquizo, confirmó que la Wiphala fue el principal emblema de la civilización andina, antes y durante el periodo de los Incas.
El estudioso Carlos Cantero, afirma que la unión de 4 wiphalas reproduce la cruz andina escalonada, sus divisiones definen fenómenos astronómicos vinculados a la vida y la muerte; al frío y el calor, a la sequía y la lluvia; la siembra y la cosecha; la luz y la oscuridad; la alegría y la tristeza; los puntos cardinales, las estaciones del año, las fiestas y las divisiones político administrativas.
De acuerdo a excavaciones arqueológicas, la cultura Caral ya conocía la Chakana, hace 2000 años probablemente los Tiwanakus ya tenían este emblema. Según Germán Ch. Wanka, en Chanqay, situado en la costa central del Perú, se encontró un objeto parecido a un estandarte en una tumba de hace 800 años de antigüedad.
En 1534 cuando los españoles invadieron Cusco, se encontraron con la primera resistencia de los Qichwa-Aymaras, el registro histórico indica que vieron entre la multitud, banderas de franjas y cuadros con los siete colores del Arcoíris.
Nuestra Wiphala, sigue flameando en nuestras principales fiestas, en las ceremonias rituales, en los actos cívicos e históricos del pueblo, en la transmisión de mando de las autoridades, en los trabajos agrícolas, y hoy, nos están acompañando en nuestras luchas y justas reivindicaciones.
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*Wilman Caichihua Robles es periodista asociado (PA), docente, especialista en educación intercultural bilingüe y promotor cultural regional.
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Foto: Wilman Caichihua Robles
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