El país sudamericano es considerado de “alto riesgo” por la tala ilegal según la ONG Forest Trends.
Servindi, 27 de mayo, 2024.- Redes de traficantes y clanes familiares se adentran y arrasan la Amazonía boliviana, talando ilegalmente cinco tipos de maderas valiosas según una investigación de InSight Crime y el Instituto Igarapé.
La más afectada casi hasta la extinción es la madera de mara (Swietenia macrophylla), conocida como caoba de hoja grande, el morado (Machaerium scleroxylon), el cedrillo (Vochysia viciifolia), el tajibo (Tabebuia impetiginosa) y la quinoa colorada (Myroxylon peruiferum).
Según la investigación conjunta de ambas instituciones, los traficantes aprovechan la quema de bosques en reservas naturales como Valle Tutabaca en Santa Cruz, para debilitar el tronco de la mara y extraerla en tablones.
“En Madidi y Amboró ha surgido toda una red de tráfico en torno al robo de la valiosa madera de mara (…). Esta especie, está clasificada como ‘vulnerable’ en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)”, señala Julio Zebers, ambientalista y bombero.
Santa Cruz alberga la mitad de la superficie forestal del país, incluidos bosques tropicales de gran biodiversidad y bosques secos en peligro crítico. Sin embargo, la mayor parte de la deforestación reciente en Bolivia se ha producido en este departamento.
El informe precisa que la pérdida anual de bosque Bolivia, solo es superada por Brasil. Se estima que en 2022 la pérdida récord fue de 245.1170 hectáreas de bosque lo que representó el 212,4% de la deforestación total de la Amazonía ese año.
Desde 2016, han ardido aproximadamente 16 millones de hectáreas.139 Los incendios son un método rápido pero destructivo para convertir los bosques en tierras aptas para el pastoreo o el cultivo, precisa el informe de InSight Crime y el Instituto Igarapé.
Por otro lado, según el monitoreo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), Bolivia cerró 2021 con 30.500 hectáreas de coca.181 Esto representó un aumento del 4% en comparación con 2020, que cerró con 29.400 hectáreas.
Los narcotraficantes talan bosques en parques nacionales para cultivar coca y construir laboratorios de cocaína y pistas de aterrizaje ilegales, contribuyendo a la deforestación.
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