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Perú: Un dÃa en las vidas de Evo Morales y Toledo, por Rodrigo Montoya

Montoya_Rodrigo.jpgEn su primer día de gobierno Evo Morales, presidente de Bolivia, redujo el salario del presidente y de los congresistas a la mitad; creó un ministerio del agua; anunció que por encargo de su pueblo Bolivia sería la propietaria de sus recursos naturales y una media docena de indígenas, probados en múltiples luchas, son ahora ministros. En su primer día de gobierno, Alejandro Toledo multiplicó por cuatro o por cinco su sueldo de presidente, nombró lo que llamó un gabinete “de Todas las sangres” integrado por políticos de derecha, centro y alguien de la izquierda y, en particular, llamó a un ciudadano norteamericano, hombre de confianza de la banca internacional para ocuparse de la economía.

No hubo en el caso de Evo Morales ruptura alguna ni olvido de sus promesas electorales. Los mismos vientos que comenzaron en las grandes marchas en “El Alto o en Cochabamba en defensa del agua, o en La Paz para que el gas boliviano beneficie a los bolivianos antes que a las empresas multinacionales, soplaron también en la plaza Murillo y en las voces de millones de bolivianos y bolivianas felices por la victoria de un hombre como ellos y ellas, por primera vez en la historia. Los mismos rostros que dirigieron las marchas gobernarán el país. No hubo contrabando alguno. Por su lado, Toledo olvidó sus promesas, escondió en el ropero su cara andina y su historia de lustrabotas para lucir su felicidad de gringo, y su saber en materia de economía que aprendió sirviendo a los bancos. No tomó ni una sola medida de fondo y sustantiva a favor del mundo andino o amazónico o peruano en general para tratar de torcer el rumbo norteamericano de la política peruana. Sin entender nada de la propuesta arguediana de Todas las sangres usó esa metáfora sólo para ganar las elecciones.

Luego de su primer día, Evo Morales sigue siendo el mismo hombre andino de base, simple y sencillo. Su horizonte político pinta muy bien. Luego de su primer día, Alejandro Toledo fue una decepción, una persona que no estuvo nunca a la altura de su personaje. Bolivia acaba de darnos una nueva lección: el componente indígena de ese hermano país ganó con mucha sangre derramada una cuota de poder que nunca tuvo. Comienza ahora a ejercerla mientras los racistas de dentro y de fuera se esconden debajo de la cama después de haber anunciado la desaparición de Bolivia si Evo Morales ganaba.

Fuente: Diario La República, domingo 29 de enero 2006 

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