En definitiva, todos somos Richard Gadd en alguna medida y es difícil no sentirse identificado e interpelado por su relato
Por Andrés Kogan Valderrama
2 de junio, 2024.- Hace unos días atrás terminé de ver la mini serie de Netflix Bebé Reno (1), la cual está basada en hechos reales y nos muestra la historia del comediante escocés Richard Gadd, quien escribe el guion y se personifica a sí mismo, para mostrar su relación con una acosadora y los abusos y violaciones que fue víctima de parte de un productor reconocido.
De ahí que si bien la serie a primera vista puede ser leída desde una mirada psicologizante, biopsiquiátrica y moralizante, sobre la historia de una persona llena de inseguridades que fuera violentada por distintos personajes crueles, despiadados y psicopáticos, sin ninguna empatía ni capacidad de arrepentimiento por el daño generado, detrás de ella hay un discurso crítico de lo que entendemos por ser hombre.
Por lo mismo, más allá de esa mirada despolitizada sobre la serie y de la enorme actuación de la actriz Jessica Gunning personificando a la acosadora Martha, que recuerda mucho a lo realizado por Kathy Bates en Misery, lo que busca Ricard Gadd finalmente es abrir una discusión política sobre la construcción de una masculinidad insostenible que no solo afecta a las mujeres sino también a los propios hombres
Lo planteo en esos términos, ya que la serié está plagada de situaciones y de sensaciones de Richard Gadd, que buscan interpelar de manera reiterada un tipo de masculinidad que nos lleva a la autodestrucción como hombres y a la imposibilidad de poder vivir libremente, sin tener que estar constantemente presionado por ciertos mandatos masculinos históricos.
la pregunta sobre qué es ser hombre está presente durante toda la serie
En consecuencia, la pregunta sobre qué es ser hombre está presente durante toda la serie y se puede ver en distintos momentos de ella, como en el comienzo por ejemplo, cuando Richard Gadd va a hacer una denuncia después de 6 meses de haber sido acosado, pero el policía no le da ninguna importancia, ya que para él pareciera ridículo que una mujer vaya a acosar sexualmente a un hombre.
Lo mismo cuando es abusado y violado por un hombre, en donde Richard Gadd no solo llega a cuestionar su responsabilidad en el hecho, como si la sola posibilidad de ser violentado sexualmente por otro hombre fuera algo imposible, lo que hizo que nunca denunciara a su agresor y hasta fuera a visitarlo con el paso del tiempo para aclarar la situación, lo que quedó en nada.
Asimismo, todo ese peso de la masculinidad hegemónica sobre el sentir y actuar de Richard Gadd, de no poder aceptar su vulnerabilidad y pedir ayuda, se entrelaza con su imposibilidad de desarrollar su propia vida afectiva y sexual, al no permitirse tener una relación con una mujer trans, a pesar de amarla, por miedo a ser burlado y rechazado por su familia, sus compañeros de trabajo y por la sociedad en general.
Dicho lo anterior, la necesidad de aprobación de ser hombre, por otros varones especialmente, lo llevan a lo largo de la serie a cuestionar y a reflexionar sobre la construcción de una masculinidad insostenible para todos aquellos que nos hemos tenido que subordinar en menor o mayor medida a un modelo de ser hombre completamente idealizado, como relata en este video el propio Richard Gadd en una presentación real (2).
Frente a todo esto, esta serie y lo que señala Richard Gadd, nos plantea a los hombres la posibilidad de romper con ataduras y formas de relacionarnos con los demás que solo generan daño y violencia, y que niegan la diversidad y pluralidad de formas de ser hombre, que no tienen por qué reducirse a lo que nos ha enseñado un sistema patriarcal, heteronormativo y binario de género.
Es decir, dejar atrás todos estos mandatos que nos dicen que para ser realmente hombres tenemos que ser fuertes, seguros, racionales, inteligentes, divertidos, arriesgados, poderosos, exitosos y rechazar cualquier cosa que sea visto para nosotros como algo femenino, gay o simplemente más vulnerable.
En definitiva, todos somos Richard Gadd en alguna medida y es difícil no sentirse identificado e interpelado por su relato, solo que él se atrevió a contar su historia públicamente y usarla como testimonio para que muchos otros hombres se levanten también y construyan un mundo de paz y sostenible.
Notas:
SOBRE EL COLUMNISTA
Andrés Kogan Valderrama
Sociólogo, diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable, magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea y profesional de la Municipalidad de Ñuñoa. Integrante de Comité Científico de la Revista Iberoamérica Social y director del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org.
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