Por Rodrigo Arce*
10 de julio, 2016.- Aunque el manejo forestal sostenible es el corazón de las ciencias forestales, en esto hay unanimidad entre los actores involucrados al quehacer forestal, su abordaje no necesariamente ha generado un consenso por parte de la comunidad forestal.
Aunque parezca obvio no necesariamente hay acuerdo en cuanto lo que implica manejo o ciencia de la gestión. Lo mismo vale para el entendimiento de lo forestal y para el carácter sostenible.
Manejo es una categoría que obedece a una lógica de la ciencia en sus etapas iniciales que planteaba que el mundo podía ser concebido como una máquina perfecta y por tanto bastaba con conocer sus partes para entender su funcionamiento y así poder dominarla. Manejo por tanto forma parte de una epistemología centrada en el dominio del hombre a la naturaleza. Ello está distante de aquella epistemología de nuestro sur en el que la relación con el bosque no era para dominar sino para convivir.
Lo forestal es frecuentemente relacionado únicamente con la madera cuando estamos hablando de la totalidad de bienes y servicios ecosistémicos que ofrecen los bosques. Este concepto trata de ser capturado por el término biodiversidad forestal
Lo forestal es frecuentemente relacionado únicamente con la madera cuando estamos hablando de la totalidad de bienes y servicios ecosistémicos que ofrecen los bosques. Este concepto trata de ser capturado por el término biodiversidad forestal. Desde la perspectiva de pueblos indígenas más apropiado es hablar de territorio.
Ello también coincide con el concepto de gestión sostenible del territorio donde se entiende que en el territorio está conformado por materia, energía e información, donde los bosques son partes constituyentes pero no los únicos elementos.
El concepto de territorio es una construcción cultural en el que a los elementos biofísicos se les añade los elementos de la sociodiversidad y por lo tanto la riqueza de la complejidad del ser humano, esto es, ideas, sentimientos, historias, intereses, contradicciones. En suma se podría hablar, asimilando una perspectiva fisicalista que el territorio es el campo donde existen fuerzas y vectores que se manifiestan en una serie de relaciones e interacciones.
Que lo sostenible incluye lo ambiental, lo social y lo económico es una verdad de Perogrullo. Aunque el concepto aparenta solidez no está exento de críticas como por ejemplo el hecho que al final siempre lo económico termina subordinando a las dimensiones ambientales y sociales. O el hecho que lo social no necesariamente recoge la plenitud la dimensión cultural. Por ello no es raro que algunas corrientes de pensamiento se resistan a calificar el manejo forestal como sostenible. Además por el hecho que por más “manejo forestal sostenible” que se haga no tenemos la absoluta certeza que el bosque mantenga la calidad original que tenía antes de la intervención. Además porque el manejo forestal sostenible no sólo es una cuestión de aspectos biofísicos sino que también incluye el tema cultural.
En sentido estricto lo económico también es un hecho cultural pues es la forma cómo concebimos la gestión de la escasez y eso es algo construido culturalmente. Que haya predominio de ciertas formas de ver la economía es otro cantar. Como lo señala Najera (2015):
“Como cuestión previa y antes de pasar a abordar aspectos concretos de la gestión que se debería aplicar a nuestros montes, me gustaría dejar claro que al menos cómo yo lo veo, se trata de una gestión polifacética en la que el interés económico debe estar indefectiblemente contemplado y en ocasiones con un papel absolutamente protagonista, pero en el que los factores ambientales y sociales tiene que estar siempre presentes y en no pocas ocasiones con suficiente peso como para poder vetar al económico cortoplacista, porque considero que a la larga cuando el interés económico desprecia a los otros dos, finalmente aquel también termina por sucumbir”
Entre los actores involucrados al quehacer forestal se puede reconocer gruesamente que existen dos tendencias. De un lado los “productivistas” y de otro lado los “conservacionistas”. Los productivistas dicen que no hay que tener miedo de aprovechar los bosques pues lo que se trata es que los negocios forestales sean rentables para las inversionistas y de paso se generen oportunidades de empleo e ingresos para la gente. Los profanos (y otros no tanto) hablan incluso de la necesidad de explotar los ingentes recursos forestales de nuestra Amazonía para aportar al crecimiento del país. Estos sectores hablan que siendo el sector forestal un sector económico bien podría estar en PRODUCE (Ministerio de la Producción). Dicen también que la intervención de los bosques de producción es totalmente legítima y que no hay que preocuparse por la extinción de especies pues “para eso existen las Áreas Naturales Protegidas”. Se acusa por tanto a los “conservacionistas” (y “sus siniestras intenciones de procurarse de fondos públicos y privados nacionales e internacionales para sus propios intereses”)
Este debate, no resuelto entre los involucrados del sector forestal, tiene sus matices que es importante conocer. Primero que (superando las discusiones sobre el carácter dominante del manejo) el negocio forestal no es un negocio cualquiera. No se trata por tanto de explotar los bosques (podríamos hablar que no se trata de minería de los bosques) sino de gestionarlo lo que implica una serie de consideraciones tanto técnicas como el marco legal, marco institucional, estructura de gobernanza, moralidad y ética, entre otros tantos factores. Las mejores leyes caen en saco roto cuando tenemos una institucionalidad débil y cuando no tenemos una buena gobernanza. Esto implica la existencia de plataformas de diálogo y concertación donde seamos capaces de ponernos de acuerdo mediante el diálogo democrático y generativo y constamos con sistemas para procesar nuestras diferencias y transformar nuestros conflictos. Por ello resulta fundamental mecanismos de transparencia y lucha decidida contra la corrupción forestal.
