El 5 de setiembre se celebró el Día Internacional de la Mujer Indígena en honor a la heroína aimara Bartolina Sisa. Antes de ser guerrera, ella se dedicó al comercio de la hoja de coca y al arte, herramienta poderosa de las mujeres indígenas para la difusión de su cultura.
Meylinn Castro
Servindi, 7 de setiembre, 2017.- El 5 de setiembre de cada año se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena en homenaje a la lucha de la heroína aimara Bartolina Sisa Vargas. En esta fecha, la recordada líder indígena murió descuartizada por las fuerzas españolas durante la rebelión de su compañero, Julián Túpac Katari, en el Alto Perú.
Antes de liderar las campañas para la liberación de su pueblo, Bartolina Sisa se dedicó al comercio de la hoja de coca y a la creación de tejidos originarios. Han pasado más de 30 años de la institucionalización de la fecha y la lucha de las mujeres indígenas sigue en pie. Al igual que Bartolina, diversas mujeres indígenas prevalecen su cultura a través del arte.
La maestra artesana Olinda Silvano, la retablista de Sarhua Venuca Evenán y la profesora de danza Olga Ignacio son claros ejemplos de esto. Mediante la pintura y el baile van tejiendo el camino para alcanzar la revaloración de sus prácticas ancestrales.
A continuación, compartimos una breve reseña sobre ellas, quienes participaron en un reciente conversatorio denominado “Empoderamiento de la mujer indígena a través del arte” organizado por la Escuela Nacional Superior de Folkore José María Arguedas junto con en el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social- LUM.
Reshijabe (el primer suspiro)
Olinda Silvano nació en la comunidad shipiba Paoyhan, Ucayali. Cuando vino al mundo, la bautizaron con el nombre shipibo- conibo Reshijabe, que significa “el primer suspiro”. Su madre eligió este nombre por ser su primogénita.
Actualmente, Olinda vive en la comunidad de Cantagallo, ubicada en el distrito del Rímac. Se dedica a la difusión de su cultura a través de la artesanía. Ella asegura que su sabiduría en el diseño del kené se debe a la herencia de sus ancestros.
“Cuando nací me echaron una planta de visión y una corona invisible. Con esto, mis abuelos me estaban heredando su profesión del arte (…) Este recuerdo lo tengo dentro de mí. Me ayuda a seguir adelante”, expresó Olinda con mucha nostalgia.
La calandria peruana
Olga Ignacio nació en Lima, pero por sus venas corre sangre yauyina. Durante su intervención memoró el legado de su madre, Olga Espíritu, conocida popularmente como “la calandria peruana”.
Según Olga, su madre fue una de las impulsoras que revaloró el rol de la mujer en las danzas de Yauyos. “Antes solo los varones podían bailar ‘Los negritos’. Mi madre junto con otra maestra involucraron a las mujeres para que dancen”, aseveró la docente.
La menor de las Evanán
Venuca Evanán es la hija menor del retablista andino Primitivo Evanán. Ella al igual que su padre practica el arte del diseño de las tablas de Sarhua, comunidad ubicada en Ayacucho.
Sobre las tablas de Sarhua se plasman las costumbres e historias del poblado ayacuchano. De acuerdo con Venuca, estos materiales tienen un valor muy importante: “rescatar las técnicas ancestrales”. “Nuestro trabajo es más que algo decorativo, es informativo”, resaltó.
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