Resistencia popular frente al golpe

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La suspensión temporal de la presidenta Dilma Rousseff ha sido respondida con movilizaciones de sectores sociales y populares opuestos al impeachment

Por Ana María Guerrero

26 de mayo, 2016.- Con el ascenso del vicepresidente Michel Temer como presidente interino de Brasil el 12 de mayo, luego que el Senado suspendiera de sus funciones a la presidenta Dilma Rousseff por 180 días, en el marco de un proceso de destitución en su contra, movimientos sociales y populares, intelectuales y personalidades progresistas, se mantienen preocupados y alertas ante el escenario de retroceso en materia de reconocimiento, inclusión y derechos de las minorías.

Y es que Temer, en menos de una semana, ya eliminó ministerios sociales que buscaban nivelar el atraso en igualdad. Si los gobiernos debieran reflejar la diversidad social de un país y actuar como principales celadores de la democracia, para el actual régimen esto no es una prioridad.

La resistencia a lo que se ha calificado ampliamente como “un golpe de Estado” está, sobre todo, alrededor de dos frentes: Pueblo sin Miedo y Brasil Popular, que agrupa a importantes y diversas organizaciones, colectivos, gremios, entre otros. En sus posicionamientos podemos encontrar dos líneas: la cercana al gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) y la que, siendo opositora, rechaza los métodos y motivaciones de los impulsores del impeachment. Ambas líneas coinciden en el diagnóstico pero difieren en la intensidad de la convocatoria.

Desde el movimiento feminista, por ejemplo, está Shuma Schumaher, luchadora desde la década de 1970 y hoy coordinadora de la Red de Desarrollo Humano (Redeh). Ella sostiene que se sienten indignadas pero no sorprendidas pues evalúan que se enfrentan a la respuesta de un sistema patriarcal que retrocedió y perdió facultades en los gobiernos de Rousseff.

“No es apenas un golpe contra la presidenta, también se trata de un golpe contra las mujeres, los negros, las negras, los indígenas y los movimientos sociales”, afirmó Schumaher a Carta Capital, prensa independiente de corte izquierdista, en referencia a que el gabinete de ministros de Temer no incluye a mujeres ni negros y a las medidas para el recorte del gasto público aprobadas por el presidente interino que incluye recortes en los recursos destinados a acciones afirmativas en favor de las minorías.

Clara Araujo, coordinadora del Núcleo de Estudios sobre Desigualdades Contemporáneas y Relaciones de Género de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ), encuentra que el no respeto de la cuota mínima de 30% de participación de mujeres en cargos públicos será coherente con la masculinización del gobierno de Temer. Ella recuerda que a la propia Rousseff le fue difícil cumplir la cuota debido a las presiones de sus partidos aliados, entre los cuales estaba el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), de Temer.

En defensa de la democracia

Durante el segundo mandato de Rousseff, el movimiento LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgénero) se apartó del gobierno tras evaluar que el abandono de sus compromisos (ley del matrimonio igualitario, de identidad de género o contra la homofobia) eran concesiones a otros sectores. Sin embargo, sin apelar a la revancha, el Movimiento Unión Nacional LGBT cree necesario defender la democracia pues cuando esta se ve amenazada, los LGBT son “los primeros” que sufren las consecuencias.

No les falta razón: Temer se vincula con sectores políticos abiertamente homofóbicos, como los promotores de la “cura gay” y del “estatuto de la familia” (que restringe el concepto de familia a las heterosexuales), además de ser cercano a dos personajes sinuosos. El primero, Eduardo Cunha, evangélico y también del PMDB, recientemente revocado como presidente de la Cámara de Diputados por corrupción y que dio curso al pedido de impeachment, es también conocido como autor de los proyectos de ley del día del orgullo heterosexual y la criminalización de la “heterofobia”, que no hace más que revelar su intolerancia a la diversidad sexual. El segundo, Jair Bolsonaro (Partido Social Cristiano), homofóbico y hostigador del diputado Jean Wyllys (homosexual y de izquierda), fue quien, en la primera votación a favor del impeachment, agradeció “por los grandes servicios prestados” al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, torturador de Rousseff durante la dictadura militar (1964-85).

