Si se hubiesen aplicado las recomendaciones hubiésemos podido evitar muchos de los hechos de dolor y muerte que hemos vivido, por ejemplo, en los últimos meses.
¿Qué 20 años no es nada?
A propósito de los 20 años del informe final de la CVR
Por Rosa María Mujica*
Foro Educativo, 24 de agosto, 2023.- Cuando releemos las conclusiones y recomendaciones del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reparación (CVR) con toda la fuerza que ellas mismas contienen, y vemos que han pasado 20 años y la situación sigue siendo la misma. Nos damos cuenta que en nuestro país no aprendemos de nuestra propia historia, y que lo que hemos tratado de hacer es simplemente pasar la página queriendo olvidar los acontecimientos profundamente dolorosos que hemos vivido y que pusieron en jaque la viabilidad democrática de un país en permanente crisis. Si se hubiesen aplicado las recomendaciones hubiésemos podido evitar muchos de los hechos de dolor y muerte que hemos vivido, por ejemplo, en los últimos meses.
No hay duda de que las autoridades del Estado que tienen en sus manos el destino del Perú, no han leído el informe o, lo que es igualmente grave, no le han dado la importancia que tiene.
Releer las recomendaciones nos devela todo lo que hay que hacer y cambiar en el estado peruano, en las fuerzas armadas, en los procesos políticos, en los gobiernos, los partidos, el poder legislativo, el poder judicial, el magisterio, el sistema educativo, los medios de comunicación, entre otros, para caminar hacia la paz y la equidad.
En este artículo veremos algunas de los desafíos sobre la educación nacional que se plantearon hace ya 20 años. A continuación, Resaltaré y comentaré algunos textos del informe de la CVR que considero relevantes en el Perú de hoy.
“Los grupos subversivos surgieron, y lograron captar militantes y simpatizantes, prosperaron aprovechando las consecuencias de una escuela que socializó a jóvenes en patrones autoritarios, rígidos, de mala calidad, que no les ofrecía perspectivas de superación”…
20 años después la escuela peruana sigue siendo, en su mayoría, autoritaria, rígida y de mala calidad. Poco hemos avanzado en el desafío de construir escuelas democráticas, con alta participación de estudiantes, padres y madres de familia y de la comunidad en general. La educación sigue imponiendo una cultura, muchas veces ajena, un estilo, unos contenidos y una metodología que en poco responden a las necesidades e intereses de los actores educativos.
“Para que la historia no se repita, es imprescindible una profunda reforma de la educación pública, sobre todo en zonas más pobres”
En estos 20 años se ha hablado sucesivas veces de cambiar la educación, de reformarla, pero han sido reformas sólo de palabra, vacías de cambios profundos. Se ha hablado de la “emergencia educativa” como manera de cerrarle el paso a propuestas interesantes, se ha llenado a los profesores de cursos sin ningún control de calidad, se ha sobrecargado al docente de tareas administrativas, se ha limitado su autonomía en el aula, se le ha tratado como profesionales de segunda que deben obedecer los mandatos del Ministerio de Educación hasta en sus más mínimos detalles, así no respondan a las realidades tan diversas de este país nuestro. Las prácticas pedagógicas han cambiado muy poco, los aprendizajes son pobres y la calidad una meta por conseguir. Hoy, con pena, vemos retrocesos en las pocas cosas en las que algo se había logrado avanzar.
“La paz como actitud se aprende, fundamentalmente, con el ejemplo. La persona que sufre violencia a lo largo de su vida, la ejercerá cuando tenga autoridad y, en esas condiciones, no se puede construir en el largo plazo ni una sociedad pacífica ni un país democrático.”
Estamos advertidos, y sin embargo la violencia sigue siendo parte de la vida de muchos niños y niñas, tanto en su familia como en la propia escuela. Continuamente los medios de comunicación nos relatan casos de violencia física y psicológica, desgraciadamente naturalizada incluso por congresistas que defienden prácticas que van en contra de la integridad de las personas. Si no hacemos algo para terminar con todas las violencias seguiremos debilitando la convivencia democrática.
“No hay que descuidar ningún nivel educativo, desde el inicial hasta el superior”.
Hoy hemos descuidado toda la educación, hemos convertido la educación inicial, tan importante para la formación del ser humano y en la que se habían consagrado prácticas innovadoras, en centros de adiestramiento para entrar a la primaria, olvidando la importancia del juego, del arte, de la libre expresión, del desarrollo emocional de los niños y niñas; la primaria, habiendo alcanzado casi cobertura universal, presenta deficientes resultados en comprensión lectora, en desarrollo de la capacidad crítica, de la autonomía, mientras que la secundaria, sobre todo en el mundo rural, sigue siendo para pocos, no se ha logrado cobertura total y no responde ni a los intereses ni a las necesidades de los chicos y chicas, salvo excepciones, islas de calidad que felizmente existen. ¿Y la educación superior?, ¿en decadencia? basta ver lo ocurrido con la SUNEDU que al ser intervenida por ley dada en este Congreso ha frenado la exigencia de calidad para muchas de las universidades que no habían logrado superar los mínimos establecidos para garantizarles a los estudiantes no ser estafados por un sistema educativo mediocre. Una vez más, los intereses económicos de unos cuantos se han impuesto sobre los buenos aprendizajes y el buen desarrollo profesional de muchos estudiantes.
