Fernando Momiy, director del proyecto hídrico Forest Trends, recordó la brecha del acceso al agua que aún existe en el Perú.
Servindi, 23 de marzo, 2020.- Aunque para evitar el contagio del covid-19, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) recomienda, de manera esencial, lavarse las manos; en el Perú hay 3.4 millones de personas que no podrían hacerlo. ¿La razón?: no tienen acceso al agua.
Así lo advirtió el abogado Fernando Momiy Hada, director del Proyecto de Infraestructura Natural para la Seguridad Hídrica, quien en el marco del Día Mundial del Agua (22 de marzo), publicó un informe a través del portal digital del proyecto Forest Trends.
«Hoy más que nunca comprobamos que en una situación de emergencia nacional y mundial, el acceso a agua en cantidad y calidad resulta crítico para asegurar la salud y la vida de las personas», refiere Momiy.
El informe señala que 3.4 millones de peruanos (10,2% de la población) carecen de acceso a servicios hídricos; mientras que 8 millones (25,5%) carecen de acceso a servicios de alcantarillado.
Del mismo modo, indica que, en el Perú, solo la mitad de la población (55,7%) tiene acceso al suministro de agua 24 horas al día —de las cuales 55% habita en áreas urbanas y el 58,2% en áreas rurales—. En la población rural «el número es más alarmante: cerca del 66% de la población aún no cuenta con agua potable», agrega.
Ecosistemas: infraestructura natural y ancestral
Otro de los puntos que abordó Momiy Hada es la pérdida de la infraestructura natural y ancestral —como los bofedales de Carampoma y las amunas de Huamantanga— que se está produciendo en Lima.
Según el experto, este tipo de infraestructuras captan, infiltran y regulan el agua, ayudando a mantener estables los suelos, por lo que resultan herramientas clave en la resiliencia del sistema de agua que abastece a Lima y sus alrededores.
«La restauración y escalamiento de infraestructura ancestral como las amunas, presentes en Huamantanga, Lima, podría incrementar hasta en 33% la disponibilidad de agua para toda la ciudad y no la estamos aprovechando», resaltó Momiy.
Lima solo podría soportar un año con una temporada baja de lluvias.
Además, recordó que Lima es la ciudad de América Latina con menor capacidad de almacenamiento de agua por habitante (35 m3 por habitante versus 135 m3 de Santiago de Chile o 123 m3 de Bogotá) y que según un estudio del Banco Mundial, con las condiciones actuales, Lima solo podría soportar un año con una temporada baja de lluvias.
Más adelante indicó que esta tendencia negativa no solo se presenta en Lima; sino que se expande por todo el país, generando que el deterioro acelerado del ecosistema.
«En el Perú, más de 140 mil hectáreas de nuestros bosques son deforestados al año, los ríos y ecosistemas son contaminados por la minería ilegal, las industrias y los desperdicios generados por las ciudades, bofedales y páramos depredados, son nuestro día a día», relató el abogado.
Por su parte, la subdirectora del proyecto Forest Trends, Gena Gammie, se mostró en la misma línea y, tras reconocer el esfuerzo del gobierno por brindar agua potable en camiones cisternas durante el estado de emergencia, consideró que es importante extender estos esfuerzos a otras áreas necesarias para cerrar las brechas del acceso al agua potable.
«Será en vano enfocarse solo en esta infraestructura si no cuidamos el primer eslabón de la cadena de valor del agua, los ecosistemas que nos proveen de agua y que son cada día más amenazados: lagos y ríos sí; pero también bosques, bofedales, páramos y humedales», concluyó Gammie.
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Nota: El proyecto infraestructura natural para la seguridad hídrica es financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y el gobierno de Canadá, y liderado por Forest Trends, con sus socios Condesan, la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), Ecodecisión e Investigadores del imperial College London.
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