El movimiento indígena se ha encontrado en una posición similar. En él vieron desvanecerse promesas importantes al ver que el PT se alió a latifundistas y empresarios del agronegocio, dilatando por ejemplo la demarcación de tierras pero admitiendo el avance en la deforestación amazónica, acciones que perjudicaron al medio ambiente y a las zonas de morada indígena, como fue el recordado caso de la represa de Belo Monte.

Sin embargo, la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil, con representantes de etnias como los Tuxá, Guarani-Kaiowá o Ianomami, entre otros, considera que el juicio político a Rousseff se ha hecho con “rabia y odio” por parte de “los mismos actores que históricamente” atacaron sus derechos. En un comunicado, visibilizan sus derechos “a la vida, a la madre tierra, a nuestra condición de pueblos étnica y culturalmente diferenciados”. Asimismo, plantean que más que reclamar, es hora de luchar y resistir, pues consideran que en una verdadera democracia ellos tendrían sus derechos garantizados, lo que incluye el derecho a existir como pueblos indígenas.

“Me impresiona cómo el sistema consigue fragmentarnos y fragmentar nuestras luchas. No nos queda más que ver qué nos une, sobre todo en momentos políticos delicados, donde es súper importante que confluyamos las fuerzas para obtener articulaciones más potentes”, afirmó a Noticias Aliadas, Danielle Santos de Miranda, activista LGBT en Río de Janeiro.

Indignación del movimiento popular

Todo parece indicar que surgirá lo que algunos ya avizoran, un “Estado policiaco” que debilitará derechos y fortalecerá la persecución y represión de este y otros sectores sociales. Preocupa a estos sectores el que Temer haya nombrado como ministro de Justicia a Alexandre Moraes, conocido porque bajo su gestión como secretario de Seguridad Pública de São Paulo entre 2014 y 2016 el número de manifestantes negros muertos por represión policial aumentó en 70%.  Para Moraes los manifestantes contra el impeachment no tienen “nada de qué protestar” y sus acciones se asemejan a “actos de guerrilla”.

En este espíritu aparecen dos movimientos populares fuertes, con discursos mucho más confrontacionales: el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST). El MST propone la desobediencia civil y trata de sumar fuerzas para un paro general indefinido, aún sin fecha. Asimismo, en señala que la esperanza debe buscarse en las iniciativas que el pueblo está realizando. Además, interpreta que hay en el movimiento popular un “sentimiento de haber sido traicionados” por la clase política tradicional, advirtiendo que si el impeachment prospera seguirán apoyando al PT, incluso en las urnas.

Por su parte, el MTST asegura que el país será “incendiado por huelgas, ocupaciones, movilizaciones y bloqueos. Si fueran hasta las últimas consecuencias [en caso que Rousseff sea apartada definitivamente], no habrá ni un día de paz en Brasil”.

“Podrán querer derrumbar al gobierno [del PT], encarcelar arbitrariamente a Lula [expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010)] o a quien sea, podrán criminalizar los movimientos populares, pero creer que van a hacer eso y que después reinará el silencio y la paz del cementerio es una ilusión de quien no conoce la historia del movimiento popular en este país”, advierte el MTST.

Algunos creen que, de no proceder el impeachment, el PT podría salir fortalecido si aprovecha la ola de apoyo recibida pese al alejamiento que tuvo con las luchas populares. Es posible si consideramos que Lula sigue siendo el favorito ante una hipotética contienda electoral, y si la población recibiera bien el gesto de Rousseff al haber promulgado decretos en defensa de los derechos de los más desprotegidos y de programas sociales antes de aprobarse el impeachment en su contra.

Hay, entonces, un pronóstico reservado en las luchas que se vienen y no se espera, como vemos, que sean del todo pacíficas. Cómo hará Temer para calmar las llamas que se encienden en la pradera y evitar el incendio, no sabemos. Nada indica que esté preocupado tampoco. —Noticias Aliadas.

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Fuente: Noticias Aliadas: http://www.noticiasaliadas.org/articles.asp?art=7309

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