
“Vivimos la década en que las mujeres tienen mayores estudios” sostuvo Marcela Huaita, ex ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Sin embargo pese a que ello ha permitido su mayor participación en el espacio laboral, existe prevalencia del uso del tiempo libre en actividades domésticas respecto a los varones.
Por Patricia Saavedra
Servindi, 18 de agosto, 2017.- Si comparamos a nuestras abuelas con las generaciones posteriores de mujeres, es esta la generación que cuenta con mayores estudios al tener concluidos los niveles primario y secundario.
Dicha condición tiene un impacto en la inserción laboral, tanto en el acceso como en la calidad del empleo; sin embargo, en el mundo se mantiene una brecha de casi 30 por ciento en la participación en la fuerza de trabajo de las mujeres respecto a los hombres.
Así lo explicó Marcela Huaita, ex Ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, durante la Conferencia Internacional Género, Economía y Trabajo, espacio que planteó la importancia de pensar la estructura laboral desde una perspectiva de género.
La diferencia sexual del trabajo
En América Latina como en el mundo, en los últimos 20 años hubo una reducción de esta brecha. Sin embargo, de cada 10 varones, 7 mujeres se insertan a la fuerza de trabajo, indicó la ex ministra.
Asimismo, en países de la región como Bolivia, Ecuador, Paraguay y Perú la tasa de autoempleo femenino es mayor que la masculina, caracterizándose éste por sus condiciones precarias y de vulnerabilidad, sin protección social ni independencia laboral.
Estas mujeres ejercen como trabajadoras familiares auxiliares, actividades no remuneradas. De otro lado, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), tanto en países de ingresos bajos como altos ingresos las mujeres siguen incorporándose a empleos de baja remuneración y continúan asumiendo labores domésticas y de cuidado.
Uso del tiempo libre
Si bien a mayor nivel educativo las horas de trabajo en actividades no remuneradas disminuyen, sumadas las horas remuneradas y las no, en promedio las mujeres en Perú alcanzan 75 horas semanales de trabajo, mientras los varones unas 66 horas.
Esto de acuerdo a la última encuesta de uso del tiempo. Sin embargo, para ellas esto podría extenderse incluso a 105 horas semanales, dependiendo de variables como la presencia o tenencia de niños pequeños, cuidado de adultos mayores y/o de personas con discapacidad.
“En total las mujeres trabajamos más”, puntualizó Huaita. Por su parte, los varones continúan dedicando menos tiempo al trabajo no remunerado doméstico manteniéndose esta labor a cargo de las mujeres.
“Techo de vidrio”
De otro lado, si bien la brecha salarial depende en gran medida de la calificación existen barreras invisibles para el acceso a puestos de alta dirección, lo que supone un “techo de vidrio”.
Estas barreras sociales y culturales que responden a estereotipos “suponen que nosotras no estamos dispuestas a asumir retos, sea viajando, sino dejamos a nuestra familia”, entre otros motivos, remarcó la ex ministra.
Huaita Alegre aprovechó en incidir, con miras al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS, en el rol de la igualdad de género en la disminución de la pobreza y en la conquista del trabajo decente.
El imaginario social
Por su parte, la investigadora argentina Mariela Pena sostuvo que si bien el “género forma parte del vocabulario común, es un concepto aún no bien comprendido”.
Con ello explicó cómo, pese a que “hay una mayor participación femenina en el trabajo, ello no significa una mayor participación del hombre [en el cuidado de la familia]”, remarcando cómo estas dimensiones sociales terminan reflejándose en el mercado laboral.
De igual forma refirió que el género, capitalismo y patriarcado están relacionados en la construcción de estas desigualdades.
El patriarcado supone asumir de inferior o subordinado a lo femenino frente a lo masculino, sufriendo la mujer una opresión por el solo hecho de serlo, expresándose esto en múltiples formas, explicó la investigadora.
Asimismo, agregó que el patriarcado precede al capitalismo, el cual "es un sistema de opresiones más global".
De otro lado, explicó que el aporte de los estudios de género permitieron evidenciar cómo es que existen relaciones de desigualdad a partir de la genitalidad, imponiéndosele a las personas roles, tareas y oportunidades de vida distintos, por ser varón o mujer.
Si bien hay avances para romper con estas barreras, concluyó que “no es suficiente cambiar la normativa sino también deben cambiar los imaginarios sociales”.
Algunos datos
- La Primera Encuesta Nacional de Uso del Tiempo corresponde al año 2010.
- El espacio de discusión formó parte del Seminario Taller Desigualdad, discriminación y violencias basadas en género en el contexto laboral Latinoamericano: Debates desde el sector de la prensa, que viene realizándose desde el 17 hasta el 18 de agosto en Lima.
- La organización estuvo a cargo de la OIT, la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe y la Fundación Friedrich Ebert Stiftung.
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