El Fospa Perú reunió a muchos dirigentes de diversas zonas de los Andes y la Amazonía peruana que defienden el ambiente y que son amenazados por taladores, el narcotráfico y la minería ilegal, ante la pasividad y a veces complicidad punible del Estado.
La lucha por la vida en la Amazonía. Pre FOSPA Perú
Por José Manuyama*
2 de mayo, 2024.- Acabamos de participar en el encuentro pre Foro Social Panamazónico Perú, realizado en Tarapoto, departamento de San Martín, entre los días 24 y 28 de abril. Este es un certamen que reúne a organizaciones, representantes y ciudadanos que defienden el territorio amazónico, los ríos, el agua, y las costumbres ancestrales andino amazónicas, que anticipa al gran Foro Social Panamazónico a llevarse a cabo en Bolivia en junio de este año.
Fue un encuentro que, lamentablemente precedido por el terrible asesinato de Victorio Dariquebe el 19 de abril, un indígena harakbut y guardaparque de una zona reservada asediada por la minería ilegal en Madre de Dios, reunió a muchos dirigentes de diversas zonas de los Andes y la Amazonía peruana que defienden el ambiente y que son amenazados por taladores, el narcotráfico y la minería ilegal, ante la pasividad y a veces complicidad punible del Estado. La selva peruana al igual que en los otros países amazónicos es un territorio violento que ya suma a 20 defensores asesinados desde el 2020.
Fue muy emocionante escuchar de sus propias palabras el drama que pasa cada uno de ellos en sus respectivas zonas por defender su territorio, su vida, su tranquilidad, que a la vez no solo es por ellos sino por todos cuanto dependemos ambiental y climáticamente de la permanencia de la Amazonía. Mientras haya más defensores asesinados, mientras continúe la depredación del territorio, mientras los gobiernos nacionales e internacionales la vean como abastecedora de materias primas legales e ilegales, y sumado a la proliferación de los gases de efecto invernadero (petróleo, gas y carbón) a escala global y encima la amenaza de nuevas guerras no hay futuro bueno para nadie, la extinción del ser humano está cantada.
Por ello, detrás de las palabras pausadas, del temple para afrontar la vida, de una espiritualidad que hace falta en las grandes urbes, se levanta un faro de dignidad que resalta en cada mirada de un defensor que contrasta en un contexto nacional donde la inseguridad ciudadana, la corrupción y vanidades de Dina Boluarte, en cuyo gobierno se ha incrementado la minería ilegal y la obscena mayoría congresal que saca de la galera una ley anti forestal que más parece un tiro de gracia para asegurar la desaparición de una de las maravillas naturales y culturales más grande de la faz de la tierra.
Muchos son los temas discutidos: defensa de territorios y ríos, extractivismo y alternativas, cambio climático y transición energética, soberanía alimentaria, resistencia de las mujeres, entre otros.
Un tema importante puesto al alcance de todos fue el hito jurídico logrado por la asociación de mujeres kukamas “huaynakanA kamatahuara kana” y el Instituto de Defensa Legal (IDL), la sentencia que declara fundada la demanda de considerar al río Marañón como sujeto de derecho. Más allá del hecho de que este proceso está en apelación es un gran avance jurídico que permite salvaguardar un río de todo tipo de depredaciones, e iniciar una gran cruzada jurídica en todo el país donde se presenten nuevas causas judiciales y se reconozca cada río con derechos intrínsecos.
No solo eso, incluso antes de hacerlo en los despachos judiciales, cada comunidad puede adelantarse y reconocer públicamente y simbólicamente a un río con derecho. En la actualidad, lo que se hace a los ríos es una vulneración constante a su existencia. Precisamente, no hay frontera entre la naturaleza y el hombre en el universo amazónico. Entonces los derechos humanos son también los derechos de la naturaleza y viceversa. Un ataque a la naturaleza es también una agresión a los derechos humanos. Por cierto, el Marañón no es el único río reconocido con derechos en el mundo.
Otra de las importantes propuestas planteadas es iniciar dentro poco una gran campaña nacional contra la minería ilegal y otros ilícitos que destruyen nuestros bosques y ríos, pero más contra ese entramado estatal deficiente, negligente, corrupto que colabora clandestinamente con los que perpetran delitos y desde las más altas esferas del poder. Si el Estado no asume su rol respectivo es muy difícil esperar que las cosas cambien a favor de nadie. Esto no puede continuar así. La movilización ciudadana consciente que pise los talones de quienes en el papel tienen la misión de servir a todos los ciudadanos es fundamental.
Mientras la lucha continúa en nuestros territorios como por el río Nanay en Loreto, Bolivia espera a representantes de los 9 países amazónicos en junio de 2024. Países donde de un modo y otro se sustentan sobre la base de la destrucción de la Amazonía y en países como el Perú se vive el peor momento democrático. Estados dependientes de modelos extractivos al servicio de los grandes agentes económicos colonialistas que imponen el afán de lucro por encima del sentido común y la vida. Sin naturaleza equilibrada no hay vida, sin vida no hay derechos humanos, lo que hay es violación de derechos humanos, es el secuestro de la democracia, es la esclavitud del futuro.
Todos tenemos derecho a vivir plenamente en democracia un asunto pendiente en el Perú. Por ello, todo afán por recuperar las instituciones de ese oscuro poder que domina el congreso peruano debe llevar a la unión de todos los peruanos que queremos vivir en forma digna y honesta, pero a la vez respetando los territorios amazónicos y todos ser vivo que allí habita. Por ello reunirnos por la Amazonía es también una lucha democrática, de devolverle al Perú sus mejores sueños ciudadanos con interculturalidad y participación plena. Costa, Sierra y Selva unidos, y por la Panamazonía unida.
Los expertos del clima vienen advirtiendo hace mucho el riesgo de la desaparición del hombre producto del cambio climático, un diluvio universal pende sobre la vida en el planeta a causa de acciones económicas irracionales que producen y producirán cada vez inmensas catástrofes. Por tanto, luchar por el medio ambiente ya no es un asunto solo de indígenas. Estos pueblos han resistido por siglos todo tipo de vejaciones y abusos, testigos somos. Pero ahora, todos los pueblos sin excepción vamos camino a ser los sacrificados. Tarde o temprano todos seremos víctimas de la deriva civilizatoria que exige un nuevo horizonte cultural. El sistema económico dominante no distingue pueblos y culturas, arrasa con todo. Esta profunda crisis puede ser una oportunidad para despertar y esforzarnos por la liberación de nuestro futuro. Ahora somos indígenas todos.
En el fondo todos somos oprimidos del futuro, antecedido por una gran cárcel al aire libre que te deja sin conciencia para poder servir a una máquina destructiva de consumo. Nos tenemos que liberar de ello, debemos dar vida a la gran migración cultural, ecología integral dice el Papa Francisco, ecología lo llaman los científicos, “vida sencilla, sana y satisfecha” decimos los pueblos originarios. Este es el gran proyecto humano en curso, el regreso del progreso social, del desarrollo espiritual, “del ser antes que del tener”, de la pacificación verdadera.
Amazonía es la frontera de la vida. La paz duradera que esperamos no está en repetir todo un mundo cultural que solo termina en abominables guerras, sino en activar una carrera centrada en la calidad de la convivencia. Aquellos pueblos condenados por la bélica cultura dominante, pueden dar luces de qué significa vivir sin destruir el entorno y con sana convivencia. De la mano de los sacrificados históricos está el camino de la recuperación de la humanidad perdida.
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