Lucha Indígena 177: ¡Fuerza Guardia! ¡Venceremos!

Servindi, 4 de junio, 2021.- La edición de Lucha Indígena 177, correspondiente al mes de junio, brinda especial atención a las elecciones de segunda vuelta o balotaje en Perú así como a la crítica situación en Colombia, México y la región latinoamericana.

La revista digital en esta ocasión contiene 32 páginas, es dirigida por el legendario luchador social peruano Hugo Blanco Galdós, y editado por Carlos Bernales (CABE).

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Descargue edición en formato PDF en: https://bit.ly/3pp426d

A continuación reproducimos el editorial:

¡Venceremos!

Estos últimos días, la indignación de los colombianos crece ante el horror sin límite, otra vez. Asesinatos de líderes, abusos y violaciones, jóvenes descuartizados en el río y sicarios que disparan, con o sin uniforme, a quemarropa contra estudiantes, contra madres, contra trabajadores. A la busca de justicia en sus propios territorios sometidos, puestos en guerra por conveniencia hace ya décadas, los pueblos en Colombia han decidido no rendirse, continuar su tejido ancestral de amor por la madre tierra que nos sostiene.

Se anuncia la continuidad de las manifestaciones, la formación de asambleas regionales para pensar el buen vivir y una vida suficiente. No aceptarán que quede todo como siempre, ya no más guerra.

Sin duda, está presente el ejemplo de los pueblos chilenos que, en las calles desde octubre del 2019, tras cientos de sus hijos e hijas mutiladas y muertos, finalmente han elegido a los miembros de la convención constitucional para redactar la nueva constitución que terminará con el legado de Pinochet.

Los pueblos originarios tenían reservados 17 de 155 escaños para la constituyente y la elección de la Machi Francisca Linconao, entre otros líderes indígenas, es una garantía de que esta Constitución es el inicio de una lucha que terminará cuando la patronal pierda su batuta y el Wallmapu retorne a los mapuche.

De esos procesos sociales nacionales el Perú está aún muy lejos. Pero las condiciones en que se llevan a cabo las elecciones presidenciales sirven para evidenciar un mecanismo común en las élites y gobiernos del Perú, de México y de toda Abya Yala: La descarada intención de engañar donde ya se engañó, de robar donde ya se robó, de matar donde ya se mató. No ha hecho falta una máquina del tiempo para viajar al pasado, los Fujimori y su hedionda compañía se han encargado de revivir su legado delincuencial como un repaso a su manual de envilecimiento e inhumanidad.

Volvieron a aparecer, de la nada, anuncios anónimos prediciendo el apocalipsis para quien cuestione el sistema capitalista y la corrupción institucionalizada. Ya no cuelgan perros de los postes como en los 80, el terrorismo ahora gasta los millones que robó en paneles luminosos para amedrentarnos.

Han vuelto a revivir también sus rastreros mecanismos para comprar conciencias (futbolistas, conductores de televisión, escritores, periodistas, etc.), para mentir hasta que la realidad se desvanezca detrás del ruido de sus imprentas y estaciones de radio y televisión (cambian fotos, falsean declaraciones, inventan pruebas). ¿A quién, si no al poder, le es más funcional la alienación de las redes sociales? Tienen pues el dinero para crear cuentas, producir spots, aumentar el alcance de sus miserias.

También están de vuelta las portátiles (tradición política de llevar a los más necesitados a vitorear a sus explotadores). Cientos de buses trasladando los mismos fujimoristas de aquí para allá, también para insultar, para agredir. En estos actos públicos, se ha visto a la policía evidenciando, otra vez, su obediencia al poder, su participación en la opresión que sufrimos.

Mientras el espectáculo brilla, también reviven las leyes de medianoche, los complots para desestabilizar, los blindajes y los topos. Revive también el desprecio centenario por los pueblos del Perú, la discriminación a nuestra habla y a nuestras costumbres, la negación del dolor y el daño que han causado con las esterilizaciones forzadas o la contaminación minera y petrolera.

Finalmente, el asesinato de 16 personas, entre ellas 2 niñas, en el VRAEM (Valle de los ríos Apurimac, Ene y Mantaro) y su consecuente manipulación en la prensa comprada, es un acto que nos deja otra vez la certeza de que no sólo luchamos para que no nos roben, para acceder a necesidades básicas como vivienda, educación o salud, para preservar nuestros territorios o por un futuro sano para nuestros hijos e hijas; sino que luchamos también para que no nos maten cuando quieran y no sigamos siendo el animal intercambiable que carga en hombros a los dueños del Perú. Por eso Keiko ha sido expulsada de las ciudades de Cusco y Arequipa. Tuvo que dejar el Cusco sin haber podido realizar su mitin gracias a las protestas de digna rabia.

Manuel Scorza se negaba a creer aquello de que en el Perú donde se pone el dedo, salta la pus. Conoció en las punas, y los habría conocido en la Amazonía también, a pueblos que no vendían su dignidad, a hombres y mujeres que luchaban sin otra recompensa que saberse del lado de la verdad, la justicia, la honestidad. Luego los describió en la crónica de esta gesta libertaria que no se ha detenido en siglos. La historia de nuestros pueblos nos enseña que la codicia y la crueldad no son arrebatos de individuos aislados. Son los principios bajo los cuales se organizaron las élites, los gobiernos y sus ejércitos cuando llegaron con su mensaje de muerte y odio. Pero esta vergonzosa historia tiene su paralelo de dignidad, sabiduría y resistencia en el actuar de los hijos e hijas de la tierra que, 500 años después, estamos en las calles y lo estaremos después del 6 de junio también, otra vez. Con la esperanza al tope. ¡Venceremos! 

 

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