Un análisis del organismo de alimentación de la ONU destaca que la agricultura absorbe las pérdidas económicas causados por las catástrofes, cuya intensidad y complejidad aumentó en las dos últimas décadas.
De las 109 naciones que han registrado estas privaciones, 94 son países menos adelantados y de ingresos bajos y medianos.
Noticias ONU, 20 de marzo, 2021.- Las amenazas de origen natural no son solo una amenaza para las personas, sino que también causa graves repercusiones en la agricultura y efectos negativos en cadena en las comunidades.
Además, las consecuencias de dichas amenazas, como los incendios de gran magnitud, los fenómenos meteorológicos extremos, los enjambres de langostas del desierto o la COVID-19, pueden sentirse durante varias generaciones.
Según un nuevo informe de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU, dichas perdidas se producen en el sector agrícola, que padece un 63% de las repercusiones de catástrofes. Cabe mencionar que esta cifra es desproporcional ante otros sectores como la industria, el comercio o el turismo.
Esta tendencia se ha incrementado durante las últimas décadas, ya que la incidencia anual de catástrofes se triplicó en comparación a los registros de las décadas de 1970 y 1980.
De modo que, dichas consecuencias entre 2008 y 2018 en el sector agrícola de los países en desarrollo subió a más de 108.000 millones de dólares en pérdidas de producción agrícola y ganadera.
Estas pérdidas son especialmente perjudiciales para los medios de vida de los pequeños agricultores y los agricultores de subsistencia, los ganaderos y los pescadores.
La región de La Mojana en Colombia es altamente vulnerable a las inundaciones y sequías inducidas por el cambio climático. Foto: Mauricio Enriquez O. / PNUD Colombia
Las regiones más perjudicadas
Durante el período analizado en el informe, Asia presentó las mayores pérdidas económicas, con 49.000 millones de dólares. A continuación, encontramos a África con 30.000 millones, seguida por América Latina y el Caribe con 29.000 millones.
Además, el informe señala que los países de menor desarrollo y de ingresos medios y bajos son los más afectados en el sector agricola y ganadera.
Los efectos combinados de la sequía, el COVID-19 y la inseguridad reciente están socavando la ya frágil situación humanitaria en el sur de Magadascar. Foto: Tsiory Andriantsoarana / PMA.
Las principales amenazas naturales
Los fenómenos meteorológicos que causan más pérdidas en el sector agrícola en los países menos desarrollados y de ingresos bajos y medianos son las sequías, con un costo de 37.000 millones. También cumplen un papel importante las inundaciones, las tormentas, las plagas, las enfermedades y los incendios forestales.
Otros fenómenos problemáticos para la agricultura y la ganadería estudiados son las plagas, las enfermedades y las infestaciones.
Por ejemplo, en el 2020 cuando enormes enjambres de langostas del desierto devastaron el Gran Cuerno de África, la Península Arábiga y Asia sudoccidental, destruyendo cultivos y comprometiendo la seguridad alimentaria.
El informe destaca que la pandemia del coronavirus supone “una carga adicional para los sistemas agroalimentarios”, agudizando los riesgos ya existentes. Riesgos que causa efectos en cadena sobre las vidas, los medios de subsistencia y las economías de todo el mundo.
Las poblaciones más pobres de Níger sufren inseguridad alimentaria. Foto: Simon Pierre Diouf / PMA.
La seguridad alimentaria y la nutrición
El informe presenta un apartado novedoso ya que por primera vez incluye una relación entre pérdidas económicas y la equivalencia calórica y nutricional de las personas.
Se estima que los efectos en la agrícola y ganadera en países menos desarrollados y de ingresos medios y bajos entre 2008 y 2018 equivalen a 6,9 billones de calorías perdidas anualmente. Esta cifra equivale al requerimiento calórico anual de siete millones de adultos.
En América Latina y el Caribe, las repercusiones de las catástrofes durante el período estudiado mostraron una pérdida de 975 calorías per cápita al día. Esto último supone el 40 % de la cantidad diaria recomendada, seguida por África, con 559 calorías y Asia, con 283.
La gestión del agua y la reducción de riesgos de desastres están estrechamente vinculadas. Foto: Farhana Asnap / Banco Mundial
Invertir en la reducción de riesgos de desastres es un buen negocio
El informe recomienda invertir en la resistencia y reducción de riesgos de catástrofes, especialmente en la recopilación y análisis de datos para adoptar medidas fundamentadas en información objetiva.
Añade que la respuesta a los riesgos de origen natural depende de elementos clave como los planes integrales y la colaboración entre sectores.
También plantea la necesidad de que las estrategias integren no solo los riesgos naturales “sino también las amenazas provocadas por el ser humano y las amenazas biológicas, como la pandemia de la COVID-19”.
Entre las nuevas herramientas para la recopilación de datos que pueden ayudar a disminuir el riesgo de catástrofes, se apunta a la compilación de información geoespacial, los drones y la robótica.
----
Publicado en Noticias ONU el 18 de marzo de 2021. Fuente: https://news.un.org/es/story/2021/03/1489692
Te puede interesar:
Mundo: Agricultura oceánica contra el hambre y el #CambioClimático → https://t.co/XoLQmc8kHD
Un reporte de las Naciones Unidas sitúa a la agricultura oceánica como una herramienta potencial para combatir el hambre y el cambio climático. pic.twitter.com/kVZwd9zhdA
— Servindi (@Servindi) November 25, 2020
Agricultura de emergencia para resistir al #Covid19 y retomar el camino perdido.
Por Luis Chávez Rodríguez → https://t.co/YpVvFReCE1 pic.twitter.com/FI6IH246nN— Servindi (@Servindi) April 6, 2020
Comentarios (1)