“Las autoridades educativas peruanas tienen que redefinir los contenidos, metodologías y coberturas para lograr su máxima extensión a las personas involucradas".
Lo avanzado en estos 20 años ha sido poco, y generalmente en desmedro de aprendizajes de calidad. En efecto, lo que se ha hecho con los contenidos educativos y con las metodologías de enseñanza, más allá de la buena voluntad y de la admirable creatividad de las y los maestros, viene siendo aplastado por el sistema que les impone una manera uniforme y general de actuar, bajo amenaza de sanción. Esto se agrava en el mundo rural donde poco se ha hecho para extender la cobertura y ante la ausencia de maestros en el aula, es frecuente escuchar a los padres de familia decir que es mejor que los niños no pierdan el tiempo yendo a la escuela por gusto, y que mejor deben ayudar en el campo.
“La educación peruana debe atender a la diversidad cultural, étnica y lingüística del país, promoviendo la enseñanza en el idioma materno como mejor sistema de aprendizaje de la niñez”.
Esto que es de sentido común para cualquier persona con un poco de formación, no lo es para muchos de los que están decidiendo las políticas públicas. Seguimos con la práctica de enviar profesores a zonas quechuas, aimaras, shipibas o awajunes, etc. que no conocen la cultura de la zona ni hablan sus idiomas. La castellanización sigue avanzando a costa del respeto a la diversidad. Entonces, ¿es posible que enseñen en el idioma materno?, ¿es posible que comprendan la cultura si no la conocen?
Es preocupante escuchar a un congresista en pleno siglo XXI, y a muchos peruanos, diciendo que “el quechua es atraso”, agravando el racismo y la exclusión de sectores de nuestra población, violando sus derechos culturales y su reconocimiento, respeto y valoración como parte fundamental de nuestro país.
El informe de la CVR termina diciendo: “Un área especialmente crítica es la de la escuela rural, donde se debe implementar un programa especial que contemple:
- “Atención urgente a la población más vulnerable: empezar por los más pequeños en las zonas más necesitadas. Propiciar la implementación de una política agresiva de educación bilingüe-intercultural”
- “Impulsar un plan de alfabetización con prioridad para la mujer adolescente y adulta de las zonas rurales”
- “Redefinir la educación en cuanto a contenidos, metodología y cobertura, en función de capacidades de acceso al mercado laboral, poniendo énfasis en la población rural”
- “Apuntar a incrementar los niveles de prestación efectiva de servicio y adecuando a la escuela en términos de cronogramas y horarios a la realidad de cada región y al ritmo de vida de las poblaciones”
- “Devolver la dignidad y dar calidad a la escuela rural”
No hay espacio para profundizar en estas recomendaciones, pero es increíble, por ejemplo, que las escuelas rurales sigan teniendo el mismo calendario que las escuelas limeñas, sabiendo que en las épocas de siembra y cosecha no habrá niños en la escuela, o que no toma en cuenta las fiestas patronales, ni el calendario agroecológico que en el mundo andino se respetan. Imponiendo de esta manera una realidad ajena a los niños y niñas.
Con profunda preocupación y tristeza después de todo lo vivido, tenemos que decir que las recomendaciones del Informe Final de la CVR, siguen siendo desconocidas e ignoradas por las autoridades de nuestro país ¿Es que acaso en el Perú no somos capaces de aprender de nuestra historia? ¿es que un informe tan serio y tan profundo no aporta nada a la conciencia nacional? ¿es que no podemos asumir la responsabilidad que nos toca después de tanto dolor sufrido? ¿es que la educación seguirá a espaldas de las necesidades de los más pobres y de los más pequeños? ¿es que seguiremos perdiendo el valor de la palabra? ¿es que seguiremos postergando las demandas de tantos peruanos y peruanas que ponen su esperanza en la educación?… entonces no nos rasguemos las vestiduras cuando la historia se repita, ni nos lavemos las manos ante un porvenir incierto, ni elevemos cantos de sirena ante un país, parafraseando al gran escritor peruano Ciro Alegría, muy ancho…. y todavía profundamente ajeno.
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* Rosa María Mújica es educadora, con amplia experiencia en capacitación de docentes y ejecución de proyectos sociales educativos en temas de derechos humanos. Posee reconocida trayectoria profesional en el campo educativo como de defensa de los derechos de las personas.
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