“a pesar del reconocimiento del rol de los bosques en la seguridad humana (...) y la gestión de riesgos a nivel político y económico, incluso a nivel técnico, se sigue insistiendo en la necesidad de convertir los bosques a otros usos “para el desarrollo (sostenible) nacional””.
Por Rodrigo Arce Rojas
6 de setiembre, 2023.- Tan importante como saber qué queremos para el futuro es recuperar la perspectiva histórica. En tal sentido hacemos un corte histórico sobre la Amazonía. Así, Salo y Kalilla nos decían el año 1993 (hace 30 años):
Debido a que actualmente nuestro conocimiento sobre la región amazónica peruana no es satisfactorio es muy difícil hallar cualquier actividad, sea por vía de conservación o de la explotación, basada en el suficientemente conocimiento científico. Cuando áreas más grandes que un km2 son tratadas, no sabemos qué, cuáles especies de plantas y animales estarán influenciadas por esta acción. Aquí estamos tratando un ecosistema tan complejo que la única manera de garantizar, por ahora, su sobrevivencia es dejarlo prístino (p.249).
Aunque hemos mejorado el conocimiento sobre la región amazónica peruana es todavía insuficiente como para asegurar el mantenimiento de sus procesos ecológicos esenciales (estructura, funciones). Pero dramáticamente lo estamos perdiendo más rápido que la gran cantidad de información existente producto de las investigaciones realizadas a nivel nacional e internacional. Además Centros de Investigación Forestal de universidades han sido invadidos por pobladores locales perdiéndose años de información sistemática.
Por su parte Hallé (1993), al hablar de los trópicos, advertía:
Los graves problemas que se acumulan ante nuestros ojos en las latitudes bajas, la erosión genética, la deforestación y la degradación de los suelos, las hambrunas esporádicas y las enfermedades endémicas, el éxodo rural y la urbanización anárquica, la deuda, la dependencia económica y la nula vida política, todo ello no debería impedirnos apreciar la riqueza del capital humano, que sufre estas calamidades que, en general, no son en absoluto causadas por sus víctimas (p. 11).
Muchos de estos problemas no sólo han disminuido sino que se han exacerbado. Dourojeanni et al. (2021: 123) mencionan que los bosques amazónicos peruanos habrían perdido 8,4 millones de hectáreas, aunque se considera que la cifra está subestimada. Por su parte la FAO (2022: 30). señala que a nivel global “casi una tercera parte de la superficie del planeta se ha transformado en los últimos 60 años y casi el 90% de la deforestación producida entre 2000 y 2018 guardaba relación con la agricultura”.
Aunque se sabe que la deforestación se debe a factores directos e indirectos (subyacentes y estructurales) no se ha enfatizado lo suficiente en el rol que viene cumpliendo el sistema político-económico capitalista neoliberal en la conversión de bosques. Esto forma parte de dos fenómenos que son completamente interdependientes: El antropocentrismo y la mercantilización de la naturaleza como parte del proceso de colonización.
Ahora estamos más informados respecto al estratégico rol de los bosques para el bienestar de la humanidad pero paradójicamente la visión economicista hegemónica está ganando llegando a una conclusión monetarista: o los bosques generan dinero directa o indirectamente o simplemente se cambia a otras opciones económicas, en tanto una de las premisas del neoliberalismo se sustenta en que los capitales son sustituibles. Bajo esta lógica se considera que es el mercado el mejor asignador del uso de la tierra y sus llamados recursos naturales. Como se sabe esta lógica se proyecta a todas las dimensiones de la vida y los bosques son considerados como capital natural. Esta premisa se ha ido imponiendo a nivel institucional, técnico y político y también ha permeado en las comunidades locales quienes ante la falta de incentivos para desarrollar una economía de bienestar o economías sociales y solidarias optan por economías de mercado sea a partir del bosque o a expensa de los bosques. En todo este proceso caen no sólo árboles sino también conocimientos, cosmovisiones, prácticas y discursos. También es una forma de injusticias epistémicas, lingüísticas, ecológicas y forestales. Es lo que el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir (2021) ha llamado apropiadamente Terricidio (Balcarce, 2021).
Muchos de los grandes problemas ecológicos de la humanidad tales como el cambio climático, el exterminio de la biodiversidad, el cambio de uso del suelo y la alteración de los patrones de los ciclos biogeoquímicos del fósforo y el nitrógeno están asociados a los bosques. Además estos problemas no se dan aislados sino que todos de alguna manera están interrelacionados de manera interdependiente. Pero a pesar del reconocimiento del rol de los bosques en la seguridad humana (seguridad alimentaria, seguridad hídrica, seguridad de salud, seguridad climática) y la gestión de riesgos a nivel político y económico, incluso a nivel técnico, se sigue insistiendo en la necesidad de convertir los bosques a otros usos “para el desarrollo (sostenible) nacional”.
Desde el Congreso de la República, devaluado hasta la indecencia, o incluso desde el Ejecutivo, se promueven iniciativas legislativas o medidas para favorecer la deforestación en nombre de la “inclusión de los pequeños productores”, “seguridad alimentaria”, “seguridad energética”, “conexión vial”, entre otros argumentos falaces pues no son esas las verdaderas intenciones sino de favorecer intereses económicos de personas o de grupos que usan el discurso del “desarrollo sostenible” o del “crecimiento económico” para seguir afectando los bosques que reducidos a recursos naturales, recursos forestales, capital natural o áreas de expansión de la frontera económica son condenados a ser los nuevos espacios de sacrificio. Mientras tanto seguimos perdiendo dramáticamente los bosques.
existe una ceguera interesada para favorecer el crecimiento económico como condición absolutamente necesaria para salir del desarrollo
A nivel de los tomadores de decisiones tampoco hay mucha conciencia de esta situación pues la pérdida de biodiversidad o la afectación a los ríos voladores de la Amazonía, que tienen repercusión hídrica nacional y continental, simplemente no forman parte del discurso. También es posible apreciar que en grandes discusiones sobre “crecimiento económico” y “desarrollo nacional” simplemente la variable ambiental grita por su ausencia. Aunque en sentido estricto no hay una variable ambiental porque la realidad es multidimensional e interdimensional pero existe una ceguera interesada para favorecer el crecimiento económico como condición absolutamente necesaria para salir del desarrollo, cuando todos sabemos que sólo crecen unos pocos y a los demás nos corresponden los impactos sociales y ambientales. Por añadidura los defensores ambientales no sólo están expuestos a ataques de los actores ilegales sino también de la propia estructura política-económica y de justicia que trabaja a favor de los grupos de poder económico.
los defensores ambientales no sólo están expuestos a ataques de los actores ilegales sino también de la propia estructura política-económica y de justicia que trabaja a favor de los grupos de poder económico.
No se trata únicamente de incluir a las comunidades locales en la lógica rentista del desarrollo. Además no sólo se trata de interactuar con los recursos naturales, recursos forestales, el capital natural en términos de bioeconomía, biocomercio cooptados por modelos económicos neoclásicos o neoliberales. Se trata también de reconocer que tan importantes como los derechos humanos/derechos indígenas son los derechos de la naturaleza, algo que bajo el marco del pensamiento económico hegemónico es un despropósito. Es por ello que el tratamiento de la Amazonía pasa porque se apliquen enfoques bioculturales en los que los derechos de los humanos y los derechos de los otros-que-humanos, también sean tomados en cuenta. No está por demás insistir en la necesidad de un gran acuerdo por la Amazonía poniendo como eje el respeto a todas las formas de vida. La interexistencia como política, la justicia interespecífica como aspiración. Como cohabitantes de la Tierra todos merecemos ser tratados con respeto y con cuidado.
Referencias
- Balcarce, G. (2021). Políticas del buen vivir: Miradas sobre el terricidio y espiritualidades no modernas. Universidade do Estado da Bahia - UNEB – Campus, XVIII (2)4: 447-457. CONICET_Digital_Nro.145e534d-ee2e-439a-afc0-89a2f28e9d54_A.pdf
- Dourojeanni, MJ; Malleux, J; Sabogal, C; Lombardi, I; Tarazona, R; Rincón, C; Scheuch, H; Barriga, CA. 2021. Fundamentos de una nueva política forestal para el Perú. Revista Forestal del Perú 36(2): 118-179. DOI: http://dx.doi.org/
- FAO. 2022. El estado de los bosques del mundo 2022. Vías forestales hacia la recuperación verde y la creación de economías inclusivas, resilientes y sostenibles. Roma, FAO. https://doi.org/10.4060/cb9360es.
- Hallé, F. (1993). Un mundo sin invierno. Los trópicos: Naturaleza y sociedades. México: Fondo de Cultura Económica.
- Salo, J. y Kalliola, R. (1993). Necesidades para el futuro de la selva baja peruana: Conservación e investigación científica. En R. Kalliola, M. Puhakka y W. Danjoy (Ed.). Amazonía peruana. Vegetación húmeda tropical en el llano subandino (pp.235-250). Finland: Proyecto Amazonía, Universidad de Turku & Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales (ONERN).
SOBRE EL COLUMNISTA
Rodrigo Arce Rojas
Doctor en Pensamiento complejo por la Multiversidad Mundo Real Edgar Morin. Correo electrónico: rarcerojas@yahoo.es
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