Uwoumu, una fibra de vida

Es reconocido como uno de los  artesanos innatos en el Departamento de La Guajira. Francisco Suarez Uraliyu. (Foto: Cortesía) Es reconocido como uno de los artesanos innatos en el Departamento de La Guajira. Francisco Suarez Uraliyu. (Foto: Cortesía)

Por Ángel Bilches González*

15 de setiembre, 2017.- Es un artífice en la elaboración de Uwoma (sombreros), es natural de Nazaret, zona norte extrema de la Alta Guajira, vive en Monterrey, una pequeña comunidad que comparte con su familia.

Bajo su enramada está sentado, rodeado por rollos de palmas. Mientras conversa, toma sorbo o una taza de café. Su edad fue inventada, en su cedula tiene 62 años con una altura media, no tiene hijos.

 Elabora sombreros como lo hace desde que es un niño, para resaltar esa habilidad que infundió en él  su tío. El primer contacto que tuvo con la materia prima es un sembradío de palmas que funciona como ornamento de la casa  de su padre, un anciano de 100 años que vive en la serranía de la Makuira.

Mientras trenza las palmas para hacer el sombrero de este día, relata que está dotado de conocimientos, de historias y tiene una gran reseña en la elaboración de los sombreros, donde se oculta grandes sucesos. Transmite esta práctica para sus sobrinos ya que no pudo tener hijos. Siempre les dice lo mismo que le dijo su padre: “La riqueza del hombre wayuu es trabajar. Robar sale más caro”.

El Uwoma, sombrero, es sinónimo del fresco en la cabeza, capturando el frio del viento. El wayuu lo utiliza para el  pastoreo, celebraciones, encuentros y velorios. Tiene una gran relevancia para el sostenimiento de las tradiciones culturales y el mantenimiento del sustento familiar que se ha heredado de generación en generación.

Francisco Suárez Uraliyu pasó la niñez con la tutoría de su tío, porque su padre así lo dispuso, él acató su orden para honrar el valor de la palabra de los alaulayu (mayores de edad). De su vida recuerda que siempre ha hecho sombreros. Hace unos años el tueque fue de uwoma por chivos, arroz, panela y otras comidas, era su realidad, vio llegar la moneda y la aprendió a usar. Viajaba en burro por días para comercializarla. Es el trabajo que sostiene económicamente la familia.

Este artesano wayuu, creció junto con el mercado de los sombreros, en Venezuela y Colombia. La actividad comercial de los sombreros es una economía binacional, nace en Arrukuisat, territorio de los indígenas yukpa, en la serranía de Perijá en el Estado Zulia- Venezuela, donde crece en abundancia la materia prima y es permanentemente.

“Es una palma que se arranca desde la raíz, no se corta. Las mujeres Yukpa tienen esa facilidad de sacarlo que me sorprendía”. El intercambio cultural lo alimentó de experiencias que año tras año le sembraron el arraigo a su tierra y a su trabajo, tejer uwoma.

En su recorrido desde Nazaret, lugar del origen de los clanes, pasar por el mercado de Los Filuos y Maracaibo para llegar finalmente a la Sierra de Perija y volver para bajar a Uribía y Maicao, conoció a muchos  wayuu, a otros wayuu citadinos, algunos alijunas y a los yukpas, con quienes intercambió sombreros y ovejos por palmas. Muchos de sus familiares se quedaron en la serranía de Perijá.

 A sus 62 años, espera que la palma llegue a sus manos. La compra a los transportistas que llegan a Nazaret, Zona norte Extrema de la Alta Guajira,  para seguir tejiendo su sustento económico. Él no tiene pasajes para ir a buscarla, el alto colesterol en su cuerpo agrede su salud por lo que evita caminar.

Tiene la gran satisfacción de que sean muchos los jóvenes que hoy  tejen sombreros wayuu. Sus dos sobrinos son los herederos de su habilidad y sapiencia. Él sólo espera seguir haciendo sombreros, cuidar sus ovejos, pero sobre todo volver a su tierra natal, esa comunidad que cuida su padre para él, esa comunidad que está a los pies de las  montañas donde anhela regresar algún día cuando haya fallecido.

Por día hace un sombrero, que comercializa en su propia casa o por pedidos. Le parece innovador que las mujeres también tejan este atuendo que antes era una actividad sólo para ser ejercida por el hombre. Con el sombrero las mujeres wayuu realzan su belleza, en donde genera impacto y su presencia se hace más llamativo.

El arte de tejer del sombre es un trabajo económico. Realza un conocimiento ancestral que ha pasado de generación en generación, son miles de manos las que han tejido la historia del Uwoma Wayuu.  Este  fenómeno de los negocios  también ha explotado a los indígenas ofreciéndoles una miseria por su trabajo, para ser revendida por terceros para conseguir beneficios propios.

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*Ángel Bilches González es indígena Wayuu Wouliyuu / Escuela de Comunicaciones del Pueblo Wayuu.

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Fuente: Radio Noticias Venezuela: http://www.radiofeyalegrianoticias.net/sitio/2017/09/uwoumu-una-fibra-de-vida/

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