Servindi, 9 de agosto, 2020.- Compartimos la presentación de Lucha Indígena N° 167, publicación mensual dirigida por Hugo Blanco Galdós, que en esta edición aborda diversos temas como la lucha del pueblo Kana de Espinar, en Cusco.
También presenta una evaluación crítica al mensaje presidencial de Vizcarra, el impacto petrolero, la evolución de la pandemia y la amenaza que representa de manera agravada para los pueblos indígenas.
A continuación reproducimos la presentación:
Urge solidarizarnos entre nosotros/asCon brutalidad desnuda los peruanos hemos podido ver estos últimos días cómo policías y militares en Espinar abren fuego contra el pueblo espinarense movilizado en protesta a causa de la contaminación minera, y cómo las supuestas fuerzas del orden viajan en carros de la empresa minera. Hemos visto cómo los representantes del gobierno dejan plantados a dirigentes, alcaldes provinciales y representantes de la iglesia de Espinar que han venido a la mesa de diálogo a pesar de que hubieron torturas, heridos, tocamientos, asaltos y probablemente violaciones. Para los pobres no hay justicia. Con mentales pesados y cuerpos vulnerables tienen que enfrentar el Covid en Espinar, con una cuarentena imposible de cumplir para quien tiene que conseguir día a día el dinero suficiente para subsistir. Pero el presidente Vizcarra no se digna ni a mencionar las protestas en Espinar en su discurso del 28 de julio. En los medios de comunicación oficial se dice que los espinarenses solo quieren plata de la mina cuando en realidad lo que quieren es sanar sus cuerpos, agua limpia y tierra saludable. El mensaje presidencial nos dejó claro que Reactiva Perú es reactivar los proyectos mineros con mucha más irreverencia hacía la Pachamama y los pueblos que antes. El estudio de impacto ambiental y la consulta previa son para el gobierno meras formalidades que hay que agilizar exigiendo menos y facilitándoles los trámites a las empresas. Los proyectos mineros con sus miles de trabajadores no tienen cuarentena y avanzan mejor que nunca ahora que los pueblos estamos prohibidos de protestar, de juntarnos, de organizarnos. Al capital le viene muy bien la pandemia, tenernos a todos asustados y separados en nuestras casas, mientras las transnacionales queman la Amazonía, extraen los mentales y el petróleo contaminando el medio ambiente, cuando justo esta contaminación, ese estilo de vida que se llama capitalismo ha producido este virus. Era insostenible continuar contaminado así al planeta sin que finalmente colapsara. La cura definitivamente no es más de lo mismo. La pandemia no trajo la crisis, la crisis ya estaba aquí. Cuando una planta crece en tierra pobre de nutrientes, en tierra contaminada, es más probable que le ataquen pulgones, hongos, etc. Lo hacen porque ella ya está débil. Lo mismo pasa con los animales y con los humanos. Nuestro hábitat, nuestra agua, nuestro aire, nuestros alimentos están contaminados y así se propaga el virus. La pandemia llegó cuando muchos pueblos ya estaban al borde de lo que se puede soportar. El pueblo wampis en la Amazonía peruana tiene más de 150 días con derrame de petróleo en sus aguas sin que la empresa Frontera Energy se haya dignado a limpiar. Reparte mascarilla para quedar bien, pero no limpia el tremendo desastre ambiental que ha dejado. Luego de años de lucha el pueblo wampis ha ganado y la empresa se ha ido de su territorio. Pero Petroperú, que se ha autonombrado dueño del lote que en realidad es territorio ancestral wampis, busca una nueva empresa para explotar el petróleo. En Chile los presos políticos machis, encargados espirituales del pueblo mapuche, llevan ya más de 80 días en huelga de hambre para que el estado les deje cumplir su pena en sus propios territorios, a lo cual tienen derecho según la 169 de la OIT. En apoyo a ellos el pueblo mapuche ocupó municipios, pero fue desalojado por hordas fascistas con el apoyo de los carabineros (policías chilenos). Si nos enfermamos ahora, del virus o de cualquier otra cosa, no hay atención en el hospital. Privatizaciones masivas del sector salud hacen que hacen que ahora no haya personal que atienda, que sea peligroso desde un punto de vista de contagio y no hay respiradores. Médicos y curanderos activistas e indígenas nos dicen que urge autogestionar nuestra salud y alimentación. Urge averiguar entre los mayores de nuestros territorios qué plantas podemos usar para prevenir y curar. Urge dejar de comer la “comida” que la industria alimentaria nos vende. No es alimento, sino que nos debilita acidificando nuestros cuerpos con conservantes, colorantes, edulcorantes y grasas trans. Urge hacer huertas, hacer nuestro propio alimento y consumir alimentos producidos en nuestros territorios por campesinos cercanos. Urge también autogestionar la educación de nuestras hijas e hijos. A muchos lugares no llega la educación a distancia porque no hay internet. Quienes sí tienen internet y celulares han notado cómo sus hijas e hijos son bombardeados por tarea que son difíciles de cumplir sin llegar a un alto nivel de estrés y presión, que en esta situación de pandemia agobia a las familias aún más. Las tareas enseñan sobre todo a ser obedientes, a cumplir sin cuestionar para a futuro poder servir a un sistema capitalista y explotador. ¡No necesitamos enseñarles eso a nuestros hijos! Necesitamos enseñarles a cultivar la tierra, a cuidarlas, a hacer sus propios alimentos y cocinarlos, a hacer su propia medicina, desarrollar su creatividad para hacerle frente a esta nueva normalidad. Urge solidarizarnos entre nosotras/os, entre las/os de abajo, intercambiar experiencias y tejer no solo resistencias, sino alternativas de vida. Puede parecer ostentoso pero la Pachamama y nuestras e hijos no se merecen nada menos. |
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