A la entrada de Tsabilonia es visible la diferencia del uso de la tierra: del lado menonita no hay un solo árbol, solo hectáreas a la espera de ser cultivadas, y del lado sikuani, pasto y vegetación nativa.
Servindi, 2 de abril, 2024.- Autoridades indígenas del pueblo Sikuani piden la restitución de 58 mil hectáreas de su territorio en el Meta, departamento colombiano, que habrían sido arrebatadas por terceros de forma irregular.
Entre los grupos que se han apropiado del territorio sikuani, destaca la comunidad religiosa menonita que, procedente de México, llegó hace dos años al Meta y se valió de presuntas alianzas con grupos paramilitares para apoderarse del territorio.
En la actualidad, son un total de 135 familias sikuani de este asentamiento que reclaman sus tierras, denuncian su apropiación y acumulación de extranjeros.
“Queremos estar tranquilos en nuestro territorio, cultivando nuestros usos y costumbres porque como indígenas necesitamos nuestra tierra madre para vivir en paz y libertad”, denuncia Albarrubiela Gaitán, autoridad tradicional del territorio Barrulia.
El investigador Yann le Polain explicó al diario La Nación que en la actualidad hay 214 colonias menonitas en nueve países de América Latina, entre ellos Argentina, Belice, Bolivia, Colombia, México, Perú y Paraguay.
Los menonitas tienen sus raíces en Alemania, Países Bajos y Suiza. En el siglo XVI sufrieron múltiples persecuciones por lo que su vida estuvo marcada por migraciones constantes.
El pueblo Sikuani habita en los llanos orientales de Colombia, en los departamentos del Vichada, Meta, Casanare y Arauca, entre los Ríos Meta, Vichada, Orinoco y Manacacias en las sabanas abiertas.
También habitan en Venezuela, al occidente de los estados Amazonas, Bolívar y al sur del Apure.
La compra de los menonitas
Diana Quintero, abogada de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas, dijo a la agencia EFE que los menonitas compraron predios en terrenos baldíos adjudicados por la estatal Agencia Nacional de Tierras.
Respecto a este tipo de terrenos la normativa precisa que tienen que permanecer en manos de su dueño un tiempo determinado.
Sin embargo, los que fueron vendidos a la comunidad religiosa no cumplieron el plazo legal y tampoco se tuvo en cuenta a los pueblos indígenas.
Además, la adjudicación de baldíos tiene un límite de hectáreas, algo que se denomina la Unidad Agrícola Familiar (UAF), y los propietarios de estas tierras adquirieron más de lo permitido por la ley, incurriendo en acaparamiento.
Cerca a alcanzar justicia
Tsabilonia es la comunidad que más cerca está de conseguir sus reclamos, ya que se le ha adjudicado –a la espera de formalización– un territorio en extinción de dominio que perteneció a narcotraficantes, pero exigen más hectáreas.
A la entrada de Tsabilonia es visible la diferencia del uso de la tierra que hacen ambas comunidades: del lado menonita no hay un solo árbol, solo hectáreas a la espera de ser cultivadas, y del lado sikuani, pasto y vegetación nativa.
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Ilustración: @camilovargas.designer / Mongabay Latam
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