MIRevista Cultural, 27 de abril, 2018.- La Real Academia Española (RAE), dentro de alguna de sus acepciones, define a la muerte como la “cesación o término de la vida” o dentro del pensamiento tradicional como “la separación del cuerpo y el alma”. Sin embargo, más allá de las definiciones académicas, la cosmovisión ancestral de cada uno de los pueblos determinará la relación de éstos con el mundo físico y el mundo de los muertos, cuya interpretación y familiaridad dependerá del vínculo de sus habitantes con la vida, pero sobre todo con la muerte, un misterio del que se ha hablado mucho y que sigue generando grandes debates académicos, teológicos y culturales.
Coco, la última película de Pixar y ganadora de los Globos de Oro, coincidentemente tiene como trasfondo la celebración del Día de los Muertos en México y nos acerca a la cosmovisión de un pueblo que se caracteriza, no por celebrar a los muertos, sino por convivir con ellos. En ese sentido se conmemoran diversas manifestaciones culturales que se han mantenido durante generaciones y que esta vez llega a la pantalla grande a través de su protagonista Miguel, un niño que sueña con ser músico a pesar de que en su familia está prohibido tocar instrumentos.
Miguel es el personaje principal de la cinta cinematográfica; sin embargo, la historia gira en torno a Mamá Coco, su bisabuela. Ella es una anciana que se encuentra en sus últimos años de vida, cuyo recuerdo casi borroso de su padre fallecido, hace que la permanencia de éste peligre incluso en el mundo de los muertos, pues de acuerdo a las tradiciones mexicanas, que se reflejan perfectamente en la película: “solo muere lo que se olvida”. Esta frase explica el porqué de la visita y las ofrendas de las familias mexicanas a sus seres queridos durante el Día de los Muertos, en sus hogares y principalmente en los cementerios.
Coco no solo es una exaltación a la cultura mexicana y su relación con la vida y la muerte, sino un merecido homenaje a los principales mexicanos ilustres que hicieron grande y representaron al país azteca durante sus años de vida. Así podemos encontrar en la película a la artista Frida Kahlo, al actor y comediante Mario Moreno “Cantinflas”, a los cantantes y actores como Jorge Negrete y Pedro Infante, al compositor e intérprete Agustín Lara y la actriz cinematográfica Dolores del Río.
Mención aparte merece la canción principal de la película. La pieza musical se denomina “Recuérdame”, y su mensaje enfatiza el amor a la familia y la clave para mantener viva a una persona a través del recuerdo: Recuérdame, hoy me tengo que ir, mi amor / Recuérdame, no llores, por favor / Te llevo en mi corazón y cerca me tendrás / A solas yo te cantaré soñando en regresar / Recuérdame, aunque tenga que emigrar / Recuérdame, si mi guitarra oyes llorar / Ella con su triste canto te acompañará, hasta que en mis brazos tú estés / Recuérdame…
Miguel, quien sueña con ser músico, finalmente decide participar en un concurso de talentos organizado en el marco del Día de los Muertos. Sin embargo, al no contar con una guitarra propia, pues la que tenía fue destruida por su abuela quien descubre su plan de ingresar al mundo de la música. Miguel se dirige al cementerio, y a través de un conjuro, logra ingresar al mundo de los muertos, allí se encuentra con sus familiares, con quienes compartirá las mejores aventuras. Durante esta fecha, los mexicanos pasan alrededor de 24 horas en el cementerio ofreciendo ofrendas a familiares que ya no están con ellos.
Coco logra plasmar con maestría esta tradición mexicana. Cuando Miguel ya está en el mundo de los muertos, se puede observar cómo las personas que ya no están con nosotros, emprenden un viaje de retorno para un reencuentro familiar durante estas fechas. Sin embargo, para que esto suceda, es importante que los familiares que aún están vivos preparen un altar y coloquen una foto del difunto en ella, de lo contrario, significa que se le está olvidando y corre el riesgo de abandonar el mundo de los muertos y perderse en el olvido.
La difusión de la relación de México con la muerte, no solo es exclusivo del cine. El escritor Juan Rulfo en su novela Pedro Páramo, narra las travesías del joven Juan Preciado que va en busca de su padre y en el trayecto se da cuenta que, después de haber cruzado palabras con muchos aldeanos, en realidad había conversado con los muertos y en un determinado momento de la historia también se revela que él está muerto.
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. ‘No dejes de ir a visitarlo -me recomendó-. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte”, de esta manera empieza la novela de Rulfo.
Coco, por supuesto, como ya advirtieron algunos críticos, crea la sensación en sus espectadores de querer conocer más sobre las tierras aztecas y profundizar sobre el tema recurriendo a bibliografías que también fueron tomadas en cuenta por los productores de Pixar para reflejar las vivencias mexicanas.
Si aún no has tenido la oportunidad de ver la película, quizá este sea el momento. Las imágenes son poderosas tanto como la historia y el mensaje. Después de verla, recordarás a quienes ya no están en tu vida, pensarás en ellos, y así habrás interiorizado el trasfondo del filme: “solo muere lo que se olvida”.
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