La Triple Frontera entre Perú, Colombia y Brasil sufre uno de los embates más duros de la pandemia. Sin recursos sanitarios y con deudas históricas pendientes, los grupos indígenas amazónicos se merman, mientras el hospital de Leticia colapsa. El comité binacional peruano-colombiano buscará, a contrarreloj, salvar a la población fronteriza donde el COVID-19 ya viene provocando muertes. ¿Lograrán hacerlo a tiempo?
Por José Carlos Díaz*
RCII, 23 de mayo, 2020.- Desde que el coronavirus llegó a la Amazonía, diversas organizaciones advirtieron la situación de vulnerabilidad de los pueblos indígenas. En pocas semanas, los contagios se multiplicaron y se empezaron a contar las víctimas fatales dentro del territorio amazónico. Esto ha llegado incluso a los lugares más remotos como la Triple Frontera (o Trapecio Amazónico), que divide a los países de Colombia, Brasil y Perú.
Precisamente en Perú la curva de contagios y muertes se ha descontrolado en las últimas semanas. A mediados de abril, la Organización Regional de Pueblos Indígenas del Oriente (ORPIO) advertía que la falta de control en la Triple Frontera, puntualmente debido al tránsito irrestricto de personas entre los ríos Amazonas y Putumayo, podía afectar a los dos grupos indígenas más grandes de la zona: los tikunas y yaguas.
El 22 abril, Francisco Cayetano, presidente de la Federación de Comunidades Tikuna y Yaguas del Bajo Amazonas (Fecotyba) declaraba esto:
“Estamos muy preocupados por su cercanía a nuestras comunidades, ya que hay dos contagiados por el lado peruano, cuatro en Leticia (Colombia) y once en Tabatinga (Brasil) [...] A pesar de este peligro las comunidades y los foráneos no respetan la cuarentena (en la ribera peruana) y salen a comprar víveres a Tabatinga y Leticia. Los tikuna corremos un gran riesgo”.
A inicios de mayo, la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) informaba que varios dirigentes indígenas habían dado positivo de COVID-19, entre ellos su presidente, Lizardo Cauper. Pese a afrontar esta enfermedad, Cauper participó esta semana de un diálogo con la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) y el Viceministerio de Interculturalidad en la que denunció el abandono sistemático del Estado peruano hacia esta zona.
¿Qué pasa en la Triple Frontera?
Los días pasaron y la preocupación de Francisco Cayetano se hizo realidad a mediados de mayo. La Organización Regional de los Pueblos Indígenas del Oriente (ORPIO) informó hace una semana que en la comunidad de Bellavista de Callarú, del lado peruano de la Triple Frontera, se contaban 50 casos sospechosos de coronavirus y siete muertes confirmadas dentro del grupo étnico tikuna.
Con una población de apenas 3 mil habitantes, la comunidad de Bellavista de Callarú corre un grave riesgo de extinción. Como ha informado Fecotyba, solo existe una posta médica en el lado peruano de la Triple Frontera, la misma que se encuentra rebosada en su capacidad desde abril. El 11 de mayo esta federación envió una carta a los ministerios de Salud y Cultura de Perú pidiendo el envío de ayuda, algo que aún no ha llegado.
Del lado colombiano la situación no es mejor. En Leticia, la ciudad más grande de la zona, se cuentan 1796 casos hasta hoy, lo que, con una población total de 45 mil habitantes, la convierte en la ciudad con mayor tasa demográfica de contagio en Colombia. Leticia, además, recibe pacientes de Tabatinga, la ciudad brasileña más cercana.
Con un sistema de salud colapsado, con apenas siete respiradores artificiales, el último fin de semana la única planta de producción de oxígeno en Leticia se dañó, lo que obligó al traslado urgente de algunos pacientes en cuidados intensivos hacia Bogotá. Hasta el momento 47 muertes confirmadas en Leticia, aunque se teme que la cifra irá inevitablemente en aumento.
Deuda histórica
En plena pandemia, la deuda histórica hacia esta región (sin infraestructura de salud, alto índice de pobreza e inseguridad) ha empezado a pasar factura. Conscientes de ello, los gobiernos de Perú y Colombia acordaron crear un comité binacional destinado a ejecutar un plan integral hacia sus poblaciones fronterizas.
Oficialmente, el comité se creó el 14 de mayo y terminó de instalarse el pasado miércoles 20. Entre sus objetivos fundacionales resalta: “asignar una especial prioridad al estudio y seguimiento del impacto de la pandemia en los pueblos indígenas u originarios que habitan en la zona de integración fronteriza”.
Asimismo, desde el lado colombiano se vienen dando algunas señales que pondrían en duda el compromiso de la administración de Iván Duque con la Amazonía. Por ejemplo, la última semana la mayoría oficialista archivó un proyecto de ley que buscaba prohibir la extracción de hidrocarburos en la selva, otro de los grandes problemas que históricamente afectan a las poblaciones indígenas.
Pese a esto último, y sin la participación de Brasil, la administración de Jair Bolsonaro ha decidido ignorar deliberadamente a su población fronteriza; los gobiernos de Perú y Colombia deberán trabajar a contrarreloj para salvar la merma demográfica que ya sufren determinados grupos étnicos y reparar algunas deudas históricas. ¿Podrán hacerlo a tiempo?
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* José Carlos Díaz es Periodista y doctorando de estudios culturales en Rutgers University.
La Red de Comunicación Indígena Internacional (RCII) es una articulación en proceso de comunicadores de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Panamá, Perú y México fortalecida en el Encuentro Internacional de Comunicación Indígena (EICI 2019) celebrado en octubre de 2019 en Cusco, Perú.
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Abandono, llegada de narcotraficantes, disidentes de las FARC y, ahora, #Coronavirus, son los factores que perjudican a la triple frontera entre #Perú, #Colombia y #Brasil. pic.twitter.com/uRlOQfJboP— Servindi (@Servindi) May 20, 2020
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