En segundo lugar, para que el manejo forestal pueda tipificarse como “sostenible” o cercano al calificativo, tiene que basarse en ciencia y tecnología y en un país pluricultural como el nuestro debe ser capaz de incorporar en equidad de condiciones, los conocimientos y los saberes tradicionales. Por tanto se requiere que la silvicultura se base en ciencia intercultural y que los elementos de la gestión pública forestal contribuyan a ello. Si se toman decisiones de gestión basadas solo en pareceres, intuiciones, historias, influencias o conveniencias entonces podríamos estar poniendo el bosque en una situación vulnerable aún con planes de manejo aprobados o incluso operaciones certificadas.
Si se toman decisiones de gestión basadas solo en pareceres, intuiciones, historias, influencias o conveniencias entonces podríamos estar poniendo el bosque en una situación vulnerable aún con planes de manejo aprobados o incluso operaciones certificadas.
En tercer lugar el manejo forestal tiene que superar una visión centrada en el recurso o incluso en la unidad de manejo para tener una mirada mucho más amplia donde los enfoques sistémicos coincidan con enfoques de ecología de paisajes, gestión de cuencas, planificación y desarrollo territorial. Esto es de especial relevancia porque sólo por hablar de aspectos genéticos tenemos que asegurar estructuras que permitan la conservación de los flujos genéticos para mantener la riqueza de la diversidad biológica y los procesos ecológicos asociados. Esto es el fundamento de la ética forestal y que debería estar más presente de lo que hasta ahora ha estado. De ahí la pertinencia de incorporarle filosofía al quehacer forestal. Al respecto, señalan la ITTO y la IUCN (2009):
“La extracción de madera de los bosques tropicales con frecuencia se cita como una de las principales amenazas para la biodiversidad. No obstante, si se los maneja correctamente, los bosques tropicales productores de madera pueden constituir un recurso importante para la conservación de la biodiversidad. Además, pueden complementar los parques nacionales y otras reservas y extender en gran medida la superficie de hábitats casi naturales del trópico” (Baillie et al. 2004, Meijaard et al. 2005)
De todo lo anteriormente expresado se concluye que existe la necesidad que el sector forestal reivindique para sí la responsabilidad de manejo forestal verdaderamente sostenible y no solo figurativo o aparente. Se desprende también el hecho que en el quehacer forestal tenemos que superar falsos dilemas entre forestales productivistas y forestales conservacionistas. En esencia, la concepción original de la conservación incluye el manejo y la protección por lo tanto no pueden separarse. Se concluye también que es importante que avancemos hacia la construcción de una ciencia y práctica que dé cuenta de la gestión de paisajes forestales sostenibles. Se requiere por tanto un enfoque biosociocultural con capacidad de gestionar la complejidad y los problemas de frontera del sector forestal. Asimismo se requiere tanto profesionales súper especializados como profesionales que tengan la capacidad de trabajo interdisciplinario, transdisciplinario e incluso indisciplinario.
Se requiere por tanto un enfoque biosociocultural con capacidad de gestionar la complejidad y los problemas de frontera del sector forestal. Asimismo se requiere tanto profesionales súper especializados como profesionales que tengan la capacidad de trabajo interdisciplinario, transdisciplinario e incluso indisciplinario.
La propuesta de un manejo forestal genuinamente sostenible no está reñida con el aporte de los bosques al crecimiento del país pero no se reduce a este factor. Tampoco se desconoce los temas de tecnología, valor agregado, calidad, emprendimiento, mejoramiento continuo, gestión de los grandes datos, en otros grandes temas. Lo que estamos diciendo es que debe articularse a otros temas como desarrollo rural, desarrollo social, seguridad alimentaria, infraestructura, energía, conectividad, objetivos compartidos entre los diferentes actores con su diversidad de propuestas productivas y de conservación. Más que hablar de actores enfrentados hablamos de actores que dialogan y establecen acuerdos con en principios de sostenibilidad.
Los retos del quehacer forestal tal como lo venimos gestionando hasta ahora son complejos. A ello debemos sumarle la complejidad de miradas más sistémicas y totalizadoras. Esta complejidad que resulta retadora no debe desanimarnos de abordar lo forestal desde su perspectiva más integral. Con más razón cuando tenemos grandes retos como la implementación de la Estrategia Nacional sobre Bosques y Cambio Climático, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los compromisos internacionales sobre adaptación y mitigación de cambio climático, la agenda sobre igualdad y equidad de género, los derechos de los pueblos indígenas, entre otros instrumentales que nos invitan a tener miradas y prácticas más sistémicas e integradoras.
Bibliografía revisada:
ITTO & UICN (2009). Directrices OIMT/UICN para la conservación y utilización sostenible de la biodiversidad en los bosques tropicales productores de madera. Serie de políticas forestales OIMT PS-17. Una publicación conjunta de la Organización Internacional de las Maderas Tropicales y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza
Najera, F. (2015). Gestión forestal sostenible. Disponible en: http://www.eoi.es/blogs/fernandonajera/2015/07/06/gestion-forestal-sostenible/ Acceso el 9 de julio del 2016.
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*Rodrigo Arce Rojas es Ingeniero Forestal. Su correo es: rarcerojas@yahoo.es
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