SINC, 20 de marzo, 2019.- Mediante una aproximación biocultural, un estudio expone numerosos conocimientos y prácticas indígenas y locales en relación a los polinizadores y la gestión del paisaje. Concretamente, identifica siete prácticas y saberes de estas comunidades que favorecen la polinización.
Además, los científicos destacan la "necesaria construcción de infraestructuras en troncos de árboles, excrementos o barro para alojar colmenas, así como los mapas mentales y el conocimiento sobre el comportamiento animal".
Las relaciones entre las personas y los polinizadores, que conllevan reciprocidad, cuidado y respeto, son otros argumentos, como los tabúes y tradiciones que protegen los hábitats, como la prohibición de talar árboles, nidos o colmenas.
Finalmente, la manipulación de los recursos que usan los polinizadores, como la rotación de cultivos y el uso de indicadores biotemporales para gestionar estos animales y sus recursos.
También, la gestión del fuego para estimular los recursos que necesitan, tales como el aumento de las flores, serían las demás prácticas.
El trabajo describe algunos ejemplos concretos como los cafetales de Colombia, los bosques de Osun Sacred Grove que protegen los Yoruba de Nigeria.
Además, los paisajes del agave de México, que producen bebidas y fibras desde hace cerca de 2.000 años.
Este estudio fue elaborado conjuntamente por un grupo de investigadores de universidades de Australia, Colombia, México, Indonesia, Estados Unidos, Brasil, Ghana, Pakistán, Gran Bretaña, Argentina, Kenia, Nueva Zelanda, Alemania y Francia.
"Hay un vínculo muy estrecho entre diversidad biológica y diversidad cultural y, por tanto, hay que integrar saberes científicos, técnicos, locales e indígenas para la conservación de esta biodiversidad", explica Elisa Oteros-Rozas.
Oteros-Rozas es investigadora Juan de la Cierva de la Cátedra de Agroecología, Sistemas Alimentarios de la Elisa Oteros-Rozas y Sistemas Alimentarios de la UVic-UCC.
La científica ejemplifica este vínculo con la "relación existente entre la presencia de polinizadores y numerosas funciones ecológicas de importancia vital para el funcionamiento correcto de los ecosistemas y para el bienestar humano".
Crítica situación de los polinizadores
El estudio entronca con un informe que en 2016 publicó un equipo de científicos de todo el mundo, entre los cuales los autores de este artículo, que alertaba sobre la situación crítica de los polinizadores a escala mundial.
Esta, sugería a gobiernos y autoridades ambientales una serie de recomendaciones destinadas a su conservación. La diversidad de los polinizadores a nivel local se está perdiendo, explica Oteros-Rozas.
Ella señaló que principalmente debido al avance de la agricultura industrial: "Utiliza grandes cantidades de pesticidas y tiende a privilegiar la producción de pocos cultivos en grandes parcelas de tierra".
Las relaciones entre las personas y los polinizadores, que conllevan reciprocidad, cuidado y respeto, son otro de los argumentos, como los tabúes y tradiciones que protegen los hábitats, como la prohibición de talar árboles, nidos o colmenas.
Según la investigadora, "de esta manera cada vez se ven más reducidas las áreas de vegetación silvestre donde los animales que transportan polen pueden reproducirse y encontrar alimento".
En el artículo publicado en la revista Nature Sustainability los investigadores afirman que la incorporación de los conocimientos locales e indígenas en la toma de decisiones a diferentes escalas permite:
"Garantizar la soberanía alimentaria de los pueblos, reducir la dependencia de las importaciones y garantizar el acceso de las comunidades a dietas variadas y saludables".
También consideran clave recuperar y fortalecer los sistemas con manejo agroecológico que incorporan la diversidad biocultural, y cuestionan el modelo actual de producción agraria.
Esta última, ha acabado con el 80% de la biomasa mundial de insectos en los últimos 30 años, según demuestra otro estudio reciente publicado en la misma revista.
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