
Hoy, cuando el escenario político se tiñe de confrontación recordamos la gestión y las advertencias de una primera ministra dialogante como Mirtha Vásquez Chuquilín, quién no solo mostró habilidad para lidiar con las fuerzas opositoras en el Congreso sino que además garantizaba eficacia en la gestión pública como lo pasamos a ver.
Servindi, 28 de febrero, 2022.- El clima de confrontación política no es nuevo en Perú, pero alcanza nuevos ribetes tras las revelaciones de asesores en la sombra, la denuncia de negociados turbios en la casa de Sarratea y la designación de ministros poco idóneos para la gestión pública de alto nivel.
En este contexto vale la pena meditar si en verdad valió la pena para el presidente Pedro Castillo dejar ir a una primer ministro como Mirtha Vásquez Chuquilín.
Vásquez, de perfil bajo, intentó con cierto éxito mantener al margen la disputa con el Parlamento para garantizar una estabilidad y priorizar, en su lugar, la atención de demandas postergadas.
Además, durante su gestión se apostó por un nuevo enfoque social y de diálogo para atender los conflictos, algo que parece haberse roto con la represión a pescadores en Lima.
¿Será consciente Pedro Castillo de que, con la salida de Vásquez y la designación de Héctor Valer y luego de Aníbal Torres –flanqueado por ministros cerronistas– ha puesto en riesgo la gobernabilidad del país?
Un respiro para el gobierno
La llegada de Vásquez a la Presidenta del Consejo de Ministros (PCM) significó un respiro para el gobierno de Castillo, tras el paso corto en el cargo del polémico y confrontacional Guido Bellido.
Vásquez, expresidenta del Congreso durante el gobierno de transición de Francisco Sagasti y reconocida promotora de los derechos humanos, asumió el cargo el 6 de octubre de 2021.
Al mes siguiente, ya recibía el voto de confianza en el Parlamento con un discurso claro de conciliación. “Estamos hartos de esta política de choque”, dijo entonces la abogada cajamarquina.
Su gestión, desde entonces, estuvo marcada por reducir en lo posible las posibilidades de confrontación con el Parlamento, resolver con diálogo los conflictos sociales y atender las demandas postergadas de la población.
Pedro Castillo cuando juramentó como premier a Mirtha Vásquez. Foto: Presidencia
Nuevo enfoque de diálogo
El nuevo enfoque social y de diálogo aplicado por Vásquez como premier incluía el priorizar siempre el diálogo y atender el problema con una mirada multisectorial e integral.
En otras palabras, se trataba de limitar al máximo la represión en una protesta social y convocar a los ministerios correspondientes para la atención de la problemática de las poblaciones y comunidades.
Así, lograron encaminar al diálogo diversos conflictos, como el de las comunidades en el corredor minero (Apurímac y Cusco), el Paro amazónico (Loreto) y por la minería en cabeceras de cuenca (Ayacucho), entre otros.
Pero, además de ello, la gestión de Vásquez apostó por la atención de demandas postergadas por otros gobiernos, como la deuda con las comunidades afectadas por contaminación.
Al respecto, se aprobó a fines de 2021 un plan y presupuesto de más de 10 millones de soles para la atención integral de personas afectadas por metales tóxicos.
Además, como ningún otro gobierno hizo, se aprobó un fondo de 30 millones exclusivo para las mujeres rurales y una pensión por orfandad a más de 18 mil familias afectadas por la pandemia.
Vásquez saludando a pobladores del corredor minero sur donde impulsaron el diálogo antes que la represión. Foto: Twitter / Mirtha Vásquez
Motivos de renuncia
Sin embargo, como era de esperarse, el gobierno no estuvo ni está exento de polémicas y denuncias propiciadas —y hay que decirlo— muchas veces por el propio mandatario Pedro Castillo.
La primera prueba de fuego serían las denuncias por las visitas de Castillo a la casa del pasaje Sarratea, en Breña, a donde también llegaban lobistas con no muy buenas intenciones.
Cuando el tema escaló, Vásquez le sugirió al presidente hacer público, en aras de la transparencia y para zanjar el tema mediático, la lista de personas que habían visitado esta casa.
Aunque esta lista nunca existió, Castillo aceptó la propuesta creyendo que podría apelar a su memoria. Vásquez entonces anunció ante la prensa que la lista sería publicada pronto.
No obstante, luego Castillo, siguiendo la recomendación de sus asesores en la sombra, consideró que no era necesaria hacer pública tal lista, dejando así mal parada ante los medios a Vásquez.
Vásquez presentó su carta de renuncia luego de la salida del intachable Avelino Guillén del Interior. Foto: Presidencia
Luego de este traspié, vendrían otras muestras de la relación entre el presidente y su premier, como el hecho de que Castillo no le avisara si quiera que daría sus primeras entrevistas a la prensa.
El resultado fue observado por todo el país: un mandatario que apelaba al discurso del pueblo y al estar aprendiendo a gobernar para salir librado de la mayoría de las preguntas.
Pero, finalmente, la gota que derramaría el vaso, sería la crisis en el Ministerio del Interior, un problema que Castillo no quiso atender a tiempo y propició la salida del entonces titular del sector, Avelino Guillen.
Guillen, un exfiscal intachable que logró la condena contra el dictador y expresidente Alberto Fujimori, se apartaba del sector denunciado corrupción en el interior del aparato policial.
Fue entonces que Vásquez, que había hecho lo posible para evitar la salida de Guillén, volvió a discrepar con Castillo sobre la persona que reemplazaría en el cargo a Guillén.
Tras no llegar a un acuerdo, finalmente Vásquez decidió dar un paso al costado y renunció a ser premier, el 31 de enero de 2022. Lo que vendría entonces ya es conocido.
Una disputa innecesaria
Cuando menos se necesitaba que escale un nuevo conflicto entre el Ejecutivo y el Legislativo, Castillo designó en reemplazo de Vásquez al cuestionado abogado Héctor Valer.
Valer duraría menos de una semana como premier por las graves denuncias en su contra que se hicieron públicas, como la agresión física a su esposa e hija.
El escenario empezó a caldearse. Para el Congreso esta fue una oportunidad perfecta para volver a acusar al mandatario de no saber elegir personas probas en altos cargos del Estado.
Castillo, sin hacer ningún mea culpa, anunció la recomposición de su gabinete ministerial y culpó de la situación al Congreso por negarse a debatir pronto el voto de confianza.
Entonces, cuando las sugerencias iban por nombrar como premier a una persona de perfil conciliador, que garantice estabilidad y retome el debate sobre asuntos urgentes, Castillo optó por el otro camino.
Designó como premier Aníbal Torres, quien se venía desempañando como ministro de Justicia.
Aníbal Torres, el nuevo premier: es un reconocido jurista, pero parece puesto para confrontar al Parlamento. Foto: Presidencia
Torres es un reconocido jurista, pero al mismo tiempo ha dejado claro que es una persona capaz de irritarse con facilidad durante una conversación o entrevista.
Su función en la PCM, además, parece ir quedando clara con los días: confrontar al Parlamento, acusarlo de golpista y de estar orquestando un plan para sacar al presidente del cargo.
Si bien es cierto, desde que Castillo asumió el poder, la derecha peruana en el Congreso no ha dejado de atacar al gobierno y hablar de vacancia, este no parece ser el momento para pechar al Parlamento.
¿Cuál es la necesidad de confrontar al Parlamento en apenas siete meses de iniciada tu gestión y con la posibilidad aún de demostrar que se puede hacer un buen gobierno?
Es en este contexto, que uno se cuestiona si en verdad valió la pena dejar ir a una premier como Mirtha Vásquez, que más que la confrontación, buscaba el diálogo con las partes.
Hoy, ese diálogo parece haberse esfumado, tanto en las riendas políticas con una disputa innecesaria entre el Congreso y el Ejecutivo, como en la calle con el retorno de la violencia.
Solo basta ver la represión policial contra pescadores que protestaron en el Centro de Lima el 15 de febrero tras haberse quedado sin empleo por el derrame causado por Repsol.
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