La semana pasada se registró un derrame que ya abarcaría 260 kilómetros cuadrados de crudo vertidos en las costas venezolanas. A esto se sumaría otro derrame ocurrido en la misma zona en julio de este año. Entre el 2010 y 2018, Venezuela habría tenido más de 46 mil derrames tóxicos en su territorio.
Por José Díaz
Servindi, 14 de setiembre, 2020.- El pasado fin de semana una serie de imágenes de manchas oscuras de petróleo llamaron la atención en las costas del noreste de Venezuela. Luego de que pescadores locales descubrieran estas manchas en el mar del estado de Falcón, la estatal petrolera Petróleos de Venezuela (PDVSA) reconoció el incidente y aseguró haber iniciado labores para contenerlo.
El derrame, que presumiblemente habría empezado desde el jueves de la semana pasada, consistiría hasta ayer domingo por la noche de una mancha de 260 kilómetros cuadrados de crudo vertidos desde la Refinería El Palito que habrían ya impactado las costas de Carabobo y el Parque Nacional Morrocoy.
La respuesta inmediata de la administración de Nicolás Maduro, además de reconocer el derrame con al menos dos días de tardanza, fue asegurar que la producción petrolera se restituiría inmediatamente, mientras elaboraban un plan de contingencia ambiental. El mismo que la ONG Fundación Azul Ambientalistas, opositora al régimen venezolano, ha declarado como urgente.
El accidente se muestra como un síntoma más del deterioro en que ha caído la industria petrolera en Venezuela, agudizando el impacto contaminante de las refinerías administradas por PDVSA. De hecho, solo en lo que va del confinamiento iniciado en Sudamérica en marzo, ya han ocurrido dos accidentes petroleros en el noreste del país.
Políticas extractivas y contaminación
En julio de este año, ocurrió un derrame de hidrocarburos en una refinería ubicada dentro del Parque Nacional Morrocoy, uno de los principales focos de biodiversidad en Venezuela. Aquella refinería, que formaría parte del mismo complejo petrolero responsable del derrame descubierto la semana pasada, fue sometida a una investigación por parte de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora.
No obstante, ante la presencia de autoridades oficialistas en todas las demás instituciones de control, incluso ambiental, en Venezuela, los resultados de esta investigación legislativa no llegaron más allá de advertencias y señalamientos de responsabilidad dentro del PDSVA.
La crisis económica de Venezuela ha generado no solo el deterioro de sus refinerías sino un colapso ambiental alrededor de ellas. Según un informe publicado por la asociación Provea, entre los años 2010 y 2018 se habrían registrado 46 mil 820 derrames tóxicos, lo cual se traduciría en 856 mil barriles de petróleo vertidos en la naturaleza venezolana.
Con una política orientada a ocultar el impacto ambiental del deterioro de sus instalaciones petroleras, la administración de Nicolás Maduro complica su legado en términos ambientales en Venezuela.
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