Por Andrés Figueroa Cornejo
Pressenza, 19 de enero, 2024.- La Cooperativa de Trabajo Red Genera se constituyó formalmente el 2016 para «hacer un aporte en la transformación social en el derecho a la soberanía energética», y está formada por los ingenieros y técnicos mecánicos, eléctricos y de energías renovables Paula Rivera, Carlos Saavedra, Luis Ignacio Diéguez, Osvaldo Canales, Jorge Campano y Nicolás O’Ryan.
Rivera puntualizó que son una organización dedicada al rubro de las energías renovables, ofreciendo servicios de ingeniería, montaje, mantenimiento fotovoltaico, consultoría, y capacitaciones sobre energía solar y asociativa.
— ¿Qué significa todo eso en términos concretos, Luis Diéguez?
«En el orden práctico del desarrollo comunitario de energía en Chile, levantamos la primera planta solar comunitaria de propiedad conjunta (ley 21.118) que se materializó en la cooperativa agraria y campesina Coopeumo. Actualmente tiene 64 kW en total y se ejecutó en tres etapas. La operación y mantenimiento está a cargo de la propia cooperativa, y el proyecto fotovoltaico fue financiado por el programa Comuna Energética de la Agencia de Sostenibilidad Energética y con recursos de la propia cooperativa Coopeumo. Se tuvo el patrocinio de las municipalidades de Pichidegua y Las Cabras. Hoy las inyecciones benefician a escuelas y postas rurales, juntas de vecinos y a las sucursales de la cooperativa.
También elaboramos la primera planta de propiedad conjunta en la región Metropolitana, específicamente en la comuna de Independencia. Se encuentra instalada en la escuela Nueva Zelandia y, en este caso, la operación y mantenimiento es responsabilidad de la Municipalidad de Independencia. Logró financiarse con el programa Comuna Energética, nosotros Red Genera que ejecutamos el proyecto, inversionistas (gente que pagó para tener ahorros en sus cuentas de electricidad), y una campaña de donaciones. De igual forma, tenemos proyectos desarrollándose en Petorca, Macul y Peñalolén.
En la misma línea, hicimos un proyecto similar, pero más pequeño, en el Centro Cultural La Minga de la comuna de San Miguel, el cual alimenta a La Minga, el Colegio Paulo Freire de educación popular y la Cooperativa Retromadero, que funciona en la Escuela Cooperativa de Permacultura. En materia educativa, trabajamos con la Fundación Fermín Vivaceta que está en el Barrio Yungay, en el cascarón antiguo de Santiago, en el área de la habilitación laboral en nuestras especialidades».
Paula Rivera explicó que «somos una entidad que canaliza recursos hacia organizaciones territoriales, por tanto, en nuestro papel de organismo ejecutor, postulamos a fondos públicos del Ministerio de Energía, Agencia de Sostenibilidad Energética, Gobiernos Regionales, Subdere, municipalidades, etc., toda vez que nuestra red de organizaciones esté de acuerdo con los beneficios que les reportan los proyectos» y agregó que, «no sólo formulamos el diseño ingenieril, sino que ejecutamos los proyectos, acompañamos y capacitamos formativamente a las comunidades donde, por ejemplo, elevamos una planta de energía fotovoltaica, y después realizamos todas las tramitaciones eléctricas y jurídicas pertinentes».
Por su parte, Carlos Saavedra, expresó que «es muy importante tener a la vista que, tras 7 años de existencia, nuestra cooperativa persiste en su afán de ser una herramienta para el mejoramiento de la vida de las organizaciones sociales y populares. Ahora bien, con el tiempo y la experiencia, le estamos ofreciendo mucho valor a la educación energética, a diferencia de las empresas capitalistas tradicionales que relegan a la población a mera consumidora y pagadora de cuentas. Nosotros, en cambio, ponemos el acento en las organizaciones, en la aplicación de procesos pedagógicos y educativos para la gente durante el transcurso del proyecto energético. Por supuesto que el aprendizaje corre de nosotros a la comunidad y de la comunidad a nosotros. Asimismo, pasa por resignificar los conceptos. Desde la academia, por ejemplo, se habla de ‘la pobreza energética’, pero ella no se entiende sin la ‘riqueza energética’. Es importante develar las desigualdades sociales en esta dimensión de la cotidianidad.»
— ¿Y cómo se manifiesta esa inequidad?
«Las redes de distribución de energía son un bien público, por más que estén concesionadas. Sin embargo, las corporaciones privadas hacen un copamiento y ocupación agresiva de las redes, dejando sólo espacios marginales para iniciativas desarrolladas por las comunidades. En otras palabras, entre los actores involucrados se reproducen las relaciones de poder que hay en todo lo que debieran ser derechos sociales.»
«Nosotros también somos Trasol»
Vinculado a los ingresos de quienes trabajan en Red Genera, Paula Rivera informó que «las y los socios de la cooperativa trabajamos una jornada completa al día y nos remuneramos nosotros mismos, independientemente del nivel de estudios de cada cual. Y de esa remuneración vivimos, no necesitamos realizar ninguna otra actividad laboral para llegar a fin de mes. En este aspecto, somos susceptibles al flujo de proyectos».
Los cooperados tienen ingresos por debajo del precio del salario del mundo del trabajo dominado por las empresas capitalistas, «pero las decisiones las tomamos colectiva y democráticamente y si algún socio tiene requerimientos en materia de cuidados en su familia, lo cubrimos sin que ello melle su remuneración. En otras palabras, las condiciones y modos en que organizamos nuestro desenvolvimiento laboral es completamente distinto a la de las compañías privadas o estatales. No funcionamos con lógicas piramidales donde todo está resuelto por los ‘altos mandos’ empresariales, esas gerencias que no hacen el trabajo concreto del conjunto de las y los trabajadores. A nosotros nos interesa la capacidad que tiene cada persona de aportar a un propósito común», explicó Diéguez y sumó que «en las firmas del capital, por una cuestión de productividad y explotación humana, los empleados sólo se ocupan de una parte específica del proceso integral que hace el producto y servicio, desconociendo la totalidad de las relaciones de trabajo. Acá es todo lo contrario: todos participamos en todo el desarrollo productivo».
— ¿Rompen el circuito de alienación laboral que provoca la cada vez más intensa división social propia del trabajo en cualquier corporación capitalista, donde el bien o servicio producido se vuelve extraño, ajeno?
«Completamente. De hecho, cuando participativamente evaluamos nuestro quehacer observamos que hemos roto las dinámicas del régimen capitalista. Para nosotros el trabajo es una relación entre personas libremente asociadas y jamás una relación entre cosas. Por lo mismo, ese mismo tipo de vínculos tratamos de establecer con las comunidades. Y si alguno de los socios necesita continuar sus estudios, se le aporta con un 50 % de los gastos. Por lo demás, siempre hemos privilegiado la autoformación, esto es, el ejercicio autónomo y colectivo de comprender los procesos que determinan el trabajo, la transición energética, la geopolítica mundial.»
— ¿Y para qué se unieron a la Federación de Cooperativas de Trabajo y Solidaridad, Trasol?
«Porque también somos una unidad político-productiva, un conjunto humano que releva el trabajo autogestionado. Para nosotros es clave la articulación con otras organizaciones con las que compartimos principios. Es más, la cooperación mutua entre cooperativas nos ha permitido crecer y aprender. Ello nos fortalece en la resistencia frente a la subsunción capitalista. Hacer parte de Trasol nos ha abierto a experiencias pares de Brasil y Argentina. Nosotros también somos Trasol, lo construimos colectivamente.»
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