
Los manglares de Panamá verían afectada su capacidad de retener carbono producto de la contaminación producida por la actividad humana. Desde 1980 la extensión boscosa de esta área ecológica se ha reducido a menos de la mitad. Proyectos urbanísticos y contaminación química afectan uno de los ecosistemas más importantes de Centroamérica.
Por José Díaz
Servindi, 24 de junio, 2019.- Una de las áreas ecológicas más célebres de Centroamérica son los humedales de la Bahía de Panamá, un ecosistema crucial para el equilibrio y supervivencia de múltiples animales y plantas. Sin embargo, en los últimos años este espacio ha sufrido una dramática degradación de su naturaleza por actividades producidas por la humanidad.
El paisaje en los manglares panameños ha cambiado drásticamente en los últimos años, en los que han aparecido grandes extensiones de vegetación muerta y hasta sectores repletos de basura. Todo esto reduciría la capacidad de esta área ecológica para retener carbono en la atmósfera, contribuyendo a la crisis climática global.
“La contaminación, la presión antropogénica y la mala calidad del agua son algunos de los factores que impiden que los manglares puedan absorber o retener la suficiente cantidad de carbono”, explicó el químico ambiental panameño Olmedo Pérez.
Este científico panameño realizó un estudio de cuatro años en 160 hectáreas de la Bahía de Panamá, donde midió las alteraciones microbiológicas de este espacio, tanto en agua, suelo como vegetación. En relación a la capacidad de retención de carbono, de captar un valor teórico de 2 mil toneladas, se descubrió que estos manglares solo retienen hasta 613 toneladas.
La mano del hombre
Las razones del deterioro en los manglares de la Bahía de Panamá radican directamente en la actividad humana. Diversos proyectos urbanísticos que afectan las áreas de influencia de los humedales, e incluso un derrame químico ocurrido en el pasado, siguen teniendo repercusiones negativas en los ecosistemas del manglar.
“La problemática que afecta al manglar es por los elementos antropogénicos, la sedimentación por construcciones, insecticidas que se usan y llegan, que a la final inciden en los insectos, como en las larvas. Encontramos en el estudio varias de ellas muertas, algo que pudo ser por algún contaminante”, señaló el biólogo y entomólogo de la Universidad de Panamá, Alfonso Santos Murgas.
En 1980, los manglares de Panamá tenían una extensión de más de 400 mil hectáreas, cifra que para el 2011 se redujo dramáticamente a poco más de 174 mil.
En la actualidad estos humedales representan el 5,2% de toda el área boscosa del país. Desde el 2013, esta zona se encuentra protegida legalmente por el Convenio Ramsar, un pacto global de protección de humedales. No obstante, la actividad humana sigue afectando negativamente a este ecosistema.
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— Servindi (@Servindi) 24 de junio de 2019
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