Sectores de la izquierda venezolana, a un mes de la elección presidencial, emiten proclama por la unión superior
Servindi, 28 de agosto, 2024.- Una proclama emitida por diversas organizaciones, dirigentes, académicos, y activistas de izquierda, progresistas, humanistas, críticas y socialistas denuncian la violencia del Estado de Venezuela.
Además acusan la violación de los derechos humanos, la agresión contra la soberanía popular y llaman a la unión superior de todas las fuerzas políticas más allá de las ideologías políticas.
“Hoy, a un mes de la avalancha electoral que el 28 de julio escogió a un presidente, la democracia en Venezuela parece estar transitoriamente prohibida” indican en el documento.
Democracia no es negociable
“…para las izquierdas en general; para quienes abrazamos alguna vez el proyecto de Hugo Chávez; o para quienes sin apoyarlo nos asumimos revolucionarios y luchamos por una sociedad justa, la defensa de la democracia no es negociable” sostiene la proclama.
Finalmente, hacen un llamado a la “unidad superior de la nación”, interpretándose como una llamado más allá de las ideologías a unir esfuerzos por el rescate del Estado de Derecho y Justicia y la democracia venezolana.
“quienes abrazamos las ideas liberadoras de los pueblos, los intereses de los trabajadores y de los pobres del mundo, estamos hoy convocados a unir esfuerzos en la búsqueda de la unidad superior de la nación” sigue la proclama.
A continuación la proclama completa junto con las firmas que lo suscriben:
Las Izquierdas le dicen al mundo: En Venezuela la gente sabe lo que pasóCaracas, 28 de agosto de 2024. Hoy, a un mes de la avalancha electoral que el 28 de julio escogió a un presidente, la democracia en Venezuela parece estar transitoriamente prohibida. Pretenden prohibir la verdad, la mentira se ha establecido como un régimen de facto. Bajo prácticas de terrorismo de Estado, control y sometimiento de las instituciones y un nuevo andamiaje legal, se imponen desde el Gobierno atroces restricciones a la libertad y a la defensa de derechos. Se impone el silencio. Y a pesar de esto, la gente sabe lo que pasó. Pero sólo han logrado callar momentáneamente la voz. El testigo del Psuv que calla por miedo; el testigo del partido judicializado que calla por miedo; el soldado del Plan República que calla por miedo; el testigo opositor que calla por miedo; el funcionario del CNE que calla por miedo; el juez que calla por miedo. Todos ellos saben lo que pasó. El desconocimiento de la voluntad popular que se expresó de forma masiva y la prohibición -presuntamente “legal”- de publicar las actas de escrutinio, sumado a la no publicación de resultados desagregados, fue el primer paso. Tras esto, se ha establecido un régimen que no tiene otro calificativo: estamos oficialmente en dictadura. Y, a pesar de esto, la gente sabe lo que pasó. Bajo una máscara cada vez menos creíble de “socialismo”, ha sido secuestrado el Estado en su totalidad. Se quiere prohibir la disidencia frente al relato oficial, mientras se sigue instrumentalizando el sueño liberador. Pero para las izquierdas en general; para quienes abrazamos alguna vez el proyecto de Hugo Chávez; o para quienes sin apoyarlo nos asumimos revolucionarios y luchamos por una sociedad justa, la defensa de la democracia no es negociable. Para las izquierdas y el progresismo, desde quienes apuestan al socialismo hasta quienes abogan por una sociedad más equitativa; todos confluimos en que el sistema democrático es el que permite avanzar hacia la consecución de un mundo mejor. No hay medias tintas. Prohibir la democracia, la libertad y el respeto al ser humano, es contrario a lo más esencial del sueño emancipador que abrazan las izquierdas desde su origen. Pero hay algo más poderoso que las ideas. La gente sabe lo que pasó. Más poderoso incluso que todo el terrorismo de Estado que puedan aplicar. Tarde o temprano la verdad va a vencer. Por ello, quienes abrazamos las ideas liberadoras de los pueblos, los intereses de los trabajadores y de los pobres del mundo, estamos hoy convocados a unir esfuerzos en la búsqueda de la unidad superior de la nación, una más amplia y popular, en defensa de las libertades democráticas, de todos los derechos ciudadanos, de la Constitución nacional, la ley y la República. Esto es, la defensa de la soberanía popular, fundamento de la democracia y de la Constitución. El Gobierno se ha atrincherado en la mentira. La pretende imponer como decreto, sabe que la voluntad de cambio crece porque… la gente sabe lo que pasó. Los trabajadores, las madres, los sectores populares de nuestra patria, claman hoy por el regreso de sus hijos, ya no solo de la migración, sino peor aún, de la cárcel. Por eso, solo hay espacio político para una amplia unidad en defensa de la libertad y la Constitución. Es necesario la construcción de un gran movimiento por la salvación de la República y el regreso a la democracia, que pugne por la reconstrucción nacional en un país que destierre la retaliación, la revancha y la venganza, porque la vitalidad democrática habita en el diálogo, en la diversidad de ideas y es base del más elemental sistema de libertades. Ha llegado el momento de convocar la más grande unidad en torno a la vida común. Es algo que trasciende toda ideología. Todas las izquierdas y el progresismo, tanto las venezolanas como las del mundo, debemos unir esfuerzos con todos los sectores democráticos del país y todas las naciones que, bajo el respeto irrestricto a la soberanía y la autodeterminación, alcen firmemente su voz contra el atropello de los valores esenciales de la democracia en Venezuela. La mentira debe parar. El terrorismo de Estado debe parar. Convocamos a la protesta pacífica y ciudadana, por ahora desde la seguridad de la vivienda, pero que deberá dotarse de una amplia diversidad de acciones de protesta ciudadanas enmarcadas en la Constitución, que inicia hoy con un estruendoso Cacerolazo Nacional a las 8 pm de este 28 de agosto, entre otras iniciativas, hasta alcanzar el reconocimiento de la voluntad de cambio expresada en la elección presidencial, cuyo resultado debe corroborarse mediante mecanismos independientes y creíbles de verificación imparcial que ha pretendido ser sepultado por el propio Gobierno. Sin embargo, la gente sabe lo que pasó. Y bajo esta verdad inocultable se impone el momento de la unidad para salvar la República. En defensa de la verdad, rescatemos la democracia, a través de una salida a la crisis política en el marco de la Constitución y el irrestricto respeto a la soberanía nacional. Firman